Capítulo 14: Casi fin de año

Todavía no era hora de que se encendieran las lámparas, pero dentro de la sala, la luz ya se había atenuado.

Helian Qi se encontraba sentado en una silla de madera con patrones decorativos tallados. Su mano sostenía la taza de té, pero no bebía de ella, solo usaba inconscientemente el dedo para arañarle peligrosamente el borde mientras su mirada permanecía en el suelo.

El taoísta Li estaba sentado a un lado, inmóvil y silente. Su delgado cuerpo era como un pedazo de tronco prácticamente marchito y muerto y a primera vista nadie notaría su existencia de ninguna manera.

De pronto, Helian Qi azotó brutalmente la taza de té contra el suelo, salpicando agua hirviendo por todas partes. Una joven sirvienta que esperaba afuera de la puerta entró inmediatamente al escuchar esto, se agachó y usó las manos para recogerlo todo, presa del pánico, solo para que Helian Qi la interrumpiera con un grito. —¡Maldita sirvienta! ¡¿Quién te dijo que podías entrar?! ¡Lárgate!

La sirvienta se sobresaltó del susto, con las yemas de sus dedos −los que parecían cebolletas− ensangrentadas por los cortes de la porcelana rota. Sin atreverse a hablar, se inclinó de inmediato y se retiró.

El taoísta Li permaneció quieto y callado en todo momento, como si hubiera entrado en meditación. Incluso cuando sus botas se salpicaron con el té derramado, no le importó mucho y ni siquiera se molestó en retraer los pies.

Pero Helian Qi ya no podía quedarse quieto. Azotó la mesa con las manos al momento de levantarse y caminó de un lado a otro dentro de la sala. —No es más que un bárbaro... ¡Nada más que un pequeño bastardo nacido de una zorra! ¡Realmente quiere trepar por encima de mi cabeza, confiando en esa pizca de dignidad que le da el viejo!

Usó todas sus fuerzas para golpear el costado de la mesa lateral, pero cuando sintió que ello no fue suficiente para sofocar su ira, su largo brazo estirado asoló la mesa y arrojó todo al suelo. El bonsái y el juego de té se hicieron añicos.

Ambas manos lo apoyaron en la mesa mientras jadeaba fuertemente. —Si no lo mato... si no lo mato... ¡entonces tendré que escribir mi nombre al revés!

No fue hasta entonces que el taoísta Li comenzó a hablar, ello con una lentitud increíble. Su voz excesivamente ronca se parecía mucho al sonido de dos placas de hierro raspándose entre sí una y otra vez. —Mantenga la calma y no se apresure, Su Segunda Alteza. Según lo veo yo, el hecho de que el joven chamán y el príncipe heredero viajaran juntos fue una coincidencia. No están necesariamente afiliados.

—¿Príncipe heredero? —Helian Qi se sentó, riendo con escarnio como si decir en voz alta el título le hubiera ensuciado la boca—. Helian Yi es solo un mocosito que ni pelo tiene aún. ¿Qué clase de príncipe heredero es?

El taoísta Li asintió. —Así es. Usted es un hombre que debe lograr grandes cosas. Habrá una oportunidad para ponerlos en orden más tarde, así que ¿por qué molestarse con ellos ahora? El más importante en este momento es este hijo mayor. Helian Zhao tiene la ambición voraz de un lobo y debería usted concentrarse en infiltrar espías en el ejército. Aunque un grupo de hombres vulgares no es motivo de gran preocupación, si adopta usted una actitud tranquila al respecto y resulta que en el futuro le crecen las alas, la lucha por la abdicación forzosa no tendrá un buen final.

Helian Qi soltó un fuerte respingo, escuchando al taoísta Li continuar:

—Al final, solo existe el asuntito de que Helian Yi fue designado personalmente como príncipe heredero por el emperador. Incluso si usted obtiene el poder en el futuro, me temo que tendrá que hacer un gran esfuerzo para poder ganar el título que le corresponde.

El otro resopló. —Tiene una personalidad tan débil, incluso les asiente cortésmente a todos los eunucos en el palacio cuando los ve. ¿Tiene la base de siquiera un medio príncipe heredero? Los estorninos que el padre emperador cría son más nobles que él.

El taoísta Li se acarició la escasa barba en tanto negaba con la cabeza. —Aunque no es motivo de preocupación, tampoco puede subestimarlo. También debe prestar atención a Jing Beiyuan. El príncipe Nan'ning se aísla en casa y rara vez sale, pero ha podido recibir una cantidad no menor del favor del emperador en estos años... —hizo una pequeña pausa, sus cejas con aspecto de escoba se fruncieron—. Este humilde taoísta siempre ha sentido que tiene algo raro. Es un adolescente sin la limitación de padres o hermanos, pero ha tenido la capacidad de vivir solo durante estos años. Si no fuera porque después del Año Nuevo va a asistir a la corte, es probable que nunca abandonara las puertas de la residencia Nan'ning... Es realmente un poco inusual.

—Incluso yo me doy cuenta de que es una belleza hueca que está feliz de comer, pero reacio a cocinar —respondió frívolamente Helian Qi—. ¿Por qué deberías preocuparte tanto, taoísta?

El taoísta Li dejó su taza de té. —Puede que eso no sea cierto. Es probable que en el corazón del príncipe heredero este príncipe Jing sea algo más o menos especial.

Helian Qi vaciló, al parecer recordando algo, y mostró una mirada un poco obscena en el rostro. —Así es. Ese Jing Beiyuan es un inútil, pero cada día que pasa se vuelve más atractivo y Helian Yi lo visita prácticamente todos los días, albergando quién sabe qué intenciones... ¡Jej!

—El príncipe heredero se ha limitado continuamente a ser diligente y prudente durante estos años, comprándose así la reputación de ser estricto consigo mismo, pero indulgente con los demás —dijo el taoísta Li—. Quizás porque este es su primer despertar de amor, podría no estar realmente consciente de sus propios sentimientos.

Helian Qi arqueó una fina ceja. —¿Cómo dices?

El taoísta Li solo sonrió misteriosamente. —Todavía necesito más observación... Por cierto, ver al príncipe Nan'ning hoy me recordó a alguien. La hija de una familia cuyos padres me ofrecieron una mano cuando me encontré desposeído se llama Cui'r y solo cumple diecisiete este año. Más tarde, sus padres se toparon con una peste y murieron y ella recorrió las calles mendigando sola. Al jefe de una compañía de teatro le agradó y la acogió. Ha podido ganar algo de fama con su canto en los últimos años y llegó a la capital no hace mucho. Escuchó a alguien hablar de mí, así que acudió a mi puerta en busca de refugio. Recordando la bondad de su familia, la acepté como mi ahijada.

Helian Qi se quedó mirándolo con perplejidad, inseguro del significado detrás de esas palabras.

—Ahora que lo pienso —continuó el taoísta Li—, los rasgos de Cui'r se parecen bastante a los del príncipe Nan'ning. Qué coincidencia.

El otro murmuró para sí mismo por un tiempo y después sonrió. —Te veré otro día.

El taoísta Li sonrió y no dijo nada.

Durante esta reunión, alguien vino a la puerta para informar que un subordinado del señor Zhao había venido a entregarle los obsequios de Año Nuevo a Su Segunda Alteza. Con la trayectoria de sus pensamientos interrumpida, Helian Qi se molestó un poco. —¿Qué señor Zhao? —preguntó con fastidio.

—El señor Zhao Zhenshu del campo de Beitun —informó el empleado.

Solo entonces Helian Qi se despabiló. La mirada indignada que tenía desapareció en un segundo y reveló una sonrisa significativa. —Apresúrate e invítalo a pasar.

No mucho después, llegó el subordinado de Zhao, seguido de varios baúles grandes que se colocaron uno tras otro en el suelo.

El subordinado saludó a Helian Qi con un montón de sonrisas en su rostro cuando lo vio, le presentó sus saludos de Año Nuevo por adelantado con el mayor de los respetos y abrió inmediatamente un baúl. Helian Qi le echó un vistazo, notando que el interior estaba repleto de cosas como algunas telas y artículos bordados. Una sonrisa se extendió por su rostro, dijo algunas palabras educadas y le pidió a alguien que arreglara las cosas para estos invitados, sin ninguna negligencia permitida.

Después de que el subordinado se fue, Helian Qi se puso de pie e hizo que su confidente sacara la tela y todo eso del baúl. Tal como estaban las cosas, el material de artículos de Año Nuevo era solo una capa y debajo había una caja llena de lingotes de oro.

Ese también fue el caso de los otros baúles. El oro, la plata, las perlas, las joyas y otros artículos eran deslumbrantes.

Después de examinar cada baúl, Helian Qi finalmente se sintió satisfecho, por lo que llamó a sus sirvientes para que se los llevaran.

Sin duda alguna, esos "obsequios de Año Nuevo" tan generosos no eran cosas que todas las familias tendrían, incluso si tuvieran títulos de nobleza.

A medida que se acercaba el Año Nuevo, todos pululaban frenéticamente de un lado a otro, algunos preparando obsequios, algunos correspondiendo obsequios, algunos atendiendo a los invitados, algunos sacrificándose por sus antepasados y algunos adorando a Buda. Todos seguían sus numerosos caminos. Incluso los negocios en las calles estaban un poco más animados de lo habitual, ya que después de ahorrar dinero durante todo un año, todo el mundo esperaba con ansias la llegada del fin de año para poder mimarse con comida y bebida. Todos tenían una patente alegría en los rostros.

El número de personas que se alojaba en la residencia Nan'ning no era muy grande y además, en estos últimos años, a los ancianos se les había permitido retirarse y regresar a sus hogares. Jing Qi, por otro lado, encontraba que demasiada gente era problemático, por lo que no permitía que Ping'an comprara más personas. Como resultado, durante las festividades, se podía ver a Ping'an caminando con sus piernas cortas, corriendo hacia el este y tambaleándose hacia el oeste, con los talones pateándole la nuca en su ajetreo.

Apoyado en la puerta de su estudio, Jing Qi lo observaba con indiferencia mientras se estiraba la espalda. —Pues bien. Yo solo soy un holgazán y ser un mortero aquí te obstruye la vista, así que saldré a pasear. Definitivamente estás ocupado, Ping'an.

Ping'an lo miró con resentimiento. Jing Qi sonrió y se giró para salir.

—¿A dónde va, amo? —dijo rápidamente—. ¿A quién debería llamar para que lo acompañe? ¿Hay caballos listos?

Jing Qi agitó la mano perezosamente. —¿Listos para qué? Nadie tiene que venir, solo voy a la residencia del joven chamán a pasar el rato. Son solo unos pocos pasos en total. Si sucediera algo, podría escucharte gritar en el patio desde allá.

Caminó casualmente al exterior. Ping'an, con renuencia, estaba a punto de apartar el libro de contaduría y seguirlo, pero fue detenido por la lejana voz de Ji Xiang, —Mayordomo Song, ven a echar un vistazo, rápido. El señor Lu envió cosas, cómo deberíamos responder...

En un solo segundo, ya no había ningún rastro del príncipe que no se preocupaba por su hogar.

Desde el momento en que regresaron del banquete del erudito superior Lu, Wuxi se abrió respecto a ciertos temas y Jing Qi también reconoció libremente que después de que abordaron el mismo barco, esa capa de alienaciones indistintas parecía haberse vuelto mucho menor.

Wuxi descubrió que, en realidad, el otro solo tenía una cantidad relativamente grande de cosas dando vueltas en su mente y no era para nada tóxico. Además, era entusiasta e inquisitivo y comunicarse con él era mejor que la gente de la Gran Qing con bocas llenas de falso decoro. Había mucha más franqueza y tranquilidad, sin tanta hipocresía.

Desde el momento en que Jing Qi llegó a la residencia del joven chamán para hacer un recorrido y vio que el otro entrenaba parásitos y criaba criaturas venenosas, consideró la residencia como un coto de caza de curiosidades. La visitaba cada vez que tenía tiempo para ver si podía haber "cosas" nuevas.

Francamente, no era extraño que Jing Qi pudiera considerarse como culto y experimentado en algunos aspectos. Los fantasmas y los guls del mundo humano, los demonios y los monstruos del inframundo, lo siniestro, lo deplorable y lo miserable… Ya lo había visto todo. A veces, nada era interesante, todo lo aburría.

Sin embargo, en ninguna de sus vidas había visitado Nanjiang. En el momento en que fue a la casa de Wuxi, todo era fresco y nuevo y realmente le extrajo la idea de viajar por el mundo, con un débil deseo de vagar hasta sus confines.

No tendría que tener en cuenta a nadie ni tendría que preocuparse por nada. Al pensar en ello, tuvo tantos renacimientos, pero todos giraron en torno a una persona, sin darle la oportunidad de admirar este gigantesco mundo. ¿No era una gran lástima?

Incluso toda la banda de gente de Nanjiang en la residencia chasqueaba la lengua de asombro. Cuando se trataba de metodología del chamanismo y la cría de criaturas venenosas, los altos funcionarios mimados de la Gran Qing parecían temerosos de algo, por lo que consideraban que ambas cosas eran una práctica monstruosa y extremadamente peligrosa. Nunca habían visto que alguien se apresurara a examinarlas así.

Seguido del hallazgo de Wuxi del principito inocente agazapado en la esquina mientras se miraban mutuamente (por un largo rato) con un escorpión venenoso multicolor y después de tratar de extender la mano y atrapar la cola de la cosa porque quería ver cuántos colores tenía en realidad, ya no estuvo seguro de si el tipo era ignorante y valiente o simplemente imprudente.

En el pasado había creído que esta persona era alguien que analizaba detenidamente todo lo que iba a decir y hacer, tal como un adulador malicioso. No se había dado cuenta de que, al llegar a conocerlo bien, Jing Qi en realidad sería tan despistado, desenfrenado e impulsivo.

No era sorprendente que hubiera escuchado a la gente decir que el emperador de la Gran Qing lo favorecía, ya que el anciano y el joven eran melodías realmente diferentes tocadas con el mismo nivel de habilidad.

De ahí en adelante, siempre que el príncipe Nan'ning los honraba con su presencia, toda la residencia tenía la considerable sensación de que se enfrentaban a un gran adversario. Después de todo, el señorcito podría ser etiquetado como el único amigo que su propio amo taciturno ha tenido durante todos estos años y nunca podrían permitirle meterse en verdaderos problemas, menos que muriera aquí debido a su propia curiosidad.

Al llegar a la residencia de Wuxi en este día, Jing Qi descubrió que no había atmósfera de Año Nuevo, todo estaba igual que antes. La pequeña marta agachada junta a la puerta ya se había familiarizado con su rostro, y cuando escuchó una conmoción, levantó la cabeza para mirarlo con sus ojitos. Después no le prestó más atención, se dio la vuelta y le dirigió solo el trasero.

Le picó el corazón. Jing Qi tomó un palito y lo usó para fastidiarla. La marta recordó que su amo la había regañado cuando intentó morder a este tipo la última vez, por lo que ahora no se atrevía a prestarle atención al desastre andante. Simplemente ladeó la cabeza para mirarlo con desdén, le dio la espalda y expuso las ancas mientras se apartaba. Jing Qi era implacable y siguió picándola hasta que la marta decidió que esquivar era demasiado problemático. Se dio a la fuga, saltó un par de veces y se fue directo a los brazos de una persona, hundiendo profunda y agraviadamente la cabeza y solo exponiendo su cola al mundo exterior, poniendo todo fuera de vista y preocupación.

Wuxi había escuchado la noticia de su llegada, por lo que respondió, salió a saludarlo y fue recibido de frontón por la vista de la marta que había criado lanzándose a su abrazo como si huyera por su vida. —No la molestes —dijo con un poco de impotencia—, sus dientes tienen veneno. El nuevo antídoto aún no se destila.

Jing Qi se rio, "jeje". Lanzó el palito, se levantó y se quitó el polvo de encima. —Me gustó apenas la vi. ¿Qué tal si me la entregas para que me la quede por unos días?

La pequeña marta asomó la cabeza para lanzarle una mirada y la volvió a enterrar en los brazos de Wuxi, mostrándole el trasero. Jing Qi se frotó el mentón con cierta incomodidad.

—Parece que no le agradas —dijo Wuxi, honesta y francamente.

Jing Qi chasqueó la lengua, siguiendo a Wuxi a la residencia y hablando mientras caminaba. —Es Año Nuevo, ¿cómo es que no tienes actividad aquí? ¿Nanjiang no tiene?

Wuxi hizo una pausa. —Sí tiene.

Jing Qi se sobresaltó. Inclinando la cabeza para mirarlo, vio a Wuxi frotando el pelaje de la marta con ambas manos, con una expresión algo desoladora en sus ojos, y comprendió lo que quiso decir. El Año Nuevo se debía celebrar con la familia, pero si la persona se encontraba flotando lejos de casa sin ningún pariente a la vista, ¿qué importaba? Gente siendo fastidiosa, solo de eso se trataba, y solo contribuía a la tremenda soledad que sentía.

Este niño... no era grande, pero sus pensamientos eran extraordinariamente solemnes. Jing Qi estiró la mano y le palmeó el brazo. El día era frío, y aunque la pequeña víbora verde estaba un poco somnolienta debido al calor del cuerpo humano, las vibraciones que provocó la despertaron. Asomó la cabeza para mirarlo ferozmente por un momento, moviendo su lengua hacia afuera como si de una amenaza se tratara. Después le dio frío y regresó.

—Un festival de templos comenzará el día de Año Nuevo en la capital y no habrá toque de queda en la víspera —explicó Jing Qi—. Los plebeyos celebrarán toda la noche. Has estado aquí durante muchos años y nunca has ido a uno, ¿verdad? Te llevaré a ampliar tus horizontes este año.