Capítulo 62

Cuando desperté, mi entorno estaba pintado de oscuridad. Me encontraba acostado en una cama y mis manos colgaban sobre mi cabeza, esposadas, con mi cuerpo despojado de cualquier ropa. Esto hizo que se me enfriara la sangre e inmediatamente comencé a forcejear.

Entonces, noté que todo estaba extremadamente silencioso, sin siquiera las voces de alguien. Rhine no estaba aquí y mi cuerpo no sentía nada fuera de lo común, lo que sirvió como prueba de que no me agredió sexualmente cuando me desmayé. O quizás realmente fue el campo magnético de Agares lo que me protegió.

Después de parpadear un par de veces, mi visión nocturna se activó poco a poco y pude ver mejor mis alrededores. Me encontraba en una habitación que no era ni muy grande ni muy pequeña, y colgadas en la pared había algunas armas de fuego junto con uniformes militares. Sobre la mesa, he ahí un telescopio y una brújula. Este probablemente era el camarote de descanso de Rhine.

El aire del camarote estaba impregnado de un fuerte olor a tabaco y alcohol, y solo pensar en lo que Rhine quería hacerme mientras me mantenía prisionero aquí me hizo sentir muy mal del estómago. Mi líquido gástrico se batió por dentro y me dieron ganas de vomitar, incluso la respiración se había vuelto difícil. Todo lo que sucedió antes me tomó desprevenido cual explosión pirotécnica en mi corteza cerebral. Apreté el puño y tiré de las esposas metálicas que aprisionaban mis muñecas en un intento de abrirlas, pero lo que obtuve fue un dolor agudo en la muñeca y el nítido traqueteo de los metales. Sin embargo, me tranquilicé rápidamente.

No podía hacer más movimientos para no llamar la atención de Rhine. Miré alrededor del camarote y descubrí que había una ventana al lado de la cama. El cielo ya se había oscurecido y podía ver las luces intermitentes de los barcos vecinos, junto con las figuras de personal armado haciendo sus rondas de patrullaje. Tengo que encontrar la manera de salir de aquí, esperar hasta el momento en que la gente esté más cansada e intentar escurrirme por esta ventana.

Cuando pensé esto, levanté mi pierna e intenté abrir la ventana con golpes del talón, pero sentí que mis piernas estaban bastante flácidas. No podía levantarlas en absoluto, y lo mismo pasaba con mi cintura. Parecía ser un signo de parálisis.

No pude evitar recordar ese pinchazo en mi cuello que me hizo perder el conocimiento: la anestesia que se inyectó en mi sangre todavía estaba presente. Es posible que necesite unas horas antes de que mi cuerpo pueda recuperar una pizca de fuerza, ¡pero quién sabe cuánto duraría la anestesia! ¡¿De medio día a uno completo?! No podía esperar tanto, tengo que hacer que los efectos de la medicina se desvanezcan rápido. Tengo que acelerar el metabolismo de mi cuerpo haciéndome excretar o sudar.

¡Al diablo con eso, no quiero cagarme ni orinarme en la cama! Eso significa que solo puedo hacer lo último: hacerme sudar. Mi mente nadó instintivamente hacia Agares como un pez que salta al mar. Esto era porque, de hecho, cada vez que pensaba en algunas cosas respecto a Agares, era la forma más rápida de que mi cuerpo sudara profusamente.

Así es, "algunas cosas".

Dios sabe cómo no debería estar recordando esas malditas cosas en la situación en la que me encontraba, pero era lo único que podía hacer: la estimulación física siempre es más rápida que cualquier dolor o miedo, lo que hace que la adrenalina aumente más rápido.

En silencio, me acosté en la cama con los ojos cerrados. Respiré hondo y exhalé, separando los labios como si estuviera esperando un beso. Me imaginé a Agares inclinado sobre mí, contemplándome en la oscuridad, lamiendo y chupando mi cuello y mi manzana de Adán, los lugares más sensibles. Esto aceleró casi inmediatamente mi respiración, y mientras mi cuerpo se calentaba, inconscientemente separé un poco las piernas, dejando que esa cola de pez suave, gruesa e imaginaria frotara el interior del muslo, y luego profundicé el vínculo con él.

Quizás Rhine tenía razón, Agares me había follado más allá de la adicción. ¡Ni siquiera yo me di cuenta!

Mi cosita colgante rápidamente se estremeció y endureció, el sudor se escurrió lentamente por mi espalda. ¡Maldita sea, un poco más de sudor, solo un poco más! Traté de reunir un poco de fuerza para girar las muñecas y doblar las rodillas para patear la ventana.

Solo podía dislocarme primero, de esa manera podría liberarme de estas esposas, pero pude sentir el músculo de mi brazo temblar, lo mismo en mis piernas. Esta cantidad de sudor estaba lejos de ser suficiente, tengo que sudar como si hubiera corrido una maratón de 100 metros, solo entonces será suficiente. Si mis dos manos pudieran moverse libremente, así tal vez podría lograrlo, pero desafortunadamente, solo podía confiar en mi imaginación mientras me atormentaba.

—Agares... —apreté mi puño, sin darme cuenta de que lo llamaba desde el fondo de mi corazón. Cerré los ojos una vez más, deseando recordar esas escenas, e inclusive comencé a imitar la frecuencia rítmica de mis nalgas en la cama cuando nos combinábamos firmemente, y poco a poco, mi sudor empapó las sábanas.

No sabía si el vínculo que teníamos con Agares le permitiría sentir esto, pero de ser así, realmente se excitaría con el estado en el que me encontraba ahora.

Tratar de entender su razonamiento en este momento es realmente vergonzoso para mí, pues parecía que estaba creando un Agares en mi mente donde en sus ojos, me veía a mí mismo. Supongo que, en su corazón, por mí, Agares puede tener sentimientos similares al complejo de Adán. Me permitió tomar sus genes para echar raíces y brotar, luego me acompañó personalmente durante mi niñez vulnerable, y después de unos años, me cosechó como una fruta madura. Ahora, con el poco de éxito que penetró mi corazón, ello me había imposibilitado el escape y solo podía perderme en su cálido abrazo.

Fue en este momento que comprendí instantáneamente lo que Agares pudo haber sentido la "primera" vez que nos encontramos.

Tal vez, mis acciones cuando me comuniqué por primera vez con Agares–o eso pensé–le hicieron verme como ese pequeñín que crio, pero que no lo recuerda. Sin embargo, lo seduje inconscientemente una y otra vez, hasta el punto de querer estúpidamente una muestra de su semen.

Especialmente cuando estaba en el punto máximo de su celo.

Ahora, rememorando la ocasión en el laboratorio de aguas profundas, cuando descubrí a Agares espiándome desde el piso de cristal, me había quitado toda la ropa y dicho que era un hombre. Agares probablemente encontró ese momento tanto hilarante como emocionante.

Dios mío, hasta ahora no me había dado cuenta de que había estado jugando con fuego y me había quemado.

Después de todo, ¿cómo se suponía que iba a estar al tanto de todo cuando Agares había sido borrado de mi mente?

Justo cuando estaba recordando todos estos abundantes recuerdos mientras me sentía un poco enfadado, de repente, una corriente eléctrica me recorrió el pescuezo, sobresaltándome. Esta sensación era algo que ya había experimentado antes, algo que suele ocurrir justo antes de que mi cuerpo entre en la etapa de mutación. Mi celo se acercaba, y tal vez yo mismo lo adelanté. ¡No, maldita sea! ¡No empieces ahora!

¡Mierda!

Oré frenéticamente en mi corazón, mas mi cuerpo simplemente no me hizo caso y se levantó como lo había hecho la última vez, y fue incluso más brusco en comparación. Sin saberlo, mi cuerpo ya estaba empapado de sudor, y debido a la estimulación, comenzó a recuperar su fuerza.

Admito que este giro de los acontecimientos fue malo, pero también bueno. Apreté la mandíbula y luché contra el deseo intenso y persistente que me consumía cual agujero negro, concentrándome en dislocarme. Este proceso sería sin duda horroroso, pero era mi único medio de libertad. Acerque el pulgar al centro de mi palma, junte los dedos de los pies para aumentar la fricción con la cama y, con todas mis fuerzas, jalé violentamente de las esposas que colgaban sobre mi cabeza, golpeando la pequeña parte metálica circular en el lugar que conectaba mi índice y pulgar. Sentí como si un martillo me aplastara los dedos, el dolor agudo casi me desmayó, pero de inmediato pude escuchar el sonido de mis huesos dislocándose con un crujido sofocado...

La base de mi pulgar se torció en un ángulo anormal, doblada hacia mi palma. La membrana palmeada que creció entre mis dedos colgó lastimeramente en el dorso de mi mano como una pata de cocodrilo arrugada, oh, o tal vez una pata de cocodrilo asado de Orleans, ya que mi mano se había puesto extremadamente roja.

Mi boca no pudo evitar estirarse en una enorme sonrisa, mis músculos faciales crispándose, incluso cuando lágrimas de dolor se resbalaban silenciosamente por mis ojos. Si alguien viera mi expresión facial, se impactaría a muerte, ya que mi rostro sonriente era definitivamente mucho más feo que el de un fantasma malicioso.

Lo que me hizo aún más feliz fue que mi celo había terminado prematuramente debido al dolor. Aunque puede ser solo temporal, al menos no me atormentaría durante toda la noche como la última vez.

Después de sacar con cuidado mi mano de las esposas, respiré hondo a modo de preparación y volví a presionar mi pulgar contra la tabla de la cama para devolverlo a su estado original. El dolor esta vez fue aún peor que cuando lo disloqué, mordí la sábana prácticamente chillando miserablemente. El dolor retrajo mis lágrimas y gotas de sudor chorreando de mi cara las reemplazaron.

¡Maldita sea, el hecho de que estoy sudando la cantidad justa que necesitaba antes! ¡Joder, joder, joder!

En mi corazón, maldije al dios que estaba jugando conmigo. Sacudí mis manos hinchadas y rojas, sintiéndome afortunado de que no se hubieran estropeado por completo y solté un largo suspiro de alivio. Cuando estaba a punto de levantarme, la puerta del camarote detrás de mí se abrió con un ruido que me sobresaltó, haciendo que mi corazón gritara por la terrible suerte.

Al girarme, inesperadamente, vi a Rhine entrar por la puerta. Sin embargo, rápidamente la cerró con seguro una vez que sus ojos se encontraron con los míos.

—¿Qué ocurre, Desharow? Tus ojos, tus orejas... ¿Cómo sucedió esto? —Para mi sorpresa, Rhine no se preocupó por mi escape, sino que abrió los ojos de par en par mientras me escudriñaba la cara. Miré hacia la ventana a mi izquierda, la luz rebotaba en el cristal y reflejaba mi apariencia... Mis pupilas emitían un tenue brillo en la oscuridad, y en mis orejas habían brotado dos delgadas "alas", similares a las de Agares.

Con rigidez, levanté mis manos para tocarme la cara, pero antes de que mi mano hiciera contacto, por el reflejo vislumbré la mano de Rhine metiéndose en su cintura. Quizás quería sacar algo para someterme. Una alarma se disparó inmediatamente en mi corazón, y cuando se arrojó ágilmente hacia mí, me precipité rápidamente al otro extremo de la cama, viendo que su mano sostenía una jeringa.