Capítulo 53

Mi visión se puso borrosa, como obstruida por una fuerza magnética especial. No podía ver nada a mi alrededor excepto el contorno de Agares ante mí. Era como si el mundo no contuviera nada, y la única existencia verdadera y real... fuera él. Casi pensé que estaba dentro de un sueño velado y comencé a dudar de dónde me encontraba.

Sin embargo, podía escuchar claramente los gritos entusiasmados y bajos de los tritones a mi alrededor, como si se estuvieran susurrando entre sí, esperando con ansias nuestro espectáculo apetitoso y exquisito. Incluso podía escuchar los fuertes alaridos de Rhine desde arriba, dejándome con un pequeño rastro de conciencia y embarazo.

—Deja que me vaya... de este lugar.

Sentía que me ardían las mejillas por la sangre urente que fluía acaloradamente en ellas, y ni siquiera mi boca me hacía caso. Solo pude apoyarme en el recodo de los brazos de Agares, jadeando fuerte y desordenadamente, en todo momento incapaz de desviar mi mirada de su cuerpo. Ese cuerpo fuerte, al alcance de mi mano, estaba lleno de gotas de agua que chorreaban por su pecho relajado y tonificado, así como por sus músculos abdominales. Una por una, goteaban sobre mí, como si fueran una especie de catalizador que hacía que cada uno de mis poros se expandiera, exigiendo con anhelo el toque y el beso de Agares.

No puedo permitir que me vuelva a invadir. No quiero ser marcado en público y, sobre todo, ¡no quiero transformarme en un tritón!

En medio de toda la confusión y el vahído, estos eran los últimos pensamientos que me quedaban y que me hacían tratar de resistir las violentas olas de deseo que se avecinaban. Agares acarició suavemente mi espalda con una de sus garras palmeadas posicionada allí, y ello causó que mi cuerpo severamente sensible temblara por doquier. Mi pene ya se había levantado mucho, y la pequeña parte entre mis muslos se sentía mojada y pegajosa. El deseo burbujeante en mi interior quería explotar desesperadamente. Mi boca también se había secado mucho, pero mi garganta secretaba tanta saliva, como la garganta de una persona famélica, y emitía un sonido de deglución anhelante, pero insatisfecho.

Mi entrada trasera era como una boca sedienta, contrayéndose y tensándose, lo que al mismo tiempo despertaba un deseo suave y prurito. Tuve que juntar las piernas para cubrir ese momento embarazoso.

Y el iniciador de todo esto claramente sabía lo que yo deseaba.

Agares bajó la cabeza y me miró intensamente. Interpreté la lujuria turbulenta en sus pupilas angostas y profundas, y me impactó notar que también había una determinación mortal en su interior. No sé cómo llegué a esta conjetura, pero, con total seguridad, se podía decir que su estado actual es tranquilo, como si estuviera llevando a cabo una decisión bien pensada. Este tipo de mirada significativa me hizo sentir aún más avergonzado, pues era como contarle alegremente a otra persona una broma sucia, pero que la contraparte permaneciera calma y controlada.

Además, esta "contraparte" fue, alguna vez, una bestia salvaje carente de racionalidad debido a su celo. Pero ahora, en comparación, yo soy más como una bestia salvaje, una hembra encima, como un coqueto gato salvaje que flirtea por ahí. ¡Maldición! ¡Esta debe ser una de esas señales de advertencia antes de convertirse en tritón!

Agares no solo quería follarme aquí por puro instinto, sino que simplemente quería que su gente viera que me estaba volviendo suyo, y todo esto para ponerme una marca protectora. Aun así, maldición, no quería este tipo de marca. ¡Solo quería irme rápido de este espantoso lugar!

Quería cerrar los ojos para escapar al menos mentalmente de todo esto, pero un cierto par de pupilas brillantes y cautivadoras parecían haberme atrapado en su interior. A través de los ojos de Agares, vi mi apariencia: lo contemplaba con una mirada significativa, aunque borrosa; mi flequillo mojado estaba apelmazado a mi frente, y mis acezos y jadeos desordenados se escapaban de mi boca entreabierta. Lucía como si no pudiera rehusar mi deseo, como si le estuviera dando la bienvenida y llamara su violación despiadada.

¡Diablos, no quería ni siquiera revelar semejante expresión! Sin embargo, no podía controlarme, porque, ahora mismo, Agares era precisamente como un fuerte imán que atraía mi propia existencia. Mi cuerpo quería ansiosamente que Agares se satisficiera. Mi fuerza de voluntad se estaba derrumbando rápidamente, y había un volcán oculto dentro de mí que estaba listo para entrar en erupción.

Mi cuerpo bullía, era insoportable, así que Agares forzó su cola fría, resbaladiza y mojada entre mis piernas. Me apreté instintivamente sobre ella para aliviar esa parte acaloradamente consternada en la mitad inferior de mi cuerpo. No pude evitar frotarme contra esas escamas pequeñas y compactas, lo que creó un placer inefable que provocó que mi respiración fuera más acelerada y pesada. De repente, mi cintura fue levantada y las dos garras palmeadas de Agares abrieron mis dos nalgas redondas. Su pilar ya peligrosamente duro entonces se presionó entre mis piernas, seguido de un gruñido bajo y ronco.

De repente, a mi alrededor, una serie de gritos agudos sonó en respuesta, pareciéndose a los ruidosos vítores de una gran boda.

Si lo de ahora realmente fuera la boda de un sirenio, entonces incluso la luna de miel también estaba siendo observada por incontables otros ojos. ¡Así de miserable era yo! Estas voces terminaron regresándome a mi última racionalidad moribunda que el deseo abrumador que sentí hace una fracción de segundo casi quemó. Usé mis dos manos débiles para sujetar el cuello de Agares.

—Mierda, aquí no... ¡Bastardo!

Me encogí en su sombra mientras lo regañaba, aturdido. La voz que se desbordó de mis labios sonó bastante ronca y suave, e incluso las manos apretadas alrededor de su cuello terminaron deslizándose flácidamente, como si le estuviera tocando el pecho íntimamente.

Las garras palmeadas de Agares me tocaron la mejilla. Sus ojos eran profundos, más que nunca, como un agujero negro que podría tragarme. Entonces, de repente, mi visión se oscureció cuando me besó fuertemente. Su órgano sexual se frotó contra el interior de mi muslo, y parecía que la punta hinchada en cualquier momento iba a entrar en mi territorio.

La lujuria en mi cuerpo alcanzó su punto máximo, los músculos en la raíz de mis piernas se contrajeron obscenamente. No pude evitar cerrar los ojos, y debido al deseo, mi garganta secretaba saliva sin cesar, produciendo gemidos roncos resueltamente.

¡Bang!

De repente, este mundo caótico se destrozó cual cristal. Abrí inmediatamente los ojos solo para ver que todo el cuerpo de Agares se sobresaltaba hacia arriba, antes de llevarme a su abrazo y escurrirnos en el agua en un santiamén.

¡De un rápido vistazo hacia atrás, al instante noté la cara de Rhine y el cañón negro que apuntaba directamente a la cola de Agares, el gatillo apretándose rotundamente una y otra vez! En una fracción de segundo, la cúpula abierta se llenó de ruidosas salpicaduras, y en medio de todo el caos, solo sentí que Agares me abrazaba de cerca mientras nos hundíamos. Luego nos escondimos rápidamente en un oscuro agujero submarino que estaba debajo de la cúpula. El lugar era bastante estrecho. Tuve que ensillarme sobre la cola de pez de Agares–que estaba enrollada en una bola grumosa–y enfrentarlo hasta que las puntas de nuestras narices se tocaron.

En este momento, todos los sirenios de afuera parecían haber huido, dejándonos solos a Agares y a mí. El espacio apartado me relajó instantáneamente, pero también había intensificado los movimientos coquetos de nuestros cuerpos. No pude evitar tragar, aferrándome más fuerte a la cola de pez debajo de mí.

Agares, sin embargo, estaba mirando por el agujero con vigilancia. La comisura interna de sus ojos y las puntas de sus cejas estaban casi solidificadas, manchando un color feroz en su rostro. Cuando vi un proyectil de bala flotando en mi vista, de repente me di cuenta de que fue alcanzado por una bala. La sangre azul que fluía transportaba un fuerte aroma hormonal, el cual se infiltró en mi nariz y, como un detonador en funcionamiento, una creciente sensación de ardor se encendió en llamas. Ese deseo acrecentado explotó dentro de mi cuerpo, arrasando con mi último rastro de raciocinio.

No quiero convertirme en un tritón, pero maldición... ya no puedo soportarlo más.

Este alarido apenado se desvaneció lentamente de mi mente. Mis manos tomaron la iniciativa, rodeando el cuello de Agares. Torpe e impacientemente, lamí su herida, chupando su sangre como un famélico vampiro recién nacido. La sangre de Agares era como un buen vino, exudaba una deliciosa fragancia que me dejó intoxicado y borracho una vez que la tragué. Hizo que cada célula de mi cuerpo se hinchara y fermentara. No pude evitar convertirme en un inquieto gato callejero con emociones desenfrenadas tras acercarme a la fuente de mi adicción: su cuello.

Al principio, solo saqué la lengua y le di una pequeña lamida, pero luego, poco después no pude evitar obtener otra lamida más grande. Agares no se movió nada bajo mi acoso, como una estatua de piedra. Era como si todavía estuviera en guardia. Su órgano sexual erecto también pareció retraerse de vuelta a su membrana cubierta de escamas, hasta que no pude sentir su existencia.

¡Puede que su interés haya sido realmente destruido por Rhine, pero yo todavía estaba en la cima de la locura!

—Agares...

Enterrado en su cuello, murmuré con voz ronca mientras el fondo de mi corazón lloraba histéricamente. ¿Este tipo quería torturarme hasta la muerte a propósito? ¡Mierda, lo que aún no hago es gritarle directamente que me folle!

Levanté la cabeza y lo fulminé con la mirada. Mis ojos estaban mojados y aturullados, y no podía ver nada con claridad. Ni siquiera podía discernir qué expresión estaba haciendo Agares, y solo sabía que me miraba mientras yo jadeaba cual pez moribundo.

Quizás, realmente había perdido interés, o quizás quería castigarme por escapar a sus espaldas, o estaba esperando que yo lo satisficiera activamente a él. Pero, sin importar qué diablos pensara en esa cabeza de pez suya, yo solo sabía que iba a colapsar. ¡Y si no tenía sexo con él, de verdad que me desmoronaría!

Un impulso instintivo estalló desde mis nervios hasta la yema de mis dedos. Cerré los ojos y lo besé con mis labios temblorosos, pero debido a la sangre inquieta que se revolvía continuamente en mi interior, comencé a chupar y mordisquear. Todo el tiempo, Agares permaneció inmóvil.

—Agares, fóllame... —cerré los ojos y froté mis orejas contra su rostro como un gatito domesticado. Sonó como si llorara, y de hecho estaba a punto de largarme a llorar por la tortura de este fuerte impulso y deseo. Me volví a atragantar con las emociones—. No voy a escapar más, perdóname. Solo follar... ¡Ven pronto y hazme tuyo, ven y fóllame hasta la muerte!

Tan pronto como mi voz cayó, el cuerpo de Agares se movió repentinamente. Su pesado cuerpo cayó hacia mí como una montaña que se derrumba, presionándome contra la pared de roca a mis espaldas. Sus garras palmeadas acariciaron mis piernas de abajo hacia arriba, finalmente deteniéndose en mis nalgas para elevarme más lejos del agua. Me recliné contra la pared de roca mientras perdía mi gravedad. Mis dos manos se retuvieron detrás de mí, mis piernas separadas y mis nalgas inclinadas hacia atrás. No se le dio ningún refugio a mi parte privada, levantándose más a la cara de Agares como una ofrenda de sacrificio.

Mis genitales se pusieron aún más rígidos, y el jugo erótico de mi agujero goteó sobre el pecho de Agares. Sin embargo, él solo entornó los ojos y lo miró de manera erótica y fantasiosa, como si disfrutara del paisaje entre mis piernas.

Ya no sentía nada de vergüenza. Simplemente solté un sollozo suplicante y cerré los ojos, abrazando con fuerza su cuello y esperando su intrusión mientras temblaba.

Agares no parecía tener en cuenta mi sufrimiento, y tampoco parecía tener prisa, meramente usando su lengua húmeda y suave para recorrer vulgar y lujuriosamente el largo de mi muslo interno. La respiración húmeda y pesada de Agares acarreó una sucesión de chispas sobre mi ombligo, luego subiendo hasta mi pecho y pezones. Sus labios y dientes mordisquearon mis pequeños y sensibles pezones redondos, lamiéndolos y chupándolos intensamente. Después me mordió muy fuerte, como para estampar su propia marca en ellos, haciendo que los dedos de mis pies se doblaran de dolor. Sus garras palmeadas entonces alcanzaron mi entrepierna y acariciaron mi parte más mortal. De vez en cuando, sus afiladas uñas raspaban la parte más suave y frágil de mis muslos internos, causando una serie de comezón.

La estimulación extrema hizo que los nervios de mi cerebro se tensaran, como una banda de goma que se estira al máximo justo antes de partirse por la mitad. Perdí el control y grité en voz alta, —Uf... Ah... Agares...

De repente, sentí que sus garras palmeadas volvían a levantar mi cuerpo. Cuando se inclinó hacia delante, bajé la cabeza y las lágrimas cayeron de mi rostro al suyo, y pronto mi vista por fin se aclaró. Vi que estaba casi arrodillado sobre su pecho, mi inclinado órgano sexual cerca de su cara. Mientras culebreaba por mi cuerpo, el líquido secretado de mi punta había caído junto al puente de la nariz de Agares. Sus labios se curvaron ante esto, el líquido arrastrándose hacia su afilado mentón. Con voracidad y como si saboreara miel, usó su lengua para lamerlo a su boca, sus ojos oscuros devolviéndome la mirada, como pidiendo más.

—Desharow... no puedes dejarme... jamás.

Murmuró la oración palabra por palabra, su aliento irregular como una violenta brisa marina soplándose en mi cara. Sus pupilas oscuras estaban contraídas, asemejándose a una flecha que podría perforarme el corazón. Sus labios avanzaron para bloquear mi respiración rápida y desordenada, mientras que, al mismo tiempo, sus garras palmeadas sostuvieron mi cintura firmemente en su lugar, dando una sola embestida hacia arriba.

El instrumento sexual incomparablemente grueso, como una bala, se disparó contra mis nalgas; los enormes sacos chocaron contra mi cadera, creando un lascivo sonido de palmada. Me estremecí con sensibilidad y casi me derrumbé encima de él, desmayándome en el lugar. Mi grito quedó atorado en mi garganta y solo un gemido ronco y burdo salió de mí.

Mi agujero trasero era como un pez hambriento que de repente había conseguido comida, contrayéndose vigorosamente. La secreción pegajosa dentro de mis nalgas se escurrió más de lo que había salido del frente, y como una boca inflada, mi borde succionó el enorme objeto de Agares hasta el punto de que incluso sentí que mi cuerpo se lo tragaba a toda prisa. Esto excitó a Agares, por lo que soltó un gemido ronco en tanto susurraba suavemente en mi oído, —Tú... me deseas...

Ni siquiera pude decir una sola palabra decente en respuesta, y con la lujuria enloqueciéndome, ello me obligó a morderle la oreja. Mi cintura comenzó a contonearse temerariamente, pero antes de que pudiera buscar la sensación que quería, las garras palmeadas en mis nalgas de repente empujaron mi cintura hacia su duro abdomen, lo que provocó que el gran órgano sexual de Agares saliera. Esta acción hizo que la raíz de mi pierna temblara como si sufriera un calambre. Mientras mis lágrimas goteaban sin cesar sobre su cuello, Agares una vez más me apuñaló feroz y directamente, comenzando así esta dinámica lluvia de embestidas fieras. Una presión explosiva se precipitó de inmediato a toda mi cabeza: pensé que me iban a follar hasta ver el cielo. Suspendido en el aire, me estaban haciendo el amor exquisitamente, y no podía abstenerme de gritar.

Nunca he experimentado un deseo tan fuerte. Es como si mi alma se hubiera partido en dos, una mitad todavía estaba dentro del cascarón de mi cuerpo, mientras que Agares se había llevado la otra. Solo combinándome completamente con él podría llenar ese gran vacío que faltaba, y en este momento, aún no era suficiente. Anhelaba que me invadiera con más rapidez y ferocidad, hasta que llenara el agujero vacío en mi cuerpo. —Agares... Agares... Ah... Aha...

Cerré los ojos y lancé el cuello hacia atrás. Sentí que todo mi ser iba a caer en un agujero negro sin fondo mientras exclamaba repetidamente su nombre. Cuanto más violenta era cada embestida, más fuerte gemía. Montando su cola de pez que se sacudía velozmente, mi parte inferior del cuerpo se había ensanchado en demasía.

Agares también parecía estar disfrutando del placer de atacarme, haciendo que me rindiera, como si realmente tuviera esa otra mitad de mi alma. El sudor rodaba silenciosamente por mi cuerpo, fusionándose con el sudor que provenía de Agares, el cual goteaba mientras estaba arriba mío. La sangre en todo mi cuerpo se unió en la zona donde Agares y yo estábamos conectados, y en el punto máximo de su placer, ningún sonido se pudo pronunciar. Su órgano sexual se precipitaba adentro y afuera de mi cuerpo, alejándose e insertándose profundamente, clavándose en mí como una cuña. Sus labios causaban estragos en todo mi cuerpo, dejando atrás rastros de marcas de mordiscos. Agares entonces soltó un rugido bajo y primitivo, enviándome directamente a una cúspide interminable.

Ni siquiera pude descifrar cuántos orgasmos tuve tras ser follado por él hasta el punto en que mi pene ya no pudo disparar nada. Sentía que todo mi cuerpo estaba completamente seco. El lujurioso incendio en mi cuerpo finalmente se alivió, y solo entonces sentí que Agares, de golpe, se venía dentro de mí. Fue un fuerte chorro ondeante, como si fuera un paciente enfermo que había estado aguantando su hambre y sed durante tantos años. Después de su convulsión final, me abrazó, llevándonos a los dos a derrumbarnos contra la pared de roca, jadeando y resollando debido al cansancio total, sumergidos.