Capítulo 5

Esperé a que su respiración se calmara, y después de que estuviera en un estado paralizado, solo entonces me atreví a estirar mi mano hacia la caja de medicina arrojada a un lado. Encontré el desinfectante, limpié y examiné su herida.

La herida en el hombro del tritón era muy grande, y los músculos expuestos estaban cubiertos de mucosa translúcida, lo que impedía eficazmente la pérdida de sangre, pero desafortunadamente también retrasaba su curación. Además, se encontró un extraño bulto debajo de la membrana. Lo anestesié con cuidado y corté suavemente la mucosa. Como era de esperar, había sacado un diente de tiburón roto de su herida: era de la mitad del tamaño de mi uña del pulgar y los bordes estaban irregulares.

Esa cosa le pertenecía a un tiburón tigre adulto. El tritón debe haber tenido un encuentro violento con un tiburón tigre adulto ayer o hace un par de horas. A juzgar por su estado de salud actual y la gravedad del diente de tiburón roto, el destino de este tiburón debe haber sido mucho más trágico que el del propio tritón.

O tal vez...

Para verificar mi suposición, no pude evitar palpar alrededor del estómago del tritón. Efectivamente, estaba lleno y abultado, la comida aún no se digería. Podría haber estado compitiendo con ese tiburón por comida, o ese mismo tiburón era su presa.

Maravillado, no pude evitar chasquear la lengua ante el poder de ataque del tritón, imaginándolo luchando con tiburones en las profundidades del mar. Debe ser una escena muy emocionante.

El tritón no sabía lo que estaba pensando en ese momento, solo entrecerró los ojos y permaneció en silencio, observando cada uno de mis movimientos como un atento espectador. Levantando levemente una ceja, bajó la mirada a mi mano sobre su estómago y reveló una expresión interesante.

Como si solo viera todo lo que hacía por él como nada más que una especie de broma.

Esa idea me hizo sentir una fuerte sensación de malestar, así que aparté rápidamente mi mano para coser su herida. Sin embargo, mi muñeca fue firmemente agarrada por otra de sus garras palmeadas.

De inmediato tomé la pistola de anestesia y se la puse en la frente como advertencia. El tritón levantó los párpados y miró el cañón de mi arma, al parecer despreocupado, ni temeroso ni mostrando alguna intención de contraatacar. Seguía holgazaneando perezosamente en el suelo como una foca bajo el sol. Incluso la fuerza de su agarre en mi muñeca era muy suave.

Mis nervios tensos se relajaron un poco. El dorso de mi mano fue agarrado por una de las manos húmedas y frías del tritón, mi palma entonces fue presionada contra su músculo duro como piedra y frotada contra su abdomen, causando fricción. Su cola se balanceaba suavemente debajo de mí, aparentemente cómoda. Sus ojos también estaban centrados en mí, parecía haber una corriente submarina oculta en el agua tranquila dentro de sus ojos: estaban esperando algo, implicando algo, como si trataran de expresar una compleja demanda.

Como queríamos entender mejor a los sirenios, estas misteriosas criaturas, bien podríamos tratar de vivir en paz con él a partir de ahora, y quizás funcionaría mejor que tratar de domesticarlo. Pensando en ello de esta manera, cumplí audazmente con su gesto. Sobre su abdomen, abrí tranquilamente la palma de mi mano, acaricié y palpé suavemente a lo largo de su línea muscular, al igual que tratar con gentileza y simpatía a un delfín.

Como había supuesto previamente, la piel del tritón era tan suave y delicada como la seda fina, y mucho más gruesa y elástica que la piel humana. Tocarlo era como tocar a un tiburón tigre gigante que pasaba con la corriente debajo de mi mano. Una vaga emoción se desató inexplicablemente desde el fondo de mi corazón.

El tritón parecía disfrutar del toque humano tanto como los delfines. Movió su delgado y poderoso cuello de una manera satisfecha, la mano que estaba detrás de mi espalda serpenteó alrededor de mi cintura, y de la misma manera que lo hice yo con él, acarició mi espalda con su palma gruesa y satinada. La cola del tritón se dobló debajo de mí con un movimiento de nado, me levantó por las nalgas y las comenzó a mover suavemente contra él.

La incomodidad casi me abrumó en una fracción de segundo.

La vergüenza, el sentimiento de traición a mi moralidad y el miedo invadieron mis nervios al mismo tiempo. No solo tuve la impresión de que estaba teniendo sexo con él, sino también la impresión de haberme convertido en una sirena que estaba siendo abusada por él.

¡Qué clase de experiencia catastrófica es esta!

Mis nervios estaban hechos una bola. Al mismo tiempo, el tritón se acercó aún más, hasta el punto en que podríamos estar moliéndonos entre sí. El aliento caliente de su boca fue exhalado contra mi cuello como un deseo anhelante que invadiría mi cuerpo en cualquier momento, convirtiéndose en una invisible corriente submarina que podría penetrar profundamente mi cuello.

El incontrolable calor escapando de mi cuerpo me hizo voltearme para apoyarme con la cola de pez ubicada debajo de mis nalgas. Él, que era una cabeza más alto que mi figura medio agachada, usó sus brazos para rodearme. Por casualidad lo vi tragar debido al deseo que aún no se había complacido, sus delgados labios abiertos en lo que podría llamarse una sonrisa sexual, pero demoníaca, sus afilados dientes mostrándose.

—A... ga... res...

El tritón me susurró al oído en un gemido bajo, su voz profunda y ronca, asemejándose al sonido de las olas fluyentes que resuenan en las fosas oceánicas del mar profundo.

Esta secuencia de susurros intermitentes me recordó a Agares, el Espíritu de la Lujuria en "Las llaves de Salomón[1]". La voz del tritón también parecía contener una perversa naturaleza de espíritus malignos. Sentí que era hechizado, incluso la fuerza en mi cuello se perdió momentáneamente, permitiendo que con sus labios me mordiera la oreja, dejando que su lengua se enrollara a su alrededor y chupara con avidez.

La secuencia de esos susurros graves aún permanecía en lo profundo de mis tímpanos; mi mente era como un remolino, pesada y mareada, haciendo que me sacudiera y balanceara contra el cuerpo del tritón. Sus afiladas garras palmeadas rasgaron la tela en mi espalda, un escalofrío me recorrió la columna vertebral directo a mi parte inferior del cuerpo, mientras que, al mismo tiempo, la cola de pez húmeda y gruesa se apretaba entre las raíces de mis piernas, separándolas.

En mi embrollado estado mental, era consciente de todo lo que estaba sucediendo, pero aun así era incapaz de resistirme. Como en una pesadilla, todo a nuestro alrededor estaba cubierto con una ilusoria niebla negra, haciendo que el mundo pareciese distorsionado. Solo la lujuria cada vez más intensa debajo de mi abdomen era tan tangible que era irresistible.

Fue cuando estaba perdiendo poco a poco mi conciencia, que de repente escuché un grito en la distancia. —¡Desharow! ¡Desharow!

Los gritos se hacían más claros cuanto más se acercaban, atravesando la niebla y aclarando enseguida mi estado mental. Me desperté abruptamente de mi estado obsesivo, y la presión sobre mi cuerpo de repente se relajó. Antes de que pudiera ver con claridad, el tritón ya se había aupado del suelo y convertido en una delgada sombra oscura. Saltó al tanque de agua y desapareció poco a poco en un grupo de plantas acuáticas.

Pasé uno o dos segundos en pánico, y solo entonces descubrí que no sabía cuándo o por qué mi cuerpo se había empapado, las ropas en mi torso muy rasgadas, ni por qué había un enorme agujero en mi espalda. El agua goteaba gota a gota en charcos debajo de mí.

¿Qué acaba de ocurrir?

Mi cerebro parecía haber sido formateado en una hoja en blanco. Al parecer no podía recordar lo que había sucedido hace unos segundos, solo podía recordarme tratando de obtener el semen del tritón.

Mi intento obviamente no tuvo éxito. Quizás fue mi comportamiento lo que asustó al tritón y lo hizo huir tan rápido.

Miré el agua tranquila, sintiéndome un poco abatido por ese pensamiento.

—Desharow, ¿dónde estás?

¡Esa es la voz de Rhine! Parecía estar en la cubierta sobre mi cabeza. Tan pronto como sentí un extraño entumecimiento en mi cuero cabelludo, fui rápidamente a recoger la dispersa caja de medicina y la cámara Dv antes de salir corriendo de la sentina, preso del pánico.

[1] también llamado Ageres, Agaros, Aguarès o incluso Agaras, es uno de los 72 demonios del Rey Salomón, la clasificación demoníaca aparecida en el grimorio "La llave menor de Salomón".