Capítulo 10

Con esa voz baja resonando en mi oído, me di cuenta de lo que estaba sucediendo como si me despertara de una pesadilla. En un estado de pánico, intenté ponerme de pie, pero mis dos tobillos estaban siendo fuertemente enrollados por la cola de pez del tritón. No solo eso, la extraña fragancia que llenaba mi nariz me dejó sintiéndome débil e impotente, incluso la fuerza para levantarme y escapar había desaparecido.

Esa fuerte, joven y masculina sirena macho estaba en celo conmigo, quería aparearse conmigo.

Cuando el tritón reptó hacia adelante, colocando sus brazos a ambos lados de mi cuerpo, aprisionándome debajo de él, ese tipo de idea se magnificó en mi mente con gran claridad. El sentimiento de vergüenza había eclipsado por completo el miedo, vapuleando fuertemente mis nervios y causando desproporción.

Empujé apuradamente mi codo contra su mentón para evitar que se acercara más, e intenté mantenerme tranquilo y sereno. A pesar de no saber por qué Davis de repente se volvió loco y obedeció la orden del tritón, como el tritón parecía poder hablar español simple, eso demostraba que al menos podía entender palabras sencillas y comprender algunas de las cosas que quiero manifestar. —Escucha Agares, lo entendiste todo mal. No soy...

¡Santo cielo! ¡Desharow, eres tan idiota!

Tan pronto como la palabra salió de mi boca, quise abofetearme la cara con fuerza. Yo, a pesar de todo, me atrevo a soltar en un momento tan frenético esas sílabas que tienen significados especiales. ¡¿Acaso no era eso básicamente responder a su cortejo?!

Como era de esperar, la expresión del tritón se volvió inequívocamente más excitada, incluso estirando la punta escarlata de su lengua y bajando la cabeza para lamer mi muñeca que estaba colocada bajo su mentón. Sus labios se adhirieron a mi hueso pisiforme y comenzaron a chuparlo impetuosamente, como si disfrutara de la delicadeza de la carne y los huesos de su presa, ello haciéndolo parecer más como un demonio lascivo que una bestia salvaje.

—¡Mierda, no hagas esto!

Un incontrolable comentario grosero estalló cuando aparté mi brazo como si hubiera sido electrocutado, e inmediatamente usé mi palma para empujar con todas mis fuerzas el pecho del tritón. Sin embargo, se sintió como si estuviera tocando una roca dura y mojada, mi mano resbalándose cada vez que empujaba. Entonces, de repente, mis dos manos fueron fuertemente asidas en una de las garras del tritón mientras la otra se envolvía alrededor de mi nuca, subiendo un poco mi torso. Esto le permitió bajar la cabeza y olisquear mi cuello un par de veces antes de, con su lengua, seguir lamiendo hacia arriba.

—¡No, bestia loca! ¡Soy hombre!

Forcejeé por apartar mi cara y evitar sus inminentes labios, pero mi cuerpo parecía estar bajo el control de alguna clase de fuerza oculta, incapaz de moverse hasta el punto de volverse suave y deshuesado. En ese momento, me sentí más como un tritón que él, paralizado y deshidratado mientras yacía débilmente en la seca tierra firme.

Era un sentimiento absolutamente terrible. Definitivamente es una experiencia más devastadora que ser amedrentado por soldados de alto rango cuando ingresas al servicio militar. ¡No quiero ser como una mujer que se acostaría por voluntad propia debajo de cualquiera!

Sin embargo, lo que dije fue obviamente inútil contra el tritón muy motivado sexualmente, Agares, y no pude hacer nada más que soltar unas cuantas maldiciones inútiles.

Agares sonrió levemente mientras me observaba, su sobresaliente manzana de Adán subiendo y bajando en su garganta una vez. La deglución de su saliva reverberó ruidosamente, como si estuviera extremadamente hambriento, sus profundas pupilas resonando con un brillo aterrador y llenas de deseos lujuriosos.

Demonio lascivo. En mi caótico estado mental, pensé en esta palabra una vez más.

Perdóname por describir así a esta especie mística. Aunque el tritón tiene un rostro guapo y encantador, su expresión era más erótica que cualquiera de los protagonistas masculinos que he visto en películas porno. Desnudo con una bestialidad brutal e indisimulada. Si una persona con un comportamiento como el suyo apareciera entre los humanos, simplemente sospecharía que era un adicto al sexo y que ni siquiera un intenso revolcón de un día entero sería suficiente para satisfacerlo.

Además, sentí claramente que su grueso órgano sexual en su membrana escamosa subabdominal brotaba de su cuerpo, ahora frotándose inquietamente contra la raíz de mis piernas y creando fricción. ¡Este punto máximo de deseo sexual estaba a punto de ser descargado en mí!

Si me hubiera dado cuenta antes de que el tritón estaba en celo, nunca me le habría acercado precipitadamente. ¡Quién puede venir y salvarme!

Grité en mi corazón. Mi garganta se sentía como si estuviera cerrada, y solo pude decir con voz ronca, —¡Déjame ir! Te lo advierto, estas no son las profundidades del mar, este es un dominio humano. ¡Regresa a tu territorio a cortejar!

—Yo... Agar... es... De... sha... row...

El tritón miró fijamente mi expresión enojada, y respondió colocando sus labios cerca de mi oído, susurrando lentamente y de forma intermitente, al igual que antes. Hubo una profunda y pesada vibración proveniente de su garganta después de eso, y luego un aire caliente y húmedo que salió de su boca se roció sobre mi cuello expuesto, causándome picazón y haciendo que mi cuerpo trepidara. Maldito seas...

¿Cuál es la diferencia entre eso y decir: "Quiero follarte, Desharow"? Esta bestia desvergonzada...

Seguí forcejeando a fin de evadir los labios que se acercaban, pero refrenó mis manos sobre mi cabeza, dejándome incapaz de evitar que su lengua se deslizara por mi oreja para deambular hacia mi sensible manzana de Adán, chupando y mordiendo ansiosamente como si no hubiera un mañana.

La resbaladiza e hirviente lengua chupó obscenamente la perla en mi garganta antes de volver a atacar el lóbulo de mi oreja, dejando mi cerebro flácido y entumecido. Cada centímetro de mi piel que tocaba se sentía como chispas ardientes, abrasándome la piel y quemándola inmediatamente. Incluso la fuerte fragancia flotando en el aire parece estar hundiéndose en mí como una presión baja, induciendo una sensación ferviente e impaciente dentro de mí. Mi cuerpo tembló levemente, —Detén esto, ya no lamas más. ¡No continúes o de lo contrario te mataré!

El tritón levantó la cabeza de mi cuello y me miró con los ojos entornados. Su ceja se levantó muy alto, luciendo casi juguetona y como si sintiera que mi amenaza era meramente una provocación de un niño ignorante a un anciano.

Aspiré una bocanada de aire frío cuando una inquietante premonición surgió desde lo más profundo de mi ser. En el siguiente segundo, mi premonición se confirmó cuando el tritón bajó la cabeza, proyectando una sombra sobre mi rostro, bloqueando la luz mientras algo cálido y suave se presionaba contra mis labios.

El tritón... realmente me estaba besando.

Ese pensamiento me golpeó como un trueno y un rayo. Sin embargo, el almizcle de su cuerpo se zambulló en mi boca y nariz como una poderosa corriente de agua, aparentemente arrasando con mi último rastro de fuerza. Ni siquiera pude apretar los dientes, lo que había permitido que la lengua caliente del tritón entrara sin ningún desafío, frotándose contra mi propia lengua como una serpiente libidinosa que saborea mi boca con avidez.

Toda mi mandíbula inferior se entumeció cuando sentí la mojada saliva chorreando por mi clavícula, formando un hilo de humedad. Siguió el rastro desde la comisura de mi boca, lamiendo todo en mi clavícula. Luego fue a rasgar con los dientes mi pegajosa y empapada ropa de hospital, olfateando mi pecho vacilantemente antes de dejar que el aliento que exhalaba merodeara alrededor de mi pezón.

Elevé mi tembloroso cuello de fideo para mirar mi pecho. El tritón me ojeó a propósito con una expresión petulante, sacando su lengua escarlata para lamer esa cosa inútil en mi pecho. Entonces bajó completamente la cabeza para apretar los labios a su alrededor, y comenzó a chupar ininterrumpidamente con un ligero toque de dientes.

Un entumecimiento eléctrico brotó desde la punta de su lengua. Como una trucha atrapada en una lanza, fui estimulado hasta curvar mi cintura hacia arriba. Levanté el cuello con la intención de gritar, pero mi garganta se desbordaba con vergonzosos gemidos.

Si otros vieran esta escena, podrían pensar que mi apariencia se ve desenfrenada, pero no podía controlar mi propio cuerpo. Nada podía hacer además de cerrar mis párpados con vergüenza.

Justo cuando estaba abandonando mi armadura, la cola de pez dura y húmeda colocada en la parte inferior de mi cuerpo se deslizó fácilmente entre mis piernas, creando un poderoso arco que llenaba el espacio entre la raíz de mi pierna hasta el borde. Su órgano sexual de asombroso tamaño se entrelazó con mi propio fusil de juguete entre la tela y mi entrepierna. Entonces, con ritmo, comenzó a mecer su cola ociosamente contra la hendidura de mis nalgas.