Capítulo 82

Agares extendió los brazos, bloqueando completamente mi ruta de escape. Tenía el pecho hinchado y la espalda ligeramente inclinada hacia atrás. Casi inmediatamente, un peculiar sonido de carne desgarrada resonó de su espalda. Era como si algo estuviera tratando de abrirse y salir de su cuerpo. Yukimura y yo nos quedamos congelados en el lugar debido al impacto al ver el cabello completamente negro de Agares moverse como si fuera algún tipo de organismo vivo, transformándose en una masa de niebla negra. Bailando había varios tentáculos largos y gruesos que parecían anguilas, retorciéndose por su cabello. En un abrir y cerrar de ojos, se lanzaron al agua y se precipitaron en mi dirección.

—¡Cuidado!

Yukimura gritó asustado y blandió sus garras palmeadas para tratar de bloquearlos por mí. Sin embargo, fue despiadadamente apartado por la cola de Agares, haciendo que se estrellara fuertemente contra la pared. Esa afilada cola similar a una hoz se transformó en una sombra e inmediatamente fue a cortar la cabeza de Yukimura. En este momento de vida o muerte, instintivamente corrí a empujarlo sin pensarlo dos veces. Un entumecimiento de aire frío pasó por mi cuero cabelludo y esa cola terminó suspendida por encima de mi espalda, inmóvil.

Yukimura cayó contra la pared de la piscina, con un hilo sangre azul fluyendo por su frente. El rápido y agresivo ataque de Agares había dejado inconsciente a Yukimura.

Lo empujé hasta la esquina de la pared y me giré temblorosamente. La aleta de la cola de Agares estaba muy cerca de mi frente y el extremo puntiagudo rojo escarlata parecía anhelar una masacre sangrienta mientras señalaba en silencio el puente de mi nariz. Contuve la respiración y moví un poco la cabeza de ella, pero ver su rostro me obstaculizó. Aunque Agares me miraba con impavidez, como si se estuviera preguntando cómo abrirme la cabeza, su cola inesperadamente se balanceó lentamente para levantarme el mentón. Su mirada se congregó en mi rostro y entornó los ojos como si estuviera haciendo todo lo posible por identificar y recordar quién diablos era yo.

Esta era una de las muchas veces que pasaba por delante de la muerte, pero, esta vez, la parca era Agares. Podría haberme matado, pero no lo hizo. ¿Eso significaba que incluso en este estado de alienación, todavía conservaba intacta parte de su fuerza de voluntad? Quizás, yo posiblemente podría fortalecer esta voluntad y hacer que luche contra la materia oscura que le posee el cuerpo.

Este pensamiento me llevó a levantar la mano para tocar su cola con cautela, como una persona que intentaba tocar una llama ardiente, y mi mano se arrastró a lo largo de la textura fina y dura de la estructura de sus escamas, lo que hizo que su cola temblara levemente. Sacó la cola del agua y la apoyó en mi pecho. Sus párpados parpadearon una vez y ese par de ojos exánimes pareció volver a cobrar vida.

—¡Vuelve a tu yo normal, Agares! No quieres hacerme daño, ¿verdad?

Un rayo de esperanza se levantó instantáneamente en mi pecho y llamé ansiosamente mientras abrazaba su cola. Sin embargo, en este momento, fue como si se hubiera electrocutado y retiró bruscamente la cola. Los tentáculos negros sumergidos se me abalanzaron de una vez y se enroscaron fuertemente en mis manos y pies, levantándome del agua y trayéndome ante su cuerpo enseguida.

Pude ver un gran bulto notable en la membrana de escamas cerrada y un grupo de órganos sexuales grandes extrañamente formados que había visto antes estalló fuera de su cuerpo. Temblaban amenazantemente, con cada punta exudando yoila negra y tratando impacientemente de meterse entre mis piernas. Era obvio que la materia oscura dentro de Agares lo estaba impulsando a implantar una semilla contaminada dentro de mi cuerpo.

—¡Suéltame! ¡Agares!

Al recordar la horrible experiencia de salir lastimado dos veces, mi único hilo de suerte se rompió en mi cabeza. Me di cuenta de que el Agares en este estado actual simplemente no era el verdadero Agares, por lo que mi prioridad era protegerme a mí mismo primero.

Empecé a patear su cola desgarbadamente mientras lo golpeaba con mi puño cerrado, forzando una brecha entre la cosa en la parte inferior de su cuerpo y yo. Mi repentina explosión de fuerza había llegado al límite, de modo que incluso mi mandíbula estaba castañeteando. A pesar de que sus garras palmeadas inmediatamente atraparon mi tobillo con fuerza, todavía no había habido ninguna invasión.

Esos tentáculos envolvían implacablemente mi cintura, sosteniéndome en el aire. Se escabulleron en mi ropa por las costuras de mis mangas, cuello e incluso por dobladillo de mi camisa, para después descansar cerca de mi pecho como si de una víbora en busca de calor se tratara. Entonces, como si hubiesen encontrado su objetivo, arañaron y frotaron vigorosamente los dos puntos de mi pecho.

—Ah... No...

Cuando mis puntos débiles fueron atacados, me estremecí instantáneamente como si me hubiera impactado una descarga eléctrica y mis piernas no pudieron evitar convertirse en gelatina. En mi momento de laxitud, Agares aprovechó la oportunidad y se escurrió a lo largo de la raíz de mis piernas, atravesando mis pantalones y abriendo los vendajes que cubrían mis heridas. Entre las grietas de mis nalgas, el órgano sexual comenzó a trasladarse hacia adelante y hacia atrás, desmantelando poco a poco las telas apretadas y buscando una entrada que pudiera llegar a mi cuerpo.

Me dolía tanto que mis piernas tiritaban y mis venas sobresalían de mi cuello. Pude sentir el inmenso poder que pertenecía a los sirenios fluyendo como magma en mi sangre, a punto de estallar como un volcán. Uñas afiladas con membranas palmeadas brotaron de mis manos e incluso colmillos se exprimieron de mis encías, presionándose contra mi mandíbula superior e inferior. Cuando Agares abrió mi boca con su lengua, la mordí fuertemente por reflejo y la espesa sangre negra fluyó instantáneamente en mi boca. Por mi negligencia, accidentalmente me la tragué, lo que me hizo atragantarme y me redujo a un ataque de tos.

Pero Agares simplemente profundizó más con su lengua, obligándome a aceptar el beso con mi boca abierta de conmoción. Estaba chupando mi líquido corporal como un vampiro, como si quisiera succionar cada rastro de humedad en mi cuerpo hasta dejarme seco. Forcejee en su contra, en un punto muerto, y mis dedos que estaban adheridos a membranas palmeadas se perforaron en la dura piel de Agares a modo de resistencia. Sin embargo, era como si no lo notara. Ni siquiera se inmutó, sino que su expresión era sombría y helada, a pesar de que claramente estábamos besándonos.

Solo entonces me di cuenta de lo gentil que solía ser Agares conmigo. Incluso cuando estaba en el pináculo de su celo, aun así, no me hacía sentir ningún dolor físico. Pero ahora parecía ser capaz de matarme sin mucha vacilación. La posesividad no significaba nada. Ocupando su cuerpo ahora había un organismo completamente extraño y oscuro. Incluso me sentí horrorizado al creer que ya había perdido a Agares… perdido a quien me había visto como un tesoro desde que era un niño y era la formidable existencia que me amó durante tantos años. Recién me había enamorado de él y ahora tal vez lo pierda tan pronto.

En este momento, escuché la voz de Yukimura flotar en algún lugar desde la distancia. —¡Mátalo! ¡Solo tú puedes hacerlo! ¡Solo el sucesor puede matar al exlíder! ¡Ataca su corazón!

Mi mente pareció haber sido alcanzada por un rayo y mis instintos de supervivencia me hicieron hurgar el pecho de Agares. Mis dedos todavía podían moverse y pude sentir el pulso palpitante del objeto dentro. Tal vez realmente podría matarlo y convertirme en el próximo líder... tal vez el significado detrás de lo que Agares me dijo en el camarote era esto y que estaba bien listo para ello. Pero sabía que no podía lastimar a Agares como Yukimura fatalmente apuñaló a Asura.

Fue en este momento cuando mi cuerpo de repente se sintió ligero: fue Agares quien de repente detuvo su ataque. Un rastro de azul destelló ante mis ojos y solo entonces vi claramente a Yukimura pegándose a Agares. Su cola de pez se enrollaba firmemente alrededor del cuerpo de Agares. Sin embargo, las poderosas garras palmeadas de Agares lo despegaron inmediatamente, agarrando el delgado cuello de Yukimura y estrellándolo despiadadamente contra la piscina de cristal que se destrozó. Un afilado pedazo de cristal roto cortó profundamente el lado de su cuello y se apoyó en el cristal con su último aliento moribundo, con sus labios abriéndose y cerrándose.

—Mátalo... Termina todo de una vez por todas. Esto es algo que yo no pude lograr.

Avancé unos pasos en estado de conmoción, pero Agares volvió a someter mi cuerpo a la fuerza. Solo pude mirar impotente una gran cantidad de sangre azul teñir el cuerpo de Yukimura mientras una hebra de niebla negra emergía de la herida en su cuello, como si tuviera conciencia propia. Flotó entonces hacia la claraboya de la cabina y desapareció en la oscuridad. Sabía que la espora enterrada profundamente dentro del cuerpo de Yukimura probablemente contenía lo último de su aliento y había ido a donde estaba Asura, para finalmente poner fin a medio siglo de amor y odio, para poner fin al eterno arrepentimiento de la separación.

Maldita sea, no me daré por vencido. ¡Definitivamente no aceptaré esta desgracia decretada por el destino! ¡No quiero que Agares termine siendo mi arrepentimiento!

Apreté la mandíbula y de repente mordí firmemente el labio de Agares. Pude escuchar claramente el sonido de la colisión de nuestros caninos cuando nuestros labios se encontraron. Sospeché que casi le arranqué la mitad de la lengua con la mordida. Su brazo se aflojó un poco, por lo que aproveché esta oportunidad para luchar contra él.

No me había dado cuenta de lo asombrosa que era mi fuerza. Cuando Agares trató de forzarme a la sumisión, estrellé mi cuerpo contra el suyo, golpeándolo directamente en el cristal de la piscina. Lo que siguió fue un fuerte crujido y el agua dentro gorgoteó rápidamente, en la que ambos aterrizamos al caer juntos al suelo.

Quedé presionado sobre su cuerpo. Su cabello ennegrecido y grueso se extendió en un gran revoltijo, lo que me permitió ver las circunstancias ocultas detrás...

Un bulto de parásitos que parecían medusas negras se unía a su cuello, o más bien, para ser más precisos, crecía de su cuello. Cuando Agares fue a agarrarme el cuello con sus garras palmeadas, simultáneamente me apresuré a arrodillarme primero sobre su cola y agarré un puñado de esos tentáculos negros que se movían. El líquido caliente y húmedo vino con mi gruñido. —¡Regrésame a Agares, bastardo feo!

—¡Devuélvemelo, devuélvemelo, devuélvemelo! —repetí con los dientes apretados. Mis lágrimas goteaban una a la vez por mi cara justo ante los ojos de Agares, pero él solo me miraba fríamente. La profundidad de sus ojos parecía poder tragarme entero. Me percaté de una repentina comprensión: desde mi nacimiento hasta ahora, todas las lágrimas que había derramado se debían a él. En toda mi vida, jamás había llorado por nadie más, ni siquiera por mí. Pero ahora, mis lágrimas ni siquiera podían conmover a Agares. Así que cuando vaciló hace un momento, ¿fue solo mi imaginación?

Como para probar que lo había sido, la garra palmeada de Agares me estranguló con más vigor. Mi fuerza nunca había sido comparable con Agares. Tenía mi parte inferior del cuerpo presionada sin usar mucha fuerza y su pesada cola se enrollaba firmemente alrededor de mis piernas, suprimiendo todos y cada uno de mis forcejeos. Empecé a sentirme sofocado. La falta de oxígeno me mareaba cada vez más la cabeza y mi visión comenzaba a volverse borrosa.

Dentro del caos de mi fallecimiento inminente, sentí que extendía mis piernas, con un dolor desgarrador proveniente de mi cuello. Era Agares desgarrándome. Quizás estaba pensando en fusionarse conmigo primero y comerme después, usándome como un verdadero alimento, tal como cuando las mantis se aparean. A través de la agonía de la hemorragia, no pude evitar imaginar cómo se vería la cara de Agares después de que volviera en sí y me encontrara muerto y mutilado, acostado en sus manos.

El asunto de la vida y la muerte parecía tener un margen minúsculo de distancia. Incontables luces parpadeantes y sombras pasajeras se desvanecieron tan pronto como aparecieron, y una vez que me di cuenta de las cosas, descubrí que Agares se había ido quién sabe cuándo y las resquebraduras en la pared de la piscina ya no estaban. Los acontecimientos ocurridos hace un momento parecían una mera pesadilla aterradora, solo Yukimura –que había fallecido en silencio mientras estaba acostado en el suelo– era real.

Levanté la mirada. La densa niebla fuera de la ventana ya se había disipado gradualmente y el cielo había regresado a su día encapotado. El golpeteo de la lluvia caía sobre la ventana, como si llorara de congoja.