Capítulo 45

Justo cuando me había acercado al borde de las ruinas en forma de termas romanas, solo entonces me percaté de que estas excesivas paredes de piedra tenían al menos dos metros de altura, tan altas que ni siquiera podía ver la cara de Agares. Tuve que caminar al menos diez metros alrededor de la pared de piedra antes de que pudiera encontrar una pequeña abertura que me permitiera escalar.

Abajo no se podía considerar un pantano, más bien el agua era límpida y reluciente de luz, junto con una vegetación de nenúfares flotando sobre la superficie del agua. Sin embargo, el agua no poseía la misma transparencia que el lago, por lo que ni siquiera podía ver dónde estaba Agares.

Me senté en la parte superior de la pared de piedra y balanceé el pescado rostizado en mi mano, de la misma manera que la gente llamaría a un delfín en un acuario. —Oye, vine a agradecerte por tu ayuda. ¡Si aún no quieres aparecer, entonces volveré!

Después de decir eso, planeé ponerme de pie. Siendo sincero, deseaba que Agares no apareciera de inmediato solo para poder tener una razón para abandonar pronto este lugar, aunque tenía la sensación de que era naturalmente imposible. Justo en ese momento, vislumbré rápidamente una garra palmeada emergiendo del agua y estirándose más allá de las flotantes lentejas acuáticas. Luego se aferró a mi tobillo que se balanceaba sobre el estanque. Una cara larga, malvada, pero hermosa flotó de las sombras oscuras y se acercó a mi rodilla.

A pesar de que estaba mentalmente preparado y había retirado instintivamente mi cuerpo, el repentino movimiento me hizo perder mi centro de gravedad. Antes de que pudiera caer, algo se apretó alrededor de mi cintura y todo mi cuerpo fue jalado hacia adelante, acercándome a un pecho mojado. Cuando levanté la cabeza, un par de labios rozaron levemente el puente de mi nariz, y mis ojos solo miraron directamente los enigmáticos ojos de Agares, sintiendo que mi aliento se atoraba dentro de mi garganta.

—¿Desharow? ¿Dónde estás? ¡Ya no puedo verte!

No muy lejos, el sonido del griterío de Lafarre me despertó abruptamente del trance y empujé a Agares de inmediato. Estabilicé mi cuerpo para sentarme una vez más y levanté el pescado rostizado que tenía en la mano. Entonces, respondí a su llamado, —¡Estoy aquí, no te preocupes! ¡Solo voy a alimentarlo!

—¿Alimentar...? —En voz baja, Agares repitió esa palabra en particular y me miró fijamente, desconcertado y con las cejas en alto, como si no pudiera comprender el significado detrás de esa palabra. Después de todo, los sirenios eran organismos que estaban acostumbrados a cazar alimentos por sí mismos, así que ¿cómo podrían comprender la acción detrás de la palabra? Además, si lo alimentara, sería como un insulto para él, ya que probablemente era mayor que la generación de mi padre o incluso de mi abuelo.

—Uhh... —blandí el pescado rostizado en mi mano antes de levantar una de sus manos palmeadas. Luego metí el tenedor en su mano mientras explicaba—. Básicamente... esto es para que comas, es nuestra comida. Fue asada a fuego, ¿puedes comerla?

Sus párpados cayeron cuando se quedó mirando el pescado rostizado en mi mano, y cuando le dio una olisqueada, sus cejas se fruncieron. No estaba seguro de si el aroma de la especia utilizada para asar–la cual Lafarre trajo desde Rusia–satisfacía el gusto de los sirenios. Pero, en resumidas cuentas, a mí me encantaba usar esta especia durante todo el año, y fue gracias a esto que pude resolver los problemas respecto a las preferencias personales de comida durante la larga travesía.

Si Agares no quiere comérselo, entonces este pescado rostizado será mío. Contemplé la exquisitez en mi mano, tragando saliva.

Estaba tan seguro de que estaría asqueado y rechazaría la comida, pero inesperadamente, usó una de sus manos palmeadas para agarrarme la muñeca. Después de darle unas lamidas al pescado, abrió la boca y arrancó un gran trozo de un solo mordisco. Sin siquiera preocuparse por las espinas de pescado, simplemente se lo tragó, o, mejor dicho, lo engulló.

Ansiosamente preocupado de que también pudiera tragarse el tenedor en el siguiente mordisco, lo aparté a toda prisa de Agares, lo que casualmente también sacó la mitad del pescado de su boca. —¡Oye, oye! ¡Así no es como usas un tenedor, no sigas comiendo hasta que incluso te comas los cubiertos!

Agares se lamió las comisuras de los labios que quedaron pringosos de grasa. Luego expuso sus afilados colmillos con insatisfacción, y mientras miraba el resto del pescado rostizado en mi mano, toda su cara se contrajo en una adorable figura de lástima. Al verlo así, no pude evitar soltar un "pfft" de risa. Me reía tan fuerte que me balanceaba de un lado a otro, tanto que incluso el pescado rostizado casi se cayó por ser sujetado con inestabilidad.

Sin embargo, la persona que jugaba el papel principal en esta comedia parecía no tener la menor idea de sus payasadas, y solo levantó reflexivamente los ojos para mirarme. Su indiferencia era igual que un niño que planea trucos baratos, tranquilo e impasible. Las esquinas de sus labios se elevaron con una sutil curva, como si estuviera elaborando algún tipo de plan astuto para vengarse de mí.

Contuve mi risotada a tiempo, y pensé: ¡Maldición! Casi me olvido de eso. ¡Si bromeo con esta bestia engañosa, el que sufrirá al final seré yo!

—Ehh... así es como se supone que debes sujetar esta cosa.

A fin de compensar mi "comportamiento ofensivo" de recién, cambié su atención a otra cosa. Fingí inocencia y agarré sus manos palmeadas, empujando el tenedor en la unión de sus dedos, haciendo que lo sujetara de una manera que se pareciera a cómo normalmente sostendrías un tenedor. Era una suerte que la membrana entre sus dedos no obstaculizara este proceso.

—Después de eso, tienes que comerlo así, observa...

Bajé la cabeza y me concentré en presentarme comiendo con refinados modales de mesa. Mordí un pequeño trozo de pescado del borde del tenedor, lo tragué y luego escupí cuidadosamente las espinas. Evité adrede la mirada de Agares y dije: —Así es cómo comemos, lioso, ¿no?

Después de decir eso, no pude resistirme a mirar la cara de Agares.

Captó reflexivamente mis modales de mesa y asintió con la cabeza; después de eso, levantó su otra mano palmeada y usó sus dedos para frotar las esquinas de mi boca, limpiando cualquier rastro de aceite brillante. Luego, inesperadamente, sacó la lengua para lamer un poco el residuo. Después de eso, como si finalmente hubiera probado la comida más deliciosa del mundo, las comisuras de sus labios se alzaron, formando una sonrisa vaga mientras me observaba, desprendiendo una leve mirada de satisfacción.

Embobado, me quedé mirándolo y mis mejillas se encendieron rápidamente en llamas. Todo lo que quería hacer en ese momento era trepar por la pared y salir corriendo. Sin embargo, una vez que levanté mis piernas, sus manos palmeadas parecían haberse pegado instintivamente a ellas.

Entonces, al desgaire, lanzó un vistazo hacia mis piernas inquietas.

Mis movimientos, así como así, se congelaron en su lugar.

Estaba muy consciente de que no debería escapar, de lo contrario, esta bestia definitivamente se sobreexcitaría. ¡Además, estaba seguro de que me atraparía y me robaría directamente del lugar, y encima frente a mis compañeros!

Considerando estos factores, sin tener más remedio, fingí tranquilidad y volví a bajar mi pie, continuando comiendo algunos trozos del pescado rostizado a modo de demostración. Agares entonces me siguió genuinamente con su cabeza, bajándola para imitar la forma en que comía.

Presentó su manera de sostener el tenedor. Después de observar con ojos entornados la forma en que yo comía, sus largas pestañas cayeron mientras usaba sus delgados labios para mordisquear delicadamente el trozo de pescado, movimientos tan pausados que incluso sus mejillas apenas se movían. Solo su manzana de Adán sobresalió una vez, seguido por el sonido de la deglución, la saliva bajando por su larga y delgada garganta.

No pude evitar quedarme aturdido por un segundo. Tenía que admitir que la forma en que comía lo hacía parecer un caballero atractivo. Si, digamos, no tuviera el hábito de lamerse los labios con la lengua, este acto lo habría hecho parecer una persona pervertida que con frecuencia visitaba bares para acechar personas y tener una cita sexual con ellas.

Una cita de amantes.

Cuando esta frase vagó por mi mente, mis nervios saltaron. De repente sentí que estaba sentado sobre alfileres y agujas, porque, en este momento, en este tipo de luz de luna y en este tipo de estanque, los dos nos escondíamos furtivamente aquí y comíamos pescado rostizado. ¡¿Acaso no era esto como tener una cena romántica durante una cita de amantes?!

Esto es demasiado extraño...

En tanto pensaba en esto, mi mente no pudo suprimir la imagen de las cosas relacionadas con el cuerpo físico, y la sensación de vergüenza hizo que el sudor goteara por mi frente. Mi mirada se encontró con la de Agares y, como si estuvieran unidas, no pude evitarla. Inevitablemente, tuve la premonición de que estaba a punto de besarme. En este momento, su agarre en el tenedor se aflojó y sus manos palmeadas recorrieron el arco de mi espalda hasta mi nuca, su cola de pez apoyada para aguantar su peso corporal y permitiendo que todo su cuerpo emergiera del estanque.

La ambigua atmósfera era espesa y pesada, como si fuera a incendiarse. Si no hacía algo, tarde o temprano las cosas se desarrollarían hasta parecerse a la próxima etapa de la cita de amantes. Moví mi cuerpo a un costado para evitar ser aplastado contra el Agares que venía mientras simultáneamente tanteaba alrededor mi cuerpo para ver si podía encontrar algo que pudiera desviar su atención. De inmediato, en el bolsillo de mis pantalones, sentí un objeto metálico muy sólido. Lo saqué.

Era la brújula de Lafarre. Su puntero de metal se sacudía frenéticamente, al igual que mi corazón. Noté que la punta de la flecha apuntaba en la dirección de Agares. Entonces, usando mis dos manos, sostuve la brújula justo frente a mí, pero el artefacto no impidió que Agares se acercara. Por lo tanto, lo señalé y levanté la voz, —¡Esta es una brújula!

Al parecer, pillé a Agares por sorpresa. Sintiéndose perplejo, le lanzó una mirada al objeto en mi mano, lo sujetó con dos dedos y lo sacudió. Noté que la brújula parecía haber logrado capturar su curiosidad, y no pude evitar sentirme un poco y secretamente deleitado. Pero, por supuesto, no podía dejar que esa expresión se mostrara en mi rostro.

Me froté el mentón por un segundo, y como un profesor serio, con los dedos toqué levemente el puntero de metal, preguntando, —¿Sabes por qué esta cosa te sigue apuntando?

Agares usó su uña destructivamente afilada para hincar el cristal un par de veces, y entonces accidentalmente le hizo una pequeña grieta superficial antes de negar con la cabeza para indicar que no sabía el porqué.

Toqué la brújula con angustia. Maldición, Lafarre definitivamente me matará. Como explorador, realmente atesora su brújula. Me froté el entrecejo, mi cabeza dolía. Con un suspiro, continué: —Es porque tu cuerpo tiene un campo magnético. Este atrae a la brújula, haciendo que la flecha cambie su orientación.

—Campo magnético, a... traer...

En voz baja, Agares repitió estas tres palabras rusas. Su pronunciación era intermitente e ineficiente, lo que obviamente demuestra que usar ruso para decir estas palabras era excesivamente complicado para él. Aun así, reconsideró cada palabra y masticó continuamente todas y cada una de las letras, como si en verdad estuviera dando todo para comprender mi idioma.

Mientras reformulaba esas palabras en voz alta, mantuvo su mirada en mí como si no estuviera simplemente repitiendo lo que dije, sino más bien expresando su propio significado. Este tipo de confusión real, aunque aparentemente falsa, hizo que un latido estremecedor surgiera desde mi corazón. Evité de inmediato aquel par de ojos serenos, pero aterradores, y agarré sus manos palmeadas para colocarlas sobre la brújula. La punta de la aguja se volvió loca inmediatamente, sacudiéndose de izquierda a derecha y haciendo que pareciera que escaparía de su caja de cristal en cualquier momento.

—Mira —respiré hondo, tratando de calmar mi pecho palpitante antes de explicar en español—. Atraes, tú la atraes. Tú...

Mis palabras se detuvieron cuando Agares me agarró de la muñeca. Salté del susto y casi arrojé la brújula al agua, pero con los rápidos reflejos de Agares, logró atraparla. Luego fue a juguetear con el pequeño botón en ella. De repente, sentí que mi corazón era como la brújula, también capturado en la punta de sus dedos, y la comprensión me dificultó la respiración. Solo podía sentirme anonadado mientras lo contemplaba, mi boca incapaz de exprimir nada que pudiera desviar su atención.  

No sabía lo que quería hacer o expresar. Solo pude mirar impotente hacia adelante mientras Agares se enterraba en mi pecho, sus brazos revistiendo fuertemente mi cintura mientras su nariz se presionaba contra mi camisa para poder inhalar profundamente mi aroma. Bajé la cabeza rígidamente y vi que tenía los ojos cerrados, pareciendo como si hubiera quedado beodo tras beber vino, como si mi cuerpo emitiera algún tipo de aroma subyacente que dejaba un rico regusto.

De inmediato sentí que todos los pelos en mi cuerpo se ponían de punta, mientras que, al mismo tiempo, sentía que cada poro se contraía repentinamente debido a la cercana proximidad de Agares. Además, su cabello emitía un dulce aroma hormonal, el cual corría sin cesar por mis fosas nasales, y en este preciso momento era particularmente fuerte.

No estaba seguro de si se debía al entusiasmo de Agares, pero lo que sí sabía era que en estos momentos yo estaba aterrorizado. Una vez más, no pude contener el impulso de querer salir corriendo para poder huir de la situación.

Agarré inconscientemente el tenedor que estaba a mi lado y lo apunté hacia el cuello de Agares. Ferozmente, advertí: —Oye. ¡Si te atreves a hacerme algo aquí, no me guardes rencor si te trato tal como traté al pescado rostizado!

—...Atraer... —Agares, que estaba enterrando maravillosamente su cabeza cerca de mi corazón, de repente emitió un sonido bajo y ronco. Me quedé pasmado por un momento, y en ese lapso de tiempo, vi a Agares levantando la cabeza.

—Yo... te atraigo... Desharow... —sentí sus húmedos labios moviéndose hacia el lóbulo de mi oreja, dejando pequeñas chispas en tanto se arrastraba desde mi cuello—. Profundamente.

Fue como si esta oración fuera un hechizo mágico que azotaba el interior de mis tímpanos, convirtiendo toda mi mente en un caos. No sabía cómo Agares podría ser capaz de determinar las emociones internas de las personas a través de sus olores. Yo, obviamente, sentía que era absurdo, pero sentí que había descubierto un secreto insoportablemente vergonzoso. De repente, perdí la capacidad de refutar, como si me hubieran robado la voz y me hubiera quedado completamente atónito. De hecho, sentí que era igual que la brújula, comenzando a ser incapaz de resistir el "campo magnético" de esta bestia.

Como ahora, cuando Agares presionaba sus labios en los lóbulos de mis orejas, sentía una leve excitación solo por el mero toque.

Además, no solo fisiológicamente.

Mi corazón ansiaba que continuara su violación, que diera otro paso y me invadiera. Incluso si nos encontrábamos en una situación tabú, este tipo de emoción contradictoria me regresó a ese período en que Agares había desaparecido. Cuando pensé en él debajo de la manta, solo... mientras me masturbaba. Y lo más vergonzoso era que me había estado observando haciéndolo.

¡Maldición, maldición! ¿Podría ser que he desarrollado sentimientos por él?

¿Cómo mi orientación sexual podría cambiar por una sirena macho? Soy claramente un hombre ruso normal. ¡Se supone que me debe gustar Eva!

No. Esto definitivamente es causado por mi síndrome de Estocolmo. En efecto, ha empeorado cada día.

Todos estos tipos de pensamientos estaban batallando dentro de mi cabeza. Me agité hasta la confusión cuando Agares me presionó contra la pared de piedra. En el momento en que bajó la cabeza para presionar mis labios, todo mi cuerpo explotó y me levanté de golpe. En pánico, me giré y salté de la pared para liberarme. Pero tan pronto como aterricé, me tambaleé, me resbalé en el suelo blando y mi cara se cubrió de fango.

Me limpié la cara sin cuidado y, subconscientemente, volteé la cabeza hacia atrás, pero vi que Agares no venía de inmediato a perseguirme. En cambio, solo se quedó tranquilamente detrás de la pared de piedra, sus ojos bajando con concentración. Teniendo la actitud de un anciano mirando mi estúpida apariencia, sus ojos contenían interés y una ambigüedad incomparable.

Desde el momento en que las comisuras de su boca se elevaron, ya me había considerado como algo extremadamente divertido. A sus ojos, era como un pequeño granuja que intentaba recuperar el poco orgullo que me quedaba, pero que entonces fui completamente derrotado por él.

Carajo, maldita sea. ¡Este bastardo artero!

Monté en cólera debido a la humillación y le dirigí unas blasfemias. Incluso estrellé mi puño contra el fango, y tan pronto como me di la vuelta frenéticamente y me puse de pie, me eché a correr. Incluso se podría decir que estaba volando de regreso al campamento, hasta dejando sin responder las preguntas de Lafarre. Al final, me agazapé, solo en un rincón y me lavé el fango en la cara.