Capítulo 5

Esa misma noche, después de escaparan de la prefectura de Miyagi, los cuatro, con diferentes expresiones, se sentaron alrededor de una hoguera. Qing Jue tenía una cara impertérrita mientras seguía avivando el fuego con leña. Tian Xiao miraba fijamente la llama que se levantaba y seguía produciendo jadeos de admiración. Yu Yao lo toleraba, con venas que salían de su frente, mientras que Su Wen tenía una cara de desagrado y lo fulminaba con la mirada.

—¿Y? ¿Qué vas a hacer con él?

—Abandónalo —interrumpió Qing Jie mientras levantaba la vista. Parecía ordenarle a Yu Yao con los ojos—. Sacarlo ya fue una excepción. No podemos permitir que regrese con nosotros.

—Sí, lo sé. —Yu Yao bajó la cabeza—. Pero mañana no volveré con ustedes, chicos. Quiero ir primero al sur.

Después de que la dinastía anterior hubiera sido aniquilada, el antiguo Príncipe Heredero mantuvo a raya a los emperadores de esa época. Algunos de los miembros restantes de la antigua familia imperial establecieron una pequeña corte en el sur, donde sobrevivían ilegalmente en la nación Fu.

Después de que ambos escucharan las palabras de Yu Yao, quedaron un poco conmocionados. Qing Jue la miró con desaprobación. —¿Quieres mandarlo a la pequeña corte del sur? ¿Qué sucede si te derriba con un poco de veneno? ¿Quieres ser tan buena con él? —dijo Su Wen.

Yu Yao negó con la cabeza. —No voy allá específicamente para llevarlo. No completé una de mis misiones en esa región. Primero tengo que perseguir a una persona allá y matarlo antes de que pueda regresar al Líder de Secta y reportarle mi misión.

La Secta del Viento Nevado siempre enviaba a sus miembros con una misión y una misión incompleta significaba que no tenían permitido regresar. Esta vez, Yu Yao se había ido con la misión de matar a alguien, pero su único intento de asesinato no había tenido éxito. Esa persona había escapado al sur y de casualidad se encontró con Qing Jue y Su Wen. Al ver que necesitaban ayuda, había entrado en el palacio para actuar como cebo. Quién diría que después de que saliera, se traería esta carga...

Al escuchar las palabras de Yu Yao, los dos no preguntaron más.

Su Wen se volteó y vio que Tian Xiao seguía mirando las llamas de la fogata. —¿En serio vas a ir con él al sur? —preguntó en voz baja.

¡Por supuesto... que no!

Yu Yao palmeó impacientemente la mano de Tian Xiao. —Después, cuando lleguemos a un cruce en el camino, tú caminarás por el lado izquierdo y yo por el derecho. Tú ve a buscar a las personas en el sur que quieren revivir la dinastía y yo haré mi misión. ¡No me molestes! —dijo con severidad.

En la mañana del segundo día, después de despedirse de Qing Jue y Su Wen, Yu Yao y Tian Xiao se pusieron en marcha en el camino del sur. Solo habían estado caminando unos momentos, pero Yu Yao seguía enojándose con Tian Xiao porque seguía probando su paciencia. Cada vez que veía algo, exclamaba de admiración. Las flores son tan bonitas, los árboles son tan bonitos, el camino serpenteante es tan bonito. El cielo azul y las nubes blancas le parecían un paisaje único e incluso un pequeño arroyo podía hacer que lo mirara durante mucho tiempo. Lo peor era que tenía que seguir sosteniendo la mano de Yu Yao. Sin importar lo que dijera, no la soltaba, pero no tenía tiempo que perder.

Cuando se detuvieron en el cruce del camino, Yu Yao no miró de reojo a Tian Xiao y comenzó a irse. Pero después de caminar solo dos pasos, escuchó pasos a sus espaldas.

Tian Xiao no había hecho ejercicio en mucho tiempo, así que era un poco lento cuando caminaba, pero no se había quejado en lo más mínimo. Persiguió apresuradamente a Yu Yao. Acababa de ser regañado, por lo que su corazón estaba lleno de agravio. No se atrevía a hablar, pero tampoco se atrevía a molestarla. Solo podía quedarse detrás de ella lastimosamente, mirándola con sus ojos negros.

Dejó de caminar y respiró hondo. Justo cuando quería explicarle su razonamiento a Tian Xiao y hacer que dejara de seguirla, este último dijo inmediatamente:

—Me equivoqué. No te enojes.

Como asesina, nadie nunca consideraba su estado de ánimo. Tampoco entendía lo que era ser considerada, pero en este momento, casi podía comprender el miedo de Tian Xiao. Había estado separado del mundo durante diez años y ahora que volvía a estar cara a cara con él, no podía evitar sentir todo tan vivido. Sin embargo, tenía más miedo de que ella no estuviera feliz, tenía más miedo de que... lo abandonara.

Los dedos de Tian Xiao comenzaron a inquietarse. —No me abandones y no me ignores.

El corazón de Yu Yao, que siempre había sido frío, estaba empezando a ablandarse, dejándola incapaz de decir algo para obligarlo a irse.

Como sea, pensó Yu Yao. En cualquier caso, ambos se dirigían al sur. Solo viajaría con él por un rato más.