Capítulo 4

Yu Yao mantenía un registro de cuánto tiempo había estado en esta celda tallando marcas en la muralla. Cinco días, diez días. Estaba siempre esperando en silencio, esperando que alguien la salvara.

Mientras tanto, durante este período de tiempo, Tian Xiao pensaba que ahora la entendía completamente. Todas las noches se dormía junto a ella, dándose calor mutua y maravillosamente. Todos los días le hacía incesantes preguntas y decía tantas palabras hasta el punto de que nunca dejaba de hablar y entonces, un día, Yu Yao estaba tan aburrida que comenzó a responderle en una o dos oraciones. Aunque la mayoría de las veces, Tian Xiao era el único que hablaba. Después de unos abatidos días recientes, Yu Yao comenzó a absorber lentamente las palabras que Tian Xiao le decía, a diferencia del pasado.

Al final, también respondió las preguntas.

En este lugar, intentaron matar el tiempo juntos.

—¿Por qué te arrojaron aquí?

Una noche, Tian Xiao le preguntó con curiosidad.

—Por una misión.

—¿Qué misión?

—Matar gente.

Su tono fue frío, lo que hizo que Tian Xiao se asustara tanto que comenzó a temblar.

Después de un rato, el príncipe preguntó vacilante:

—¿Fracasaste y te atraparon?

—No. —Tian Xiao no era una especie de enemigo, por lo que no lo mantuvo desinformado—. Vine como cebo. Esto significa que después de que mi compañero termine su misión, definitivamente vendrá a salvarme.

Pero después de que terminó, Tian Xiao se arrojó inmediatamente sobre ella desde donde estaba sentado y la agarró por las muñecas. —¿Te vas a ir?

Su tono desolado hizo que pareciera que estaba a punto de largarse a llorar.

Yu Yao se lo sacó de encima enseguida. No tuvo la oportunidad de comenzar a hablar de nuevo cuando la verja de acero sobre ellos de repente produjo un suave repiqueteo. Los dos levantaron la mirada y vieron que realmente habían abierto por fuera la prisión.

—Yu Yao, hora de irnos.

El hombre en el exterior parecía indiferente.

No pensó que vendrían tan rápido o tan casualmente. Sus ojos titilaron de un lugar a otro y después miró a Tian Xiao, quien ya se había quedado mudo por todo lo que estaba sucediendo. Una súbita pizca de indecisión le atravesó el corazón. Ella... se iba, pero ¿qué pasaría con él?

Quizás había retenido demasiado de su tiempo cuando otra chica afuera la llamó:

—Yu Yao, ¿qué haces? ¡Vámonos! —asomó la cabeza por el agujero—. Guau, en tan poco tiempo, ¿cuándo tuviste tiempo para recoger un pequeño novio?

Tian Xiao se puso más nervioso, agarrándole el brazo con fuerza. Sus nudillos ya pálidos se volvieron más blancos.

Yu Yao no se movió. Sus heridas aún no se habían sanado, pero podía sacarse de encima fácilmente a Tian Xiao. A pesar de ello, ahora no podía moverse... No tenía el corazón para moverse.

Tian Xiao dijo que ya había pasado diez años aquí. Quería escuchar las historias de su vida afuera, mas nunca le había contado antes. El corazón de Yu Yao de repente estalló de imprudencia.

—¿Quieres salir? —preguntó con calma—. Puedo llevarte.

La chica que miraba quedó impactada.

—¿Estás loca? ¿Asumirás la responsabilidad de todas las cosas que sucederán si traemos con nosotros a un hombre que no conocemos?

Yu Yao asintió sin prisa. —Asumiré la responsabilidad —miró a Tian Xiao—. ¿Vienes?

Puedo salir... Tian Xiao miró hacia el agujero redondo, el que la cara de una chica bloqueaba. La luz de la luna exterior aun así penetraba el agujero y entraba. ¿Podía irse? Se dio la vuelta y miró a Yu Yao.

—Quiero salir.

—Bien. —Yu Yao le sujetó la mano y caminó debajo del agujero redondo—. Su Wen, súbelo a él primero.

Su Wen quedó estupefacta.

—¿No estabas bromeando? —miró hacia atrás—. Qing Jue, ¿qué crees que deberíamos hacer?

La persona de afuera permaneció en silencio por un momento. El hombre llamado Qing Jue dijo secamente:

—Haz lo que dice.

Lo sacaron del agujero al mundo exterior. Mientras yacía de pie sobre la tierra, Tian Xiao miró a la luna, con su expresión un poco aturdida. Yu Yao y las otras tres personas organizaron sus pertenencias y se prepararon para irse, pero se dio la vuelta y lo vio contemplando la luna llena. Su pálido rostro blanco ahora estaba un poco ruborizado.

Yu Yao frunció el ceño. —¿Qué ocurre?

Tian Xiao se giró, sus ojos negros revelaron una brillante luz que Yu Yao nunca había visto antes. Sonrió tontamente, como si fuera un niño que había recibido el caramelo más dulce.

—Yu Yao, la luna está tan cerca.

Yu Yao se sobresaltó.

—Sí —murmuró, con un corazón que se le apretaba.