Reflexiones y metáforas... Quisiera que no se queden en los textos sino que la lectura abra nuevos sentidos, genere interrogantes y se permitan conectar con lo que resuena dentro.
Reflexiones y metáforas... Quisiera que no se queden en los textos sino que la lectura abra nuevos sentidos, genere interrogantes y se permitan conectar con lo que resuena dentro.
Muchas veces entendemos o imaginamos el “misterio” como algo dramático, oscuro, e incluso, peligroso. Pero esas son etiquetas, caricaturas del misterio. Bien comprendido, “misterio” es sinónimo de “vida”. Nuestro afán de control se desvive por intentar atrapar la vida, conceptualizarla y fragmentarla. Es inevitable que esto genere ansiedad, malestar y frustración ya que la vida es unidad y es infinitamente mayor a lo que la razón humana puede entender. Vida es lo que somos. Cuando intentamos pensarla nos separamos de ella.
En ciertos momentos nos rige el paradigma de la “conquista”. Quien desea evolucionar, crecer y madurar tiende a mirar hacia adelante, poniéndose objetivos, metas y nota orgullosamente los avances. La sensación es que vamos conquistando, logrando lo que nos proponemos. O en el peor de los casos, nos frustramos por no conseguirlo.
Esta mirada puede servir para muchos aspectos de la vida cotidiana, pero cuando detenemos la mente y nos posicionamos frente al “misterio” el paradigma cambia. No necesitamos conquistar nada, al contrario, es indispensable empezar un camino de desapego y desidentificación. Soltar más que agarrar. El misterio que percibimos fuera -en un paisaje, en una expresión artística o en una noche estrellada- habita dentro nuestro. Si miramos así, estamos invitados a descubrir la vida. Quitar todo lo que cubre y tapa el misterio. No hay nada que alcanzar, ya está ahí, disponible.
Jaime Trull
Siempre me atrajo la etimología de las palabras y detenerme en los “nombres de las cosas”, como si fuese la primera vez que los escucho. Les propongo que realicen este sencillo ejercicio y probablemente se asombrarán de algunos descubrimientos. Un término que me llama la atención es “Rompecabezas”, particularmente en su acepción lúdica:
“Juego que consiste en componer determinada figura combinando cierto número de pedazos de madera o cartón, en cada uno de los cuales hay una parte de la figura”.
Señalo algunas particularidades:
. Paradójica-mente pareciera que al inicio nuestra cabeza está organizada y la figura desarmada; pero a medida que avanzamos una cosa se rompe (cabeza) y la otra se compone (figura).
. Se recomienda como un ejercicio saludable y me pregunto ¿por qué? ¿por el juego o por el hecho de rompernos la cabeza?
. Salvo algunos aventureros, solemos comenzar con uno de pocas piezas y en tanto y en cuanto disfrutamos del juego, nos desafiamos con rompecabezas más grandes.
. Sea de 50, 100, 500 o 1000 piezas, siempre hay un límite... y generalmente avanzamos de afuera hacia adentro.
. Es condición para este juego, contar con una base que sostenga el proceso de armado... mesa, escritorio, etc.
. Es un ejercicio lúdico donde buscamos ubicar las piezas en su lugar correspondiente, pero para ello necesitamos "mirar la tapa” que nos muestra la figura completa; dicho de otro modo, alguien ya creó la figura.
. Todas las piezas son necesarias, si tan solo una faltara, la figura estaría incompleta.
La lista podría seguir, pero prefiero sumar cuestiones más interpretativas y personales:
. Generalmente nadie lo hace “de un tirón”; o bien porque son muchas piezas y lleva tiempo, o por el simple hecho de disfrutar el proceso.
. Seguido de lo anterior, más que un fin es un medio; para despejar la mente (o incluso romperla), para estar más presentes en el ahora, etc.
. Algunos desean hacerlo sólo… pero por una u otra razón, alguien suele sumarse a colaborar.
. Es innegable la satisfacción (momentánea) de finalizarlo, pero el gozo está más en el proceso del ejercicio que en el resultado final. De hecho, cuando terminamos ya estamos buscando el próximo.
Entre estas y otras reflexiones me pregunto ¿acaso el nombre del juego es ambiguo? ¿se llama “Rompecabezas” porque es algo difícil de resolver o porque tiene el objetivo de “habilitar” otras partes de nuestro ser? ¿el “romper” tendrá que ver con “trans-formar”? ¿hay edad para este juego?
Siendo sincero, lo que me inquieta no es el “Rompecabezas”... como mucho debo haber hecho tres o cuatro en mi vida. Pero me sirve para hablar de aquello que sí me moviliza... el ser humano, y particularmente la pregunta ¿quién soy?, o mejor dicho en estos tiempos, ¿quiénes somos?
Leo libros, soy psicólogo, me apasiona la espiritualidad y sin embargo, no encuentro las palabras justas y necesarias para abordar estos interrogantes. Me consuela saber que no estoy solo en este dilema y que muchos, a lo largo de la historia, han tenido esta misma sensación.
¿Quién soy? ¿Qué soy? ¿Qué somos?
Son preguntas que posiblemente nos acompañen toda la vida, y por momentos, nos rompan la cabeza. Entendamos “romper” por ampliar, conocer, buscar, indagar, cuestionar, parir... dar lugar a la novedad, asombrarse, y porque no, maravillarse.
Aquellos que deseen abrir un espacio y dar lugar a estas preguntas tan fecundas, les dejo algunas sugerencias que brotan de la metáfora:
. no somos única-mente cabeza; somos cuerpo, energía, espíritu…
. no hay que apresurarse, hay tiempo…
. vayamos de a poco y disfrutando del proceso…
. escribir, dibujar, rezar, meditar o expresar de algún modo lo que aparece, nos sirve “de base”...
. celebrar los intentos, los bocetos y los borradores, es el modo de caminar...
. mirar y contemplar a otros que nos inspiran, nos puede guiar…
. todo es válido y necesario, no descarten nada…
. si alguien ofrece ayuda, agradezcan y permítanla.
Quién soy y quiénes somos, más que preguntas son respuestas a muchas otras preguntas. Como un lema podríamos decir.
Un medio y no un fin... como el “Rompecabezas”.
Jaime Trull