Encontrarán los diferentes podcasts sobre temáticas que nos conectan con lo que somos, con nuestra profundidad...
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En primer lugar, más que una psicología es un enfoque, un paradigma. Su núcleo, su sabiduría la podemos encontrar en ciertas tradiciones o filosofías ancestrales donde el foco es la “consciencia”.
La psicología transpersonal sostiene una paradoja, un doble nivel que nos constituye: el de la personalidad y el de la identidad.
La personalidad es esa forma de relacionarnos con los demás, es el cuerpo que tenemos, son los pensamientos que pensamos, los sentimientos, lo que hacemos cotidianamente. En este nivel todo está en permanente cambio y todo es dinámico. Hay movimiento constantemente.
En el plano profundo de la identidad, percibimos la quietud y la estabilidad. Nos sentimos unidos a los demás compartiendo esa misma identidad, lo que varía es el plano de las formas, de la personalidad. En lo profundo somos lo mismo. Es eso que no cambia.
“Somos más que la mente, más que el yo, más que la persona que nuestra mente piensa que somos. No somos nada que pueda ser observado, somos eso que observa.”
Silencio y quietud son dos conceptos diferentes pero que en cierto nivel se asemejan y señalan en la misma dirección. Son las llaves que abren la puerta hacia la profundidad.
“Cuando perdés contacto con la quietud interior, perdés contacto con vos mismo. Cuando perdés contacto con vos mismo, te perdés en el mundo.”
Cuando intencionalmente habitamos el silencio y la quietud podemos sostener voluntariamente ese estado y habitar todo lo que aparece… pensamientos, sensaciones físicas, estados de ánimo, reacciones corporales, juicios mentales… pero la diferencia es que no nos subimos a ninguno de ellos. Mantenemos la quietud y el silencio. Somos espectadores de todo lo que aparece.
El silencio es el vacío fecundo donde todo nace… contactar con eso es contactar con la vida que nos constituye. De hecho, hay un autor que dice: "silencio es uno de los nombres del ser humano."
Pasar del Ego a la Esencia es del algún modo el equivalente a pasar de la Mente a la Consciencia. Quizás es más adecuado comprenderlo como un proceso porque podemos estar toda la vida haciendo este camino.
El ego nos protege, es como una cáscara, como la cáscara de una fruta, nos recubre, pone un límite entre nosotros y el afuera, el mundo. El riesgo es cuando nos quedamos a vivir ahí para siempre, creyendo que somos eso. Cuando esa cáscara no nos permite mostrar lo que verdaderamente somos, cuando dejamos de tener acceso a nuestra interioridad, cuando nos sentimos totalmente separados de todo y de todos, cuando vamos perdiendo sensibilidad y nos tomamos todo personal, cuando nos apegamos a todo lo que nos pertenece, cuando nos tornamos posesivos…. Terminamos creyendo que somos la cáscara y olvidamos que somos la fruta, lo de adentro.
Vivir siempre en estado de supervivencia nos genera mucho sufrimiento y malestar. Y poco a poco, olvidamos quienes verdaderamente somos.
La consciencia a diferencia de la mente, abre, unifica, contempla… la mente es ruido, la consciencia es silencio. La mente es movimiento, la consciencia es quietud. La mente es miedo, la consciencia es amor.
Una posible definición del mindfulness sería: “La consciencia que surge de prestar atención, de manera intencionada y sin juzgar al momento presente.” Es un estado de consciencia que nos permite vivir presentes en el presente.
Aunque no tenga una connotación religiosa, el orígen de la práctica viene del budismo y se toma como referencia justamente la iluminación de Buda hace 2500 años; Más concretamente llega a occidente con Jon Kabat-Zinn a fines de la década del 70 del siglo pasado, quien implementó el programa de 8 semanas en la Universidad de Massachusetts, el MBSR (Programa de Reducción de estrés basado en mindfulness).
La práctica del mindfulness nos invita pasar del modo hacer al modo ser, de identificar que muchas veces vivimos en piloto automático, con muchos mecanismos y condicionamientos que nos quitan libertad.
“La práctica de Mindfulness no es un proceso pasivo. Requiere mucha energía y esfuerzo para regular nuestra atención y permanecer genuinamente tranquilos sin reaccionar. La aceptación en este contexto significa ver las cosas tal cual son en el presente." Kabat-Zinn
Cuando traducimos el término mindfulness decimos “atención plena”. Pero la atención suele llevarnos más para el lado de la mente, como una función propia, como un proceso mental. Y en cierto sentido, eso puede desvirtuar el concepto. Consciencia plena o corazón pleno también son traducciones posibles, de hecho las cualidades son actitudes del corazón, de la consciencia misma.
Jon Kabat-Zinn, referente del mindfulness presenta 7 actitudes básicas que son: el no juicio, la aceptación, la paciencia, el no forzar, la mente de principiante, la confianza y el soltar. Tiempo más adelante, sumó otras dos: la gratitud y la generosidad.
Todas estas actitudes están interconectadas, a medida que practicamos una estamos practicando las demás. Como si dijéramos en una se incluyen las demás.
Estas cualidades son principio y fin, es decir, cultivamos conscientemente estas actitudes al meditar y al mismo tiempo, la práctica nos las devuelve en la vida cotidiana.
El paradigma transpersonal sostiene que tenemos una dimensión de la personalidad y una dimensión profunda de la identidad. Esa dimensión profunda, otros la llaman trascendente, es la dimensión de la espiritualidad.
Entre tanto materialismo, es crucial conectar con nuestra dimensión profunda. Dicho de otro modo, hoy lo permanente es el cambio, la espiritualidad nos conecta con lo que no cambia.
De un modo sencillo, podría decirse que la inteligencia espiritual es la capacidad de leer la realidad desde su dimensión más profunda y vivir en coherencia con ello.
Al igual que un viaje, una terapia lleva tiempo, sobre todo, es un proceso. Un tiempo para desandar la propia vida, un tiempo fecundo para darse a uno mismo. Un tiempo de gestación, de interrogantes, de exploración y en lo posible también de disfrute.
La terapia nos invita a no dejar nada afuera. Es la aceptación del momento presente, es abrir los ojos y hacer las paces con la realidad. Desde ahí construimos. Desde ese presente, miramos el pasado y proyectamos el futuro.
La terapia es crecimiento, es hacerse responsable de uno mismo, de una misma, de la vida que somos. La terapia en fin es un viaje, con muchos paisajes y sensaciones, pero que siempre nos conduce a casa, a nuestra esencia, a nuestra profundidad.
¿Qué es? El eneagrama es una herramienta de autoconocimiento, un mapa. El territorio es bajar eso a la experiencia propia. A la Vida. Muchos le llaman la Rueda de la Vida.
Es interesante porque no hay una persona o una única filosofía sobre el eneagrama. Al contrario es una integración de miradas, de búsquedas de diferentes personas, en diferentes lugares y en diferentes épocas.
El eneagrama nos muestra algunas características del ego y de la esencia y a medida que vamos conociendo esa información resuena en nosotros y esto nos permite iniciar un proceso de transformación. En algún momento, el eneagrama pega donde duele, nos toca el ego, nombra aquellos aspectos que están en nuestra sombra, nos muestra aquello que no queremos ver.
Cuando ponemos consciencia estamos iluminando nuestra sombra, no nos convertimos en una persona nueva, pero sí podemos ir más allá de la mente, del ego y observar el personaje que tenemos desde la presencia que somos. Ya no estamos gobernados por nuestros impulsos.