Comparto a continuación una serie de textos y poemas inspiradores de diferentes autores que transmiten en palabras e imágenes lo "inefable". Algunos de ellos están acompañados por un audio, espero que los disfruten.
Comparto a continuación una serie de textos y poemas inspiradores de diferentes autores que transmiten en palabras e imágenes lo "inefable". Algunos de ellos están acompañados por un audio, espero que los disfruten.
Tómate un momento para comprobar si estás aquí realmente. Con anterioridad a lo correcto y lo equivocado, estamos aquí sin más. Con anterioridad al bien o al mal, a lo digno o a lo indigno, al pecador o al santo, estamos aquí, sin más.
Quédate aquí, en el lugar del silencio, donde el silencio interior danza. Justo aquí, antes de saber algo o de no saber nada.
Quédate aquí, donde todos los puntos de vista se funden en un solo punto, y ese único punto desaparece.
Intenta encontrar el ahora, donde rozas lo eterno, y siente el eterno vivir y morir de cada momento. Para encontrarte aquí nada más, antes de convertirte en experto, antes de convertirte siquiera en principiante.
Quédate aquí nada más, donde eres lo que siempre será, donde nunca le añadirás nada, ni le quitarás nada a esto.
Quédate aquí, donde no quieres nada, y donde no eres nada. En el aquí, que es indescriptible. Donde sólo encontramos el misterio desde el misterio, o nos dejamos de encontrar.
Quédate aquí, donde te descubres al no encontrarte. En este lugar donde la tranquilidad es ensordecedora, y la quietud se mueve demasiado rápido como para atraparla.
Quédate aquí, donde eres lo que deseas y deseas lo que eres y desaparece todo en un radiante Vacío.
Adyashanti
Ser un ser humano es como una casa de huéspedes. Cada mañana una nueva llegada
Una alegría, una depresión, una maldad, una percepción momentánea aparece como un visitante inesperado.
Dales la bienvenida y entretenelos a todos. Incluso si se trata de un conjunto de penas, que con violencia te arrebatan los muebles de tu casa, aun así, trata a cada invitado con honores. Quizás te esté limpiando para dar cabida a un nuevo regocijo.
El pensamiento oscuro, la vergüenza, la malicia, recibilos en la puerta riendo e invítales a pasar.
Sé agradecido quienquiera que sea que venga, porque cada uno ha sido enviado como un guía del más allá.
RUMI
La vida se desarrolla entre las polaridades del orden y el caos. Es importante en este momento reconocer estos dos opuestos fundamentales, sin los cuales el mundo ni siquiera podría existir. Otra palabra para desorden es "adversidad". Cuando se vuelve más extremo, podríamos llamarlo "caos".
Preferiríamos, por supuesto, tener orden en nuestras vidas, lo que significa que las cosas vayan bien. Nos gustaría una relativa armonía en nuestras vidas. Sin embargo, eso a menudo se ve empañado por la erupción de alguna forma de trastorno. Y, por lo general, nos molesta eso: nos enojamos, nos sentimos abatidos o tristes.
El trastorno viene en muchas, muchas formas, grandes y pequeñas. Cuando llega el desorden, generalmente crea un tipo de estragos en nuestras vidas, acompañado de fuertes creencias subyacentes. "Hay algo muy mal, esto no debería estar sucediendo, tal vez Dios está en mi contra", y así sucesivamente. Nuevamente, debemos entender que el desorden, o la adversidad, es inevitable y es una parte esencial de un orden superior.
Desde una perspectiva superior, un nivel superior, la existencia de orden y desorden, u orden y caos, es una parte necesaria de la evolución de la vida.
Muchas personas han descubierto que experimentan una profundización o un sentido más profundo de sí mismos o de ser, inmediatamente después y como resultado de haber sufrido un período de desorden o caos. Esto a veces se llama "la noche oscura del alma", un término del cristianismo medieval utilizado para describir el colapso mental que muchos místicos experimentaron antes de despertar espiritualmente. Hubo una erupción de desorden, de destrucción. Entonces, de eso, surgió una comprensión más profunda.
Y aunque eso puede ser muy doloroso, lo extraño es que es precisamente allí donde muchos humanos experimentan una trascendencia.
Un hecho extraño es que casi nunca sucede que las personas se despierten espiritualmente mientras están en su zona de confort. O que se vuelven más profundos como seres humanos, lo que sería un despertar parcial. Casi nunca sucede. El lugar donde ocurre el cambio evolutivo, o el salto evolutivo, suele ser la experiencia del desorden en la vida de una persona.
Y entonces tu vida se mueve entre el orden y el desorden. Tienes ambos, y ambos son necesarios. No hay garantía de que cuando estalle el desorden, esto provocará un despertar o una profundización, pero siempre existe la posibilidad. Es una oportunidad, pero a menudo se pierde.
Así que aquí estamos en este momento, y nuestra misión es la misma: alinearnos con el momento presente, con lo que sea que esté sucediendo aquí y ahora. La agitación que estamos experimentando en la actualidad probablemente no será la última agitación que ocurrirá a nivel colectivo. Sin embargo, es una oportunidad, porque aunque este es un momento de agitación, también es un momento de despertar. Los dos van juntos. Al igual que en una vida individual, necesitas adversidad para despertar. Es una oportunidad pero no una garantía. Y entonces, lo que parece trágico y desagradable en un nivel convencional está realmente perfectamente bien y como debería estar en un nivel superior; no estaría sucediendo de otra manera. Todo es parte del despertar de los seres humanos y del despertar planetario.
Eckhart Tolle
De las afirmaciones que hizo Jesús, cada vez me parece más luminosa aquella en que dijo: “Yo soy la Vida”. Es una palabra plena de sabiduría, que invita a salir de nuestra ignorancia básica y a reconocer la verdad profunda de esa expresión, aplicada a todos nosotros. Todos somos –y nunca podemos dejar de ser- Vida.
La ignorancia radical es la que hace reducir nuestra identidad a nuestra personalidad, haciéndonos creer que somos un “yo particular”, separado de los demás y desgajado de la Vida. Esta creencia errónea es la fuente de todo sufrimiento, para nosotros mismos y para los demás.
Al identificarnos con el “yo individual” y creernos separados, nos sentimos “enfrentados” a la Vida y, en cierto modo, amenazados por lo que nos pudiera ocurrir. Eso nos hace vivirnos a la defensiva y, con frecuencia, en el temor.
Basados en la creencia (errónea) de la separación, dividimos todo lo que ocurre en “bueno” y “malo”, “positivo” y “negativo”, según los criterios del “yo particular” que creemos ser. Cuando sucede algo “positivo”, entramos en euforia; cuando, por el contrario, es “negativo”, nos sentimos frustrados.
Al mismo tiempo, nos situamos ante la realidad en clave de exigencia y de “debería”. Vivimos habitualmente enfrentados a lo que es, en la convicción de lo que “debería” o “no debería” ser. Con ello, no hacemos sino generar sufrimiento inútil: porque no existe sufrimiento mayor que el de oponerse a lo que es. No hay liberación posible sin salir de aquella falsa creencia, es decir, sin comprensión (sabiduría).
La sabiduría consiste en reconocer que no existe nada separado de nada. Y que no hay nada que no sea manifestación y expresión de la única Vida. Todo es Vida, que se despliega –se “disfraza”- en infinitas formas: el nacer y el morir, la salud y la enfermedad, el éxito y el fracaso, el “bien” y el “mal” –etiquetas mentales-…: todo son “formas” que la Vida adopta.
Nosotros mismos somos la Vida, que ha adoptado una forma particular, en la personalidad concreta que tenemos. Pero la trampa consiste en creer que somos esa forma, en lugar de reconocernos como Vida.
Cuando reconoces que eres Vida, ¿dónde queda el temor, la ansiedad, la frustración, el sufrimiento…? Quedarán como inercias de nuestro mundo mental y emocional, pero podremos salir de ellos con más facilidad. Porque no miraremos los acontecimientos ni las circunstancias –sean cuales fueren- desde el yo que creíamos ser, sino desde la Vida que somos.
Visto desde ahí, caes en la cuenta de que todo lo que ocurra es expresión de la Vida: ¿cómo va a estar “mal”? La Vida no puede equivocarse.
No cabe error alguno: lo que sucede, es lo que tiene que suceder. Nunca puedes equivocarte, porque lo que hagas es lo que la Vida está haciendo en ese preciso momento. Como recuerda con frecuencia Jeff Foster, no tienes un destino prefijado: tu camino –tu destino- es lo que sucede.
Pero esto no puede verse ni entenderse desde la mente. Ella tiene sus propios parámetros, en la creencia de que es un hacedor independiente y autónomo, que puede actuar por su cuenta al margen de la Vida. Por eso, mientras alguien crea –y esta es la paradoja- que es un “yo particular” le resultará imposible comprender lo que se esconde detrás del “gran teatro del mundo”. Es necesario tomar distancia de la mente y a acceder a otro modo de ver –el “conocimiento silencioso” de sabios y de místicos- para percibir, sin duda alguna, que todo lo que captamos no es sino expresión multiforme de la Vida una, que es nuestra verdadera identidad.
Todo lo que te ocurra –estar sano o estar enfermo, tener éxito o fracasar, sentirte mejor o peor, comprender o no comprender, aceptar o rebelarte…-, todo sin excepción es Vida. Y la Vida es todo. Míralo desde ahí. No creas que tu yo se siente amenazado; reconoce que la Vida que eres toma ahora esa forma concreta… Pero sigue siendo Vida, y siempre está a salvo. Todo es Vida en un despliegue multicolor. Si lo ves, eso es Vida que se manifiesta; pero si no lo ves, eso es también Vida que se manifiesta de forma diferente. Suceda lo que suceda y estés como estés, incluso en el lecho de muerte, solo hay Vida –es lo que eres- adoptando formas cambiantes.
Por tanto, solo hay algo que podamos hacer: reconocernos en Ella y vivirnos desde Ella. La identificación con la mente y el con el yo –de donde venimos- tendrá mucha fuerza y a veces nos sorprenderemos aún creyendo que somos esa forma; sin embargo, la práctica nos hará diestros en reconocer nuestra verdadera identidad.
A partir de ahí, ya no juzgaremos las cosas desde el yo, sino que únicamente veremos Vida en todo lo que se manifiesta. Dejaremos de repetir el error de tomarnos todo “personalmente”, creyendo que somos la “persona” separada o “yo particular” –esta es la causa de nuestro sufrimiento- y aprenderemos a no “personalizar” nada de lo que sucede.
Y entonces también podremos estar disponibles y desapropiados para permitir que la Vida fluya sin bloqueos a través de nosotros.
Y lo que brota de ahí es Paz, Ecuanimidad y Compasión: la Vida que fluye en libertad…
ENRIQUE MARTÍNEZ LOZANO