Todavía hay oportunidad para cambiar 

Fernando Alexis Jiménez

Hay una oportunidad para quien se apropia de la gracia de Dios. Usted puede hoy emprender una nueva vida. David se rindió al Señor. Lo hizo de todo corazón y fue perdonado.

La vida de David es apasionante. Al igual que el rey Saúl ascendió al poder cuando menos lo esperaba, llegó a la cumbre y cayó. La diferencia es que reconoció su equívoco, volvió la mirada a Dios en búsqueda de perdón y se acogió a su infinita gracia. Ese proceso fue el que le permitió comenzar de nuevo, no sin antes enfrentar las consecuencias de sus errores.

Permítame ilustrar el asunto con un joven que, deseando el desenfreno en el que andaban aquellos que consideraban sus amigos, incurrió en toda suerte de actividades promiscuas, el alcohol y las drogas.

Tras enfrentar enfermedades sin aparente explicación, consultó al médico. Lo remitieron al especialista y el día más desolador, le diagnosticaron VIH. “Sentí como si el mundo se hundiera bajo mis pies”, relata. Al salir de la clínica, lo asaltaron mil pensamientos: ¿Cómo decirles a sus padres que ahora era un enfermo? ¿Cómo enfrentar a su novia con la verdad? ¿Qué diría la sociedad sobre su nueva situación?

Pasó muchas noches sin dormir. Varias veces lo asaltó la idea de suicidarse, pero los principios y valores aprendidos en casa, se lo impidieron. Por fin, en medio del desespero, volvió su mirada a Dios. “Reconocí mi error. Me había alejado del Señor y me dejé cautivar por la mundanalidad”, explica.

Rendirse al Padre, pedir perdón y acogerse a la gracia, fue el comienzo de una nueva vida. “Experimenté el perdón divino. Como si un enorme bulto me fuera quitado de los hombros. El amor manifestado en la cruz, donde Jesús murió por toda mi maldad. En adelante, fue caminar con Dios. Confío en Él, y aunque todavía enfrento dificultades, puedo testimoniar que mi vida es diferente”.

Actualmente sigue un tratamiento. Afortunadamente, no contagió a quien era su novia. Hoy trabaja y no desaprovecha oportunidad para hablarles a las personas acerca de la gracia de Dios que perdona y nos abre las puertas a una nueva vida.

UNA HISTORIA DE PELÍCULA

David cometió muchos errores. Igual que nosotros. La diferencia es que supo admitir sus pecados y se acogió a la gracia. Por supuesto, cuando estaba bajo el cautiverio de la mundanalidad, pasó por alto sus fallas. Se dejó arrastrar por las pasiones. Pero, como todos los pecadores, Dios le ofreció una nueva oportunidad, la que también le ofrece a usted hoy, fruto de la obra redentora del Señor Jesús en el Calvario.

El teólogo contemporáneo, Miguel Núñez, escribe:

“Nuestro Dios redentor, en el ejercicio de Su soberanía, asegura que aquellos a los que el Hijo justificó en la cruz, alcancen salvación, porque para esto vino Cristo al mundo: para dar vida eterna a todos los que el Padre había dado al Hijo.”

Pero volvamos a David. Era el menor de los hijos de Isaí y junto con la familia residía en una población muy pequeña. Se destacaba por su valentía, habilidades con el pastoreo y la música. Tras la caída de Saúl, Dios lo escogió para que fuera rey. Y en ese orden de ideas, fue ungido por el profeta Samuel:

"... Y el Señor dijo: Levántate, úngele; porque este es. Entonces Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos; y el Espíritu del Señor vino poderosamente sobre David desde aquel día en adelante. Luego Samuel se levantó y se fue a Ramá. El Espíritu del Señor se apartó de Saúl, y un espíritu malo de parte del Señor le atormentaba.  "(1 Samuel 16:12-14 | LBLA)

Sirvió a Saúl, derrotó al gigante Goliat y por celos del monarca, terminó bajo una persecución inmisericorde. Pasó varios años huyendo. Después de los 30 años fue coronado rey de Judá en Hebrón tras la muerte de Saúl.

Si lo miráramos con el rasero de nuestra sociedad, se puede decir que fue un líder político y militar exitoso. Dios lo acompañaba en todas sus batallas. Sin embargo, y como suele ocurrir cuando estamos en la cima, se distanció del Padre. Ese fue el principio del fin en su ascendente carrera.

El Señor Jesús advirtió que esa inclinación es propia del género humano, gobernado por el pecado (Mateo 5: 21-32. Lea también Génesis 13: 13; 20: 6; 38:9; Éxodo 10: 16; 32:33)

UNA MIRADA QUE CAMBIÓ SU VIDA

Nuestro amado Salvador Jesucristo advirtió que desear una mujer, incluso con solo mirarla, nos lleva a ser adúlteros:

"Pero Yo les digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón." (Mateo 5: 28 | NBLA)

Esa fue justamente la situación en la que incurrió el rey David, con la diferencia que materializó ese deseo adúltero:

"Aconteció que, en la primavera, en el tiempo cuando los reyes salen a la batalla, David envió a Joab y con él a sus siervos y a todo Israel, y destruyeron a los amonitas y sitiaron a Rabá. Pero David permaneció en Jerusalén. Al atardecer David se levantó de su lecho y se paseaba por el terrado de la casa del rey, y desde el terrado vio a una mujer que se estaba bañando; y la mujer era de aspecto muy hermoso. David mandó a preguntar acerca de aquella mujer. Y alguien dijo: «¿No es esta Betsabé, hija de Eliam, mujer de Urías el hitita?». David envió mensajeros y la tomaron; y cuando ella vino a él, él durmió con ella. Después que ella se purificó de su inmundicia, regresó a su casa. Y Betsabé concibió; y envió aviso a David diciéndole: «Estoy encinta»." (2 Samuel 11:15 | NBLA)

En medio de su pecado, planeó la muerte del esposo de Betsabé (2 Samuel 11: 15), para luego tenerla consigo:

“Al oír la mujer de Urías que su marido Urías había muerto, hizo duelo por su marido. Cuando pasó el luto, David mandó traerla a su casa, y ella fue su mujer; y dio a luz un hijo. Pero lo que David había hecho fue malo a los ojos del Señor.” (2 Samuel 11: 26, 27 | NBLA)

Satanás nos engaña, si se lo permitimos. Y le resulta fácil hacernos caer en la trampa, cuando nos separamos de la mano de Dios. Dejamos de leer Su Palabra, de orar y depender de Él.

EL PECADO TRAE GRAVES CONSECUENCIAS

Todo pecado tiene sus consecuencias. Trasgredir los principios trazados por Dios, desencadenan secuelas que nos marcan para siempre y, que se agigantan, cuando persistimos en la maldad, sin rendirnos a Dios.

El escritor y expositor bíblico, Raúl Pulido, escribe:

“Ante esta realidad el hombre debe hacer un examen de conciencia para darse cuenta de que se ha rebelado contra Dios, admitir que es pecador y que necesita perdón. Pero el hombre no puede pagar la deuda, en absoluto. Es imposible. Por tanto, la única solución es recurrir al amor que perdona, a la misericordia de Dios” (Citado en el libro “Medicina sin dolor: terapia integral con el poder de sanar y superar los efectos de una crisis”)

El pecado de David lo llevó a un estado de desesperación, como lo describe en uno de sus salmos más emblemáticos:

"Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a Tu misericordia; conforme a lo inmenso de Tu compasión, borra mis transgresiones. Lávame por completo de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis transgresiones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra Ti, contra Ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de Tus ojos, de manera que eres justo cuando hablas, y sin reproche cuando juzgas. Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría, haz que se regocijen los huesos que has quebrantado. Esconde Tu rostro de mis pecados, y borra todas mis iniquidades." (Salmo 51:1-7 | NBLA)

El rey David siguió la ruta que deberíamos tener en cuenta siempre:

1.- Reconoció su pecado.

2.- Confesó su trasgresión ante Dios.

3.- Se acogió a la misericordia divina, la gracia que nos permite comenzar de nuevo.

Nuestro Salvador Jesucristo hizo posible el perdón de nuestros pecados, por la obra redentora en la cruz (Isaías 53:4-6; Mateo 20:28; Juan 1:29; 2 Corintios 5: 18,19)

Desconocemos cuál sea su pecado y la situación del pasado que le atormenta. Pero, con fundamento en las Escrituras, podemos asegurarle que hay perdón, por la gracia:

“Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:9 | NBLA)

El proceso comienza al reconocer el pecado y nos arrepentimos:

“Por tanto, arrepiéntanse y conviértanse, para que sus pecados sean borrados, a fin de que tiempos de alivio vengan de la presencia del Señor, y Él envíe a Jesús, el Cristo designado de antemano para ustedes.” (Hechos 3: 19; 4:12 | NBLA)

Cuando hacemos un alto en el camino y reconocemos los equívocos, estamos preparados para apropiarnos de la gracia divina, como anota el autor y teólogo, Raúl Pulido:

“La decisión debe tomarse con base en la confianza sobre la misericordia de Dios, con la seguridad de obtener el perdón. Inmediatamente el Señor transforma la pesadumbre en gozo; los temores desaparecerán porque el Señor trae tranquilidad. Sin importar quién sea la persona o su condición y clase de pecados, recibirá el perdón de Dios cuando lo pida…”

Su vida puede experimentar transformación. La cimentación para una vida renovada, comienza con el reconocimiento de los pecados, un sincero arrepentimiento y pedir perdón al Padre. La decisión está en sus manos y puede marcar un antes y un después en su historia personal.

UNA VIDA CONFLICTIVA ES TRANSFORMADA

Al rey David se le atribuyen victorias militares, fidelidad a Dios, realizar los preparativos para la construcción del Templo de Jerusalén y un profuso legado de poesía y sabiduría en forma de Salmos.

La vida del rey David es un recordatorio de la complejidad de la naturaleza humana, capaz de grandes hazañas y también de graves errores. Sin embargo, también es una historia de redención y de la gracia de Dios, ya que David, a pesar de sus imperfecciones, fue elegido por Dios para ser un líder y un ejemplo para su pueblo.

El perdón de Dios para quien ha pecado, está disponible para todo aquél que se arrepiente. Es por gracia, nada más.

El especialista en teología, T. Dale Johnson Jr, escribió:

"Muchos de los problemas a los que nos enfrentamos en la vida son vejaciones del alma mientras luchamos con las realidades de nuestra propia mortalidad, propósito, significado y valor...necesitamos arrepentirnos y volver a los propósitos y al diseño que Dios estableció para poder experimentar la verdadera restauración... En el nombre de Jesús, se encuentra la salvación, los pecados se perdonan, los corazones se renuevan, los heridos y quebrantados se curan, somos transformados a su imagen y la humanidad se sana"

Hay una oportunidad para quien se apropia de la gracia de Dios. Usted puede hoy emprender una nueva vida. David se rindió al Señor. Lo hizo de todo corazón y fue perdonado.

¿QUÉ OCURRE AL ACOGERNOS A LA GRACIA?

Cuando reconocemos nuestro pecado, nos arrepentimos y nos acogemos a la gracia de Dios, se produce algo maravilloso en nuestra vida:

1.- Pasamos de la muerte a la vida (Colosenses 2:13)

2.- Somos salvados de la muerte y reconciliados con Dios (Romanos 5: 10)

3.- Fuimos justificados y obtuvimos paz con Dios (Romanos 5:1)

4.- Somos adoptados como hijos de Dios (Juan 1: 12)

5.- Recibimos vida eterna (Juan 3: 36)

6.- Experimentamos transformación con ayuda de Dios (Romanos 12: 2)

7.- Nuestra calidad de vida mejora (Colosenses 2:30)

Una existencia transformada y en permanente crecimiento es posible. No en nuestras fuerzas, ni siquiera porque nos lo propongamos. La fuerza de voluntad no tiene nada que ver en el asunto. Es Dios y nada más que Dios quien lo hace, por su infinita gracia.

Usted puede emprender una nueva vida. Hay oportunidad. Cristo ya pagó la deuda por su maldad en la cruz. Allí en el Calvario, la sangre de Jesús limpió todos sus pecados. El Padre lo ve ahora como alguien justo, sin mancha delante de su presencia.

La decisión de emprender ese proceso de cambio está en sus manos. Usted puede ser salvo. No es por obras, sino por gracia (Efesios 2:8, 9) Dé se paso fundamental. Reciba a Jesucristo en su corazón.

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