Ansiedad

La ansiedad y el miedo tienen una función positiva y un valor adaptativo. El problema de los trastornos de ansiedad no es la experiencia de la ansiedad, si no que este mecanismo se active de una manera inapropiada. La ansiedad nos afecta tanto mental como físicamente, sintiéndonos nerviosos, preocupados y tensos.

Al notar las sensaciones de ansiedad, tendemos a pensar que estamos físicamente enfermos. Este pensamiento no hará sino aumentar sus síntomas.

Cuando estamos ansiosos tendemos a exagerar nuestros problemas, a preocuparnos en exceso antes de que ocurran, a esperar lo peor y a decirnos a nosotros mismos que no seremos capaces de afrontarlos.

La ansiedad tiende a mantenerse aunque no exista una situación ansiógena en el momento presente. Esto es debido a que se convierte en un hábito. Es decir, se adquiere el hábito de preocuparse, esperar dificultades y evitar situaciones difíciles. Físicamente, el cuerpo se habitúa a estar tenso y a reaccionar con ansiedad en todo tipo de situaciones.

Los problemas de ansiedad son muy muy habituales. Pero se puede aprender a manejarlos. Con la terapia cognitivo-conductual se puede reducir esta ansiedad desadaptativa. En las sesiones se analizarán los episodios ansiosos y las creencias y pensamientos asociados a ellos, así como las estrategias de afrontamiento actuales que pueden estar contribuyendo a la persistencia del problema. Para que finalmente sea posible una exposición gradual y repetida a estas situaciones ansiosas.


Relación entre la ansiedad y depresión

Se consideran categorías diagnósticas diferentes, pero suelen estar íntimamente relacionadas. La explicación más clara se refiere a la depresión que surge de un intento de solucionar un problema. La solución del problema supone un esfuerzo que genera una ansiedad que se va incrementando a medida que se comprueba que no se puede solucionar el problema. En ese momento aparece la depresión, pero lógicamente no se abandona del todo el intento de solución del problema con lo cual la ansiedad persiste asociada a la depresión.

Tanto ansiedad como depresión son formas de reaccionar ante eventos externos o internos. Por lo que en ellas son muy importantes las atribuciones. Si un evento lo vemos como una amenaza se disparará nuestro sistema de alerta (la ansiedad), si lo interpretamos como una pérdida o un fallo, seguramente se activará nuestro sistema de conservación de energía (la depresión).

Los principales rasgos que tienen en común la ansiedad y la depresión son las sensaciones de culpabilidad, irritabilidad, bajo estado anímico y dolor emocional elevado.




¿Cómo afrontar un ataque de pánico?

El pánico es definido como ansiedad aguda o severa que puede suceder en ocasiones en forma de crisis y que, aunque pueden ser muy desagradables, no son perjudiciales y remiten siempre. Aprenda a manejar estas crisis:

Recuérdate a ti mismo que el pánico no puede producir daño físico. Son simplemente sensaciones corporales desagradables, pero no peligrosas. Tranquilo, no sucederá nada peor.

Permanece donde estés: No huya del sitio donde se encuentre. La huida empeora las cosas. Quédese donde está y, si es posible, siéntese. Espere y dele tiempo al miedo para que se pase. No luche contra él ni huya. Simplemente, acéptelo.

Respira más despacio y profundamente.

Distráete: Intenta evadirse de los sentimientos de pánico. No aumente el pánico con pensamientos atemorizadores sobre lo que está sucediendo y lo que podría pasar.

Dígase a sí mismo que, aunque sea un mal momento, puede aguantarlo. Piensa de la forma más positiva posible.

Cuanto antes pidas ayuda más fácil será la recuperación. La terapia psicológica es la solución.