Este principio de contabilidad establece que una vez elaborado unos criterios para la aplicación de los principios contables, estos deberán mantenerse siempre que no se modifiquen las circunstancias que propiciaron dicha elección.
Este principio contable establece la obligatoriedad de mantener la aplicación de los mismos principios y reglas específicas de valoración de los activos y pasivos poseídos por la empresa para lograr que se puedan comparar informaciones contables.
Por ejemplo:
Su importancia radica en que los estados financieros comparados revelan información más fiable, precisa y eficaz que aquellos que no pueden ser comparados.
Para poder realizar las comparaciones entre los estados financieros, es necesario que se presenten de acuerdo al principio de uniformidad, es decir, utilizando reglas establecidas de valoración que permanezcan en el tiempo.