A propósito de robles, herbívoros y enemigos naturales de los herbívoros

Contexto científico

Los robles (género Quercus) son unas de las especies arbóreas europeas con mayor diversidad de insectos herbívoros. Las consecuencias de la defoliación por parte de estos insectos herbívoros pueden resultar en una importante pérdida de crecimiento para los árboles, pero las defoliaciones masivas y continuas pueden provocar su muerte. En las últimas décadas, varias investigaciones han demostrado que existen importantes gradientes geográficos (e.g., latitudinales) en el daño provocado por los insectos herbívoros. En particular, estas investigaciones han encontrado que los daños por herbivoría son más frecuentes en regiones tropicales donde los climas son más cálidos y estables que en las zonas polares. Sin embargo, los mecanismos subyacentes todavía no están claros.

Se han propuesto varias hipótesis. Algunas de estas hipótesis se han centrado en los herbívoros. Por ejemplo, la actividad de los insectos herbívoros puede estar más restringida en regiones frías con inviernos largos y duros en comparación con regiones más suaves. Alternativamente, otras de las hipótesis se han centrado sobre las plantas. Por ejemplo, en las regiones más cálidas y estables el crecimiento de las plantas estaría menos restringido por las condiciones climáticas y por lo tanto las plantas serían más propensas a tolerar la herbivoría por insectos. Finalmente, los cambios en la herbivoría a través de los gradientes geográficos pueden deberse a mecanismos de control de los herbívoros, por ejemplo las defensas de las plantas y el ataque de los enemigos naturales de los herbívoros.

Los insectos herbívoros tienen infinidad de enemigos naturales (e.g. pájaros, hormigas, mariquitas) que contribuyen a la defensa indirecta de las plantas. Esto es lo que se conoce como una cascada trófica. La lógica es simple: más enemigos naturales, menos herbívoros; menos herbívoros, menos daño, y por lo tanto más enemigos naturales, menos daño.

Varios estudios sugieren que la intensidad de las cascadas tróficas varía a lo largo de gradientes climáticos. Por el contrario, otros estudios demuestran que el clima no tiene ningún efecto sobre el control de los herbívoros por sus enemigos naturales. La pregunta por lo tanto sigue abierta.