Oraison
17 de marzo, 2024

 Oración de apertura: 

Oración utilizada por San Eugenio de Mazenod antes de la Meditación

Oh María, Virgen Inmaculada, fiel adoradora del Padre, Madre admirable del Hijo de Dios, Esposa del Espíritu Santo, suscita en mi alma los sentimientos que tú experimentabas al meditar en tu corazón los misterios que se te revelaron y hazme vivir plenamente el misterio de tu Hijo, mi Salvador, en unión con todos los fieles que honran a la Santísima Trinidad en la oración. Amén.

Texto Oblato

Nuestro Señor Jesucristo nos ha dejado la tarea de continuar la gran obra de la redención de la humanidad. Hacia este fin único deben tender todos nuestros esfuerzos; mientras no hayamos gastado toda nuestra vida y dado toda nuestra sangre para conseguirlo, nada podemos decir; sobre todo cuando todavía no hemos dado más que algunas gotas de sudor y algunas fatigas. Este espíritu de entrega total a la gloria de Dios, al servicio de la Iglesia y a la salvación de las almas, es el espíritu propio de nuestra Congregación, pequeña, por cierto, pero que será siempre poderosa mientras sea santa. (Al Padre Tempier, 22 de agosto de 1817).

Del Evangelio Según S. Juan:

“Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado. Yo les aseguro que si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre.” (12: 23-26).


Reflexión:

El artículo 2 de la Regla de Vida OMI define la oblación como "el don sin reservas que hacemos de nosotros mismos". Un peregrino no sólo se compromete a estar en el camino de la santidad, sino que también hace un don único de sí mismo, que a menudo requiere sacrificio. San Eugenio entendía la oblación como una participación en la oblación de Cristo, el Salvador. A medida que avanzamos en el tiempo de Cuaresma, se nos desafía a ser como el grano de trigo que debe morir para dar mucho fruto. Con San Eugenio, compartimos la oblación de Cristo que dio su vida para que el mundo pudiera compartir su vida. El texto oblato de hoy expresa claramente el celo que San Eugenio quería infundir en su familia misionera. No debemos ser laxos en nuestra predicación del mensaje de la redención, ni en nuestra voluntad de vivir nuestra oblación en nuestros propios estados de vida. Nuestra peregrinación debe ser de todo corazón. Varias veces, en sus escritos, San Eugenio recordó a sus misioneros que no quería esfuerzos a medias. Deseaba misioneros que lo dieran todo, que estuvieran llenos de fuego, celosos y ardientes en su deseo de compartir el amor de Cristo, el Salvador, totalmente dedicados a predicar la profundidad del amor de Cristo expresado en su entrega en la cruz. Durante la Cuaresma, estamos llamados a reflexionar sobre las muchas maneras a través de las cuales podemos, mediante la oración, el ayuno, la limosna y la penitencia, encontrar el celo ardiente para caminar como peregrinos de santidad. Si no hemos logrado emplear todos nuestros esfuerzos en dar a conocer el amor de Cristo, el Salvador, entonces la Cuaresma puede convertirse en la oportunidad de reevaluar cómo, con Él, podemos morir a nosotros mismos como granos de trigo para que la resurrección de Cristo pueda traer vida a todos aquellos, que encontramos en nuestro camino de peregrinos.


Preguntas para reflexionar:

1. ¿De qué manera te ofrece la Cuaresma la oportunidad de vivir más auténticamente tu oblación como miembro de la Familia Mazenodiana?

2. ¿Dónde sientes que San Eugenio te desafía más a cooperar en el don sin reservas de Jesucristo en la cruz?

Oraciones Finales

Oración de la Familia Mazenodiana:

Padre Santo, venimos a ti porque Jesús nos ha pedido que oremos para que envíes obreros a tus mies. Envíanos hombres y mujeres generosos, apasionados por Jesús, dispuestos a hacer de toda su vida una oblación total a ti, y hacerse cercanos a los más pobres y abandonados, y a anunciar el Evangelio. 

Envíanos, Señor, personas dispuestas a compartir el carisma de nuestro Fundador, San Eugenio de Mazenod, conscientes de la llamada de Dios a formar parte de la Familia Mazenodiana y a servir a los pobres y a los más abandonados. 

Bajo la inspiración y la protección de María Inmaculada, ayúdanos a encontrarnos con nuestros hermanos y hermanas y a ofrecerles a Jesús, fuente de nuestra esperanza, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Salve Regina:

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, 

vida, dulzura y esperanza nuestra. 

Dios te salve. 

A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva, 

a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. 

Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, 

vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, 

y después de este destierro, muéstranos a Jesús,

fruto bendito de tu vientre.

Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María. 


V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, 

R. para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.


Versión en Latín de la Salve Regina

La cantan los Misioneros Oblatos al final de sus servicios de oración, normalmente la oración de la tarde, y después de exequias de los Oblatos.

Salve, Regina, Mater misericordiæ,

vita, dulcedo, et spes nostra, salve.

Ad te clamamus exsules filii Hevæ,

Ad te suspiramus, gementes et flentes

in hac lacrimarum valle.

Eia, ergo, advocata nostra, illos tuos

misericordes oculos ad nos converte;

Et Jesum, benedictum fructum ventris tui,

nobis post hoc exsilium ostende.

O clemens, O pia, O dulcis Virgo Maria.


Bendición: 

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal, y nos conduzca a la vida eterna. Amén.


V. ¡Alabado sea Jesucristo!         

R. ¡Y María Inmaculada!   


O

V. Laudetur Jesus Christus!

R. Et Maria Immaculata!