Pasaron dos semanas de lo sucedido, Sira llegó a otra ciudad, muy cercana a la suya, Cicrán. Tras descubrir aquella ciudad, una mañana visitó lo que fue el centro de la ciudad, derrumbado por los bombardeos, y observó cómo varios militares iban subiendo en un tanque a familias repletas de niños. Sira decidió acercarse, la curiosidad le invadió por dentro, y como era de suponer, le preguntó a un militar, el más alto de todos, qué era lo que sucedía: