Las morsas sirven para sujetar, en la posición más conveniente, las piezas que se han de trabajar. Hay tres tipos principales de morsas, a saber:
- articuladas: se componen de un brazo fijo y de otro que se abre en ángulo, articulados en una clavija o pasador roscado, y, además, del tornillo con la tuerca en forma de caja, del resorte y de la manija. Son de acero forjado, y resultan muy resistentes, por lo cual se destinan a trabajos de cerrajería y de forja. Por el contrario, no son apropiadas para trabajos de ajuste, porque sus mandíbulas no se conservan paralelas al abrirse.
- paralelas: al igual que las articuladas, constan de una mandíbula fija y de otra móvil, y se construyen de fundición o de acero colado. Éstas últimas son las más resistentes. La diferencia esencial entre estas morsas y las articuladas, es que cualquiera sea la abertura de las mandíbulas, las mordazas quedan siempre paralelas, y así sujetan en perfectas condiciones las piezas de cualquier tamaño.
- para máquinas: son del tipo paralelo, con mandíbulas más bajas y con un tornillo de punta cuadrada, donde se enchufa la manivela para acercar y apretar la mandíbula móvil.