Durante la Revolución Sandinista, Nicaragua vivió transformaciones sociales, políticas y económicas impulsadas por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). A pesar del contexto adverso marcado por un conflicto armado con la Contra —grupos financiados por Estados Unidos— y un severo bloqueo económico, el gobierno revolucionario promovió importantes avances como la reforma agraria, la alfabetización, el acceso a la salud y la educación, y la participación ciudadana. Estos logros se alcanzaron mediante la movilización popular, la defensa de la soberanía nacional y la aprobación de una nueva Constitución en 1987, que reconocía derechos fundamentales. El proceso culminó con elecciones democráticas en 1990, marcando el inicio de una nueva etapa de transición política en el país.
La Revolución Sandinista fue el resultado de una larga lucha del pueblo nicaragüense, liderada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), fundado por Carlos Fonseca Amador, quien retomó las ideas de Augusto C. Sandino para construir un movimiento revolucionario que en 1979 logró derrocar la dictadura de Somoza. Se instauró un gobierno revolucionario que impulsó profundas transformaciones sociales y políticas, como la nacionalización de bancos y empresas, la reforma agraria, la ampliación del acceso a la salud y la educación, y la creación de instituciones como la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional y la Asamblea Nacional. También se promovieron espacios de participación ciudadana a través de los consejos populares. Sin embargo, el proceso revolucionario enfrentó una fuerte oposición armada: la Contra, grupos contrarrevolucionarios financiados y apoyados por Estados Unidos, que desataron una guerra que causó graves daños al país. A pesar de ello, el gobierno sandinista logró defender importantes logros sociales, consolidar la soberanía nacional y mantener la institucionalidad mediante la movilización popular y el fortalecimiento del ejército. En 1987, se aprobó una nueva Constitución que reconocía derechos fundamentales y promovía un sistema más inclusivo. Finalmente, en 1990, tras un acuerdo de paz que puso fin al conflicto armado, se realizaron elecciones democráticas que marcaron el inicio de una nueva etapa comenzada con el triunfo de Violeta Barrios de Chamorro como presidente.
A pesar del duro bloqueo económico impuesto por Estados Unidos entre 1979 y 1990 —que provocó escasez de bienes, dificultades para acceder a créditos internacionales y una fuerte caída de la inversión extranjera— la Revolución Sandinista logró importantes avances sociales y políticos en Nicaragua. En medio de una guerra civil alimentada por la Contra, también financiada por EE. UU., el gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional impulsó reformas como la alfabetización, la reforma agraria y el acceso a servicios de salud, defendiendo la soberanía nacional y luchando por la justicia social. A pesar de la crisis económica, el FSLN logró instaurar una nueva Constitución en 1987 que garantizaba derechos fundamentales y promovía la participación ciudadana. Finalmente, con la firma de los acuerdos de paz y las elecciones de 1990, se cerró un capítulo de conflicto e inició una transición democrática, consolidando así los logros revolucionarios alcanzados en condiciones extremadamente adversas.
El gobierno sandinista en Nicaragua entre 1979 y 1990 dejó un legado complejo, caracterizado por importantes logros sociales y reformas, así como por significativos desafíos y controversias. Durante este periodo, se impulsó una masiva campaña de alfabetización que logró reducir notablemente el analfabetismo, se fortaleció el sistema de salud pública con la construcción de hospitales y centros de atención, y se logró disminuir la mortalidad infantil y erradicar enfermedades como la poliomielitis. También se promovió la igualdad de género, la diversidad cultural y se emprendió una reforma agraria con el fin de redistribuir la tierra, aunque sus resultados fueron mixtos. A nivel institucional, se promulgó una nueva Constitución que garantizaba derechos fundamentales y promovía la participación ciudadana. No obstante, el país enfrentó una guerra civil impulsada por la intervención estadounidense, lo que provocó una profunda crisis económica con alta inflación y escasez de productos básicos. Además, se vivieron tensiones ideológicas internas, conflictos con la Iglesia Católica y la oposición, y se presentaron denuncias de violaciones a los derechos humanos por parte del gobierno. En conjunto, este periodo representa una etapa de profundas transformaciones y contradicciones que continúa siendo objeto de debate histórico y político.