Isabel D’Amico, la escritora que lucha por el barrio
Por Victoria Allende Posse
Isabel D’Amico, la escritora que lucha por el barrio
Por Victoria Allende Posse
Isabel vive en Coghlan hace 30 años y, desde el día en que pisó el barrio, nunca más se pudo desprender de él. Hoy es secretaria de la Asociación de Amigos de Coghlan y combina su pasión por la lectura y la escritura con su compromiso por preservar el patrimonio cultural del barrio.
Isabel siempre fue una mujer muy inquieta. Durante su infancia vivió en José León Suarez, Provincia de Buenos Aires; sin embargo, desde los 18 años empezó a viajar y a conocer distintas partes del mundo, pero nunca pensó que un lugar la atraparía para siempre: su casa, Coghlan. Hace 30 años que vive en este barrio y hoy siente la necesidad de devolverle todo lo que le dio. “Aunque soy un bicho de ciudad, nunca fui solo de departamentos y bloques de cemento. La mixtura entre espacios verdes y edificios me parece más saludable”, afirma. Es por eso que trabaja como secretaria de la Asociación de Amigos de Coghlan con un objetivo claro: defender las identidades barriales, preservar el patrimonio cultural que tanto valora y combatir el avance desmedido del código urbanístico que, según su crítica, “avasalla las identidades barriales".
Como secretaria, se encarga de múltiples tareas administrativas pero lo que realmente disfruta es acompañar a quienes presentan sus libros. Para ella, cada lanzamiento es una celebración, un momento de emoción compartida. La biblioteca, según Isabel, es más que un lugar de lectura; es un espacio de juego que impulsa la curiosidad y conecta a las personas. "La lectura socializa, genera vínculos", asegura, destacando cómo la interacción con los vecinos, especialmente los mayores, va más allá de los libros. Muchos llegan buscando una charla, un mate compartido, y la biblioteca se convierte en un espacio que no solo alimenta el intelecto, sino también las relaciones humanas.
Para ella, los libros no son solo un pasatiempo, sino una herramienta esencial para formar identidad y crear lazos con otros. “La lectura es un refugio, te acompaña toda la vida. Si te sumergís en las historias, vivís más vidas”, asegura con convicción. Bajo su gestión, la biblioteca próspero, no solo como espacio físico, sino como un lugar de encuentro intergeneracional donde las personas se conectan y socializan.
Isabel no solo lee, también escribe. Empezó hace más de 20 años, motivada por una necesidad personal de dar forma a las palabras y hacerlas resonar en quienes la leen. Publicó su primer libro en 2011 y, con entusiasmo, se prepara para lanzar “Timbre Abierto” en el próximo verano. La escritura la llevó a detenerse en los detalles, a observar con profundidad para luego plasmarlos en papel. Esa mirada la aprendió no solo en los cursos que hizo de literatura, sino también en su experiencia viajando y conversando con personalidades como Jorge Luis Borges, a quien tuvo la oportunidad de transportar en uno de sus vuelos como comisaria de abordo en Aerolíneas Argentinas.
“La lectura es un refugio, es una compañía para toda tu vida. Si podés entrar en las historias, vivís más vidas.”, sostiene Isabel.
Foto: V.A.P
La vida de Isabel siempre estuvo marcada por el coraje de enfrentar las injusticias. Incluso llegó a comenzar la carrera de abogacía, aunque nunca quiso limitarse a una única vocación. Sin embargo, a lo largo de su trayectoria, desde su tiempo como sindicalista hasta sus años recientes, sigue luchando por lo que considera correcto. “Me atreví a hablar de igual a igual con los poderosos. Nunca temí defender lo que creí”, afirma Isabel. Su pasión por la justicia se manifestó tanto en la confrontación con los grupos de aerolíneas, cuando se animó a renunciar, como también en la Asociación de Vecinos con los organismos para pedir soluciones y demandar incumplimientos. Para ella, esta valentía es uno de sus mayores logros.
Su vida es un recordatorio de que a la vida hay que transitarla y “gastarla". “No debemos quedarnos cómodos, la vida nunca te va a dar seguridad, pero eso no te debe frenar el juego”, sostiene. Para ella, si te gusta algo hay que atreverse a ir por eso: “Hay miles de historias esperando”. Su misma trayectoria lo demuestra. Pasó de trabajar de moza, a trabajar de comisaría de vuelo, estudiar abogacía, y finalmente, cumple el sueño de ser escritora. Plasma en sus narraciones cada etapa de su vida y los transforma en cuentos breves y relatos cautivadores. Hoy, Isabel equilibra su amor por las narraciones con su compromiso de preservar la identidad de Coghlan y cuidar la biblioteca del barrio, dejando un legado donde la literatura conecta con las personas y genera nuevos lectores cada día.