El despertar de la conciencia ambiental en un barrio histórico
Por Magdalena Blaquier
Por Magdalena Blaquier
Las iniciativas impulsadas por los residentes del barrio reflejan el fuerte compromiso de la comunidad con la protección ecológica de su entorno.
Se está gestando un movimiento de conciencia ambiental en el centro del barrio de Coghlan, un rincón silencioso de Buenos Aires. La Asociación de Vecinos de Coghlan ha sido fundamental en la promoción de la sostenibilidad, movilizando a los residentes para cuidar y preservar el entorno. Este compromiso vecinal se ha reflejado en una creciente preocupación por el impacto ambiental y en acciones colectivas que buscan generar un cambio significativo. Coghlan se presenta como un barrio comprometido, donde la participación activa de sus habitantes es un ejemplo de cómo las comunidades locales pueden contribuir al bienestar del planeta.
La Asociación de Vecinos de Coghlan, ahora una personalidad jurídica, se ha convertido en la voz que encabeza los intereses del barrio. Esta organización refleja el fuerte compromiso de la comunidad a través de acciones concretas que van más allá de un solo enfoque. Coghlan es un barrio multifacético, difícil de definir por una única causa, ya que en su identidad conviven diversas preocupaciones. Un rasgo distintivo es su vínculo con la literatura, evidenciado por la biblioteca en la estación de tren, pero los vecinos también muestran un profundo interés por el cuidado del entorno, tanto ambiental como estructural, organizando protestas y charlas informativas para proteger y mejorar su espacio.
Los vecinos de Coghlan se comprometen con diversas causas.
Foto: MB
El Camino de Roosevelt, el pasaje de árboles alrededor de la estación de Coghlan, es el único pulmón verde del barrio, contando con 163 árboles de diversas especies. Por mucho tiempo, los vecinos del barrio no se interesaron por este espacio y su indiferencia resultó en problemas ecológicos en el área. La tala inadecuada de los árboles provocó que estos crecieran de manera irregular en búsqueda del sol, lo que resultó en un paisaje desequilibrado: con áreas sobrepobladas y otras con escasez de vegetación. Isabel D’Amico, la secretaria de la Asociación Civil Amigos de la Estación de Coghlan, dijo: “No nos dimos cuenta por lo poco que miramos”. Para contrarrestar el efecto dañino que tuvo esta indiferencia, los ambientalistas de Coghlan propusieron una medida que fomenta la conciencia ambiental y el involucramiento social.
La indiferencia de los vecinos llevó a deformidades en el crecimiento.
Foto: MB
El próximo 28 de septiembre, la asociación de Coghlan organizará un evento con el objetivo de concientizar sobre el cuidado de los árboles del barrio. La iniciativa, que será a la tarde del sábado, dará nombre propio a cada árbol del Camino de Roosevelt. Todos los árboles del pasaje llevarán el nombre de un escritor, anunciado durante el evento, con la intención de que cada árbol individual tenga un significado propio, que sea cuidado y respetado por los vecinos y que sea una parte especial y única del barrio. El proyecto tendrá un código QR para que cualquiera pueda acceder a un recorrido virtual del camino y pueda aprender el nombre de cada árbol, su especie y las condiciones de su cuidado. La iniciativa es, además, una forma de involucrar a los vecinos en el cuidado ambiental. No solo podrán identificar y atribuir un significado personal a cada árbol, sino que también están invitados a traer nuevas propuestas de autores para el nombramiento, generando así un entrelazado infinito entre el barrio y su naturaleza.
Otro proyecto destacado de conciencia ambiental es el propuesto por el arquitecto Pablo García Miramón, quien propone el reemplazo de las luces en las calles para proteger y fomentar la biodiversidad. Según García Miramón, tanto la temperatura como la altura de los focos afectan directamente al entorno natural que rodea las luces. Las plantas, por ejemplo, ven interrumpido su ciclo de fotosíntesis, mientras que los animales, como los pájaros, sufren alteraciones en sus ciclos circadianos debido a las luces frías y altas, provocando comportamientos inusuales, como el canto nocturno. Además, estas luces generan una sobreestimulación visual en las personas. El proyecto plantea sustituir las luces actuales por focos LED cálidos y de menor altura, lo que tendría un impacto positivo no solo en la fauna y flora locales, sino también en la salud y bienestar de los habitantes. “El entorno también nos hace”, afirmó el arquitecto. El proyecto no solo busca mejorar la calidad de vida de los habitantes del barrio, sino también crear un entorno más equilibrado y armónico, donde la naturaleza y la urbanización pueden coexistir de manera sostenible. Con iniciativas como esta, Coghlan se posiciona como un líder en el progreso del cuidado ecológico.
El área verde de la estación es el unico pulmón del barrio.
Foto: MB
La conciencia ambiental en Coghlan es una muestra de cómo la participación activa de los vecinos puede transformar un espacio urbano. A través de proyectos como el de la iluminación sustentable y la revalorización de sus áreas verdes, el barrio está trazando un camino hacia un futuro más equilibrado y respetuoso con el entorno. Si bien los desafíos son muchos, el ejemplo de Coghlan demuestra que con voluntad y acción colectiva, es posible lograr un impacto significativo, no solo a nivel local, sino también como inspiración para otros rincones de la ciudad.