6ºB

Sé que me falta poco para llegar a mi destino, siento la emoción crecer en mi interior. El camino ha sido largo y lleno de obstáculos, pero cada paso me acerca más a mi sueño. Las fuerzas flaquean, pero la determinación sigue firme, no hay marcha atrás, solo se puede seguir adelante. El cansancio se hace presente, pero la meta está cerca, siento el corazón latir con fuerza, ansioso por alcanzarla. Sé que me falta poco y estoy dispuesto a dar todo lo que tengo dentro para lograrlo.

Merece la pena esforzarme tanto para conseguir mi sueño, y sé que si sigo así lo conseguiré. Conseguiré crear una cura para la enfermedad que está conquistando el mundo. Una que por ahora no tiene, pero eso va a cambiar, lo intentaré hasta lograrlo. La enfermedad non te deja respirar, pero para eso ya hay unas máscaras. Tampoco te deja pensar y eso es lo que quiero resolver.

Voy avanzando, pero sé que me falta poco para lograrlo.

Aún era joven para tirar la toalla. Cuando terminé bachiller tenía claro la carrera que quería estudiar y sería medicina, como mi abuelo. Para hacerlo debía sacar una nota muy alta en el examen de la ABAU, fui un poco nervioso a hacerlo y lo suspendí. Pero todo el trabajo diario que le dediqué al estudio me dio fuerzas para repetirlo y cumplir mi sueño de poder curar a otras personas. Fui por segunda vez y por supuesto esta vez lo conseguí, desde ese día sabía que todavía me quedaban muchos años de estudio pero merece la pena por querer cumplir mis sueños profesionales.

Y así fueron los cinco años más largos de la historia. Los niños estaban todo el tiempo en su casa, ninguno tenía ilusión por ir a la calle a jugar o a estar con sus amigos. Los adultos iban al trabajo sin ganas, todos tenían las misma mirada aburrida y desganada.

Todo esto fue culpa de una simple película, la cual trataba sobre un mundo ideal con paz y sin guerra, con riqueza y sin pobreza… Esta película se hizo muy famosa. Para hacer publicidad anunciaron que iban a desvelar el secreto para un mundo ideal, marcaron un día y una hora para revelar el secreto en la página web de la película. Todo el mundo estaba conectado y dijeron que el secreto era ser aburrido. Esto sorprendió a la gente, pero aun así lo hicieron.

Había miles miles de personas esperando que fuera mentira eso de que iba a estar lloviendo cinco años sin parar. Al principio nadie se lo creyó cuando salió en las noticias, pensaban que era ironía. Pero estuvo lloviendo tres meses sin parar y ahí fue cuando la gente empezó a asustarse. Los niños no podían ir al parque, los jóvenes no podían quedar, los adultos no podían salir de fiesta y los ancianos no podían pasear. Porque por mucho que salieras con paraguas no servía ya que se te volaba con tanto viento. Así fueron los cinco años más largos de la historia. 

Bajaban la vista avergonzados y apretaban el paso los habitantes de aquel país cada vez que nos veían detrás del vallado. Nosotros solo intentábamos conseguir un nuevo hogar y comenzar una nueva vida fuera de aquel peligro constante. Algunos les apoyaban a ellos, otros tantos; a nosotros, pero seguían sin darnos vía libre para estar a salvo.

Había miles y miles de personas que esperaban con paciencia y esperanza a que, algún día, abrieran esa puerta tan grande que nos impedía hacer un buen uso de nuestras vidas en el mundo.

Esos dos minutos fueron suficientes. Suficientes para decidir que aquello no podía seguir así, que no podía seguir viviendo aterrorizado por Kevin y sus amigos. Durante esos dos minutos de pánico, mientras los matones de la Universidad golpeaban la puerta de su casa amenazándolo a gritos, Emilio decidió que iba a denunciarlos a la policía.

Ya estaba cansado de sus mensajes de Whatsapp, insultándolo y amenazándolo, de empujones por el pasillo, de zancadillas, de ver como tiraban su mochila a la fuente de la plaza, mientras se reían como monos. Y lo peor era que nadie se atrevía a plantarles cara; podía ver el miedo en la cara de los demás alumnos, que bajaban la vista avergonzados y apretaban el paso, por miedo a ser los siguientes…

Estaba sentada en un sillón de terciopelo rojo,temblando y mis ojos estaban llorosos. No sabía si hacerlo, pero al final tomé una decisión. Cogí el móvil y silenciosamente marqué el 911 sin que mi padre notara nada, unos segundos después cogieron la llamada.

-¡Hola! 911, ¿cuál es su emergencia?

-Ayuda - dije en bajo mientras se escuchaban los gritos de mi madre por detrás.

-Entiendo... le mandaremos una ambulancia y una patrulla en breve, no cuelgue.

Y esos dos minutos fueron suficientes para que el corazón de mi madre dejara de latir.