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La suerte se considera como un poder fortuito que puede ser favorable o adversa y determina lo que nos sucede.
Así cuando obtenemos algo que consideramos desproporcionado con nuestros esfuerzos decimos que tenemos “buena suerte”, por el contrario, cuando el resultado de mis acciones culmina en un fracaso, un resultado diferente al deseado, decimos que tenemos “mala suerte”.
Sea como sea, estamos poniendo el éxito o el fracaso fuera de nosotros, de nuestras competencias, capacidad y habilidades.
Estamos siendo rehenes de una creencia limitante.
Al decirnos que tenemos “mala suerte”, nuestro cerebro se adapta a la realidad del fracaso como un resultado esperado, minimizando nuestra frustración. Esto permite aceptar el fracaso y asumir los resultados.
Esta creencia, incluso suele ser alimentada por los demás al intentar consolarnos frente a resultados que no parecen corresponder con las acciones realizadas para obtener un objetivo.
El filósofo y político Séneca (65 DC) ya decía que “La suerte es donde confluyen la preparación y la oportunidad”.
Si analizamos cualquier hecho adverso a partir de nuestras propias decisiones y acciones, el contexto dentro del cual se desarrollaron, y las probabilidades reales de acceder a la oportunidad, seguramente podemos identificar:
Falta de recursos, recursos insuficientes o uso inadecuado de los mismos
Falta de consideración de variables determinantes del propio contexto en el que actuamos
Valoración inadecuada de la oportunidad y nuestras posibilidades de éxito.
Esta concientización de nuestras competencias, capacidades y habilidades frente a las oportunidades es lo que permite adecuar nuestras decisiones, recursos y acciones en forma eficiente para lograr nuestros objetivos.
No es cuestión de suerte, es cuestión de adecuar nuestra forma de ser y hacer, y nuestra percepción de la realidad ante la oportunidad. Esto determina nuestro éxito o fracaso.
"La mejor forma de predecir el futuro es creándolo". - Peter Drucker.
Te acompaño a alcanzar tus metas, siendo tu mejor versión.
pren Mónica Nieto - HR Management & Coaching
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La suerte se considera como un poder fortuito que puede ser favorable o adversa y determina lo que nos sucede.
Así cuando obtenemos algo que consideramos desproporcionado con nuestros esfuerzos decimos que tenemos “buena suerte”, por el contrario, cuando el resultado de mis acciones culmina en un fracaso, un resultado diferente al deseado, decimos que tenemos “mala suerte”.
Sea como sea, estamos poniendo el éxito o el fracaso fuera de nosotros, de nuestras competencias, capacidad y habilidades.
Estamos siendo rehenes de una creencia limitante.
Al decirnos que tenemos “mala suerte”, nuestro cerebro se adapta a la realidad del fracaso como un resultado esperado, minimizando nuestra frustración. Esto permite aceptar el fracaso y asumir los resultados.
Esta creencia, incluso suele ser alimentada por los demás al intentar consolarnos frente a resultados que no parecen corresponder con las acciones realizadas para obtener un objetivo.
El filósofo y político Séneca (65 DC) ya decía que “La suerte es donde confluyen la preparación y la oportunidad”.
Si analizamos cualquier hecho adverso a partir de nuestras propias decisiones y acciones, el contexto dentro del cual se desarrollaron, y las probabilidades reales de acceder a la oportunidad, seguramente podemos identificar:
Falta de recursos, recursos insuficientes o uso inadecuado de los mismos
Falta de consideración de variables determinantes del propio contexto en el que actuamos
Valoración inadecuada de la oportunidad y nuestras posibilidades de éxito.
Esta concientización de nuestras competencias, capacidades y habilidades frente a las oportunidades es lo que permite adecuar nuestras decisiones, recursos y acciones en forma eficiente para lograr nuestros objetivos.
No es cuestión de suerte, es cuestión de adecuar nuestra forma de ser y hacer, y nuestra percepción de la realidad ante la oportunidad. Esto determina nuestro éxito o fracaso.
"La mejor forma de predecir el futuro es creándolo". - Peter Drucker.
Te acompaño a alcanzar tus metas, siendo tu mejor versión.
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Nuestra vida es el producto de situaciones y contextos que vivimos, nuestras emociones y acciones, y decisiones que fuimos tomando, siempre tratando de hacerlo lo mejor que podíamos con los recursos que teníamos en ese momento.
Muchas veces acertamos y otras tantas nos equivocamos y ambos resultados determinan nuestra realidad.
Lo primero que debemos hacer es aceptar esa realidad, agradable o desagradable y asumir nuestra responsabilidad sobe la misma, sin buscar culpables.
Cuando nos hacemos cargo de nuestra realidad, asumimos responsablemente nuestras fortalezas y debilidades, nos hacemos protagonistas de los logros y los desaciertos y nos reconocemos como eternos aprendices y protagonistas de nuestra vida.
Aceptar la realidad no es resignarse, sino verla como el producto de mi forma de ser y de hacer y por tanto nos reconocemos como actores principales de la misma.
Si esa realidad depende de mí, yo puedo cambiarla, cambiando mi forma de ser o de hacer.
¿Es sencillo? No, no lo es
¿Es posible? Si, lo es.
¿Qué necesito para hacerlo?
· Saber qué es exactamente lo quiero, y cómo lo quiero.
· Tomar la decisión de trabajar conscientemente para modificar en mi todo aquello que hace que mi realidad sea como es y no como yo quiero
· Tomar la decisión de modificar mi forma de hacer para que mis acciones tengan los resultados que deseo y no los que me alejan de mis objetivos
Cada día tenemos la oportunidad de decidir cambiar nuestra realidad y comenzar a trabajar en ello.
Tu realidad depende de ti y de cómo te relacionas con ella.
Sé el protagonista de la realidad que deseas.
Te acompaño a alcanzar tus metas, siendo tu mejor versión.
Mónica Nieto - HR Management & Coaching
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Las mujeres tienen sus propios desafíos de independencia económico-financiera.
A pesar de los avances socio culturales de las últimas décadas, la mujer en sí misma está limitada por sus propias creencias y prejuicios que, consciente o inconscientemente, afectan su autovaloración, la de sus capacidades y la de sus oportunidades de desarrollo tanto para emprender como en el ámbito laboral y profesional.
El “Síndrome del Impostor” es un fenómeno psicológico que afecta a las personas que, a pesar de lograr éxitos y reconocimientos evidentes, dudan de sus propias competencias y sienten que no merecen sus logros.
En el año 2021, un estudio de KPMG reveló que el 75% de las mujeres ejecutivas han experimentado el síndrome del impostor en algún momento de su carrera. El estudio también reveló que el 85% de las mujeres ejecutivas cree que el síndrome del impostor es algo muy común entre las trabajadoras de las empresas estadounidenses.
Saskia de Winter, experta en el tema, expresó en una entrevista para Forbes México “Las mujeres vivimos en un país machista en donde se nos compara con hombres y nos brindan menos oportunidades por el simple hecho de ser mujeres, entonces es cultural y global, son espacios en donde hay sobre exigencia y un autosabotaje muy fuerte”
Los cambios socio-culturales son procesos largos y complejos sobre los cuales no se tiene mucha capacidad de acción, pero el “autosabotaje” es una condición sobre la que cualquier mujer puede trabajar y modificar y depende de su voluntad y accionar para realizar un cambio de su percepción acerca de si misma, sus habilidades y oportunidades, así como sobre su realidad específica y la manera en la que se relaciona con ella.
El coaching ontológico es un proceso corto que pone a disposición de la persona un conjunto de herramientas de desarrollo y crecimiento personal en un espacio íntimo y confidencial de reflexión y acción que permite:
Lograr un profundo autoconocimiento, identificando claramente tus gustos, intereses, valores y prioridades
Identificar y replantear tus limitaciones, creencias, juicios y prejuicios de acuerdo a una percepción adecuada de la realidad.
Identificar objetivos personales deseables y alcanzables
Identificar y revalorar tus competencias y habilidades detectando fortalezas y debilidades a compensar
Revalorizar tus logros tanto personales como laborales
Considerar tus oportunidades y adecuar tus recursos a los objetivos definidos
Establecer un plan de acción y las etapas de ejecución para el logro de tus objetivos
Si has realizado un proceso de coaching personal, laboral o profesional ¿Tienes un minuto para contar brevemente tu experiencia?
pren Mónica Nieto - HR Management & Coaching
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Todo cambio implica pérdidas, algo que se tenía, algo que se hacía, algo que se disfrutaba, algo que se quería, y además una cuota de incertidumbre.
Cuanto menor sea nuestra responsabilidad en dicho cambio mayor es la incertidumbre que sentimos.
La incertidumbre nos genera temor, miedo, angustia, desazón, a partir de nuestra percepción o proyección de una nueva realidad que nos desafía desde lo desconocido, la experiencia ajena o desde nuestras propias inseguridades.
A veces deseamos recuperar lo que teníamos antes y las nuevas condiciones parecen no ajustarse a nuestros deseos.
Te propongo que observes tu realidad pero no desde lo perdido, sino desde lo adquirido. ¿Qué es lo que tienes? ¿Qué has aprendido de lo vivido? ¿Qué recursos has incorporado? ¿Qué te faltó? ¿En qué puedes mejorar?
Te propongo que dejes de ver lo que perdiste para poner atención a lo que ganaste, por poco que pueda parecer en este momento.
Es importante que seas consciente que estás en un punto de partida. Todo cambio es tu oportunidad de ser y hacer mejor, de crecer en lo personal o profesional.
Comienza por aceptar el cambio y cambia el tipo de observador que eres.
Como dice el dicho… “Deja de llorar por la leche derramada”! Tu vida está hacia el frente, no detrás de ti.
Sé el protagonista principal de tu vida. Crea tu futuro a partir de lo que tienes y lo que quieres tener.
Establece tus objetivos de acuerdo a tus intereses, valores, gustos y prioridades, determina metas accesibles y alcanzables, planifica tus recursos y acciones para lograrlos y verás como disminuye la incertidumbre y aumenta tu autoestima y satisfacción.
Todo cambio es un nuevo comienzo y el solo hecho de tener la posibilidad de tomar las riendas de tu vida personal o profesional es maravilloso.
Empieza a vivir tu cambio como la oportunidad que es.
¡Comunícate conmigo! Te acompaño a alcanzar tus metas siendo tu mejor versión
Mónica Nieto - HR Management & Coaching
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A veces es lo que haces, otras el lugar, otras las personas que te acompañan y otras, muchas otras, la razón o la causa, no está en ninguno de estos factores, sino en ti mismo, pero lo cierto es que no eres feliz.
No te sientes bien, no quieres seguir, todo se te hace cuesta arriba, pero no tienes alternativa.
Tienes obligaciones, compromisos, valores, emociones, creencias, intereses, prioridades, y un cúmulo de condiciones que te sostienen en tu realidad.
Te parece increíble que teniendo lo que tienes no eres feliz y por si fuera poco, los demás te lo hacen ver constantemente. “¡Deja de quejarte!”. “¡Qué más quieres!” “ Ojalá yo tuviera tu…!” “¡Lo tienes todo!”
Te sientes culpable y te sientes mal agradecido, y aún así darías lo que fuera porque “algo mágico” lo cambiara todo y volver a sentir las ganas, la ilusión, la fuerza y la alegría de vivir.
Yo una vez estuve allí, como tú.
Estuve viviendo una vida que no me gustaba pero era la que tenía, la que yo había elegido, la que “debía” tener, la que a muchos les parecía formidable y que pese a todo a mi me empezó a pesar, a doler, y me hacía muy infeliz.
Era una vida que me daba todo lo que se suponía que “debía” tener y “más”, haciendo lo que “debía” hacer y que sentía que cada día me abrumaba más, hasta que finalmente esa vida “me soltó”.
No lo decidí yo, o sí, pero si fué así no fué el resultado de un proceso reflexivo, no era mi objetivo y no respondía a un plan de acción consciente o un objetivo determinado.
La realidad es que “la vida” (porque “siempre es necesario” que haya algún otro responsable) me soltó la mano y “perdí todo” lo que tenía en un instante.
Te pido que vuelvas a releer esto hasta aquí, y pongas atención a todo el texto entre comillas.
Ya pasaron exactamente 2 años en que sucedió finalmente eso…”no tan mágico”... que me permitió comenzar a vivir mi vida con ilusión, ganas y propósito.
No tengo muchas cosas que tenía. Si tengo lo que me permite levantarme cada día con fuerzas y ganas de vivirlo, haciendo lo que disfruto con sentido y satisfacción.
El estar en ese punto de “la nada” fué lo que me permitió hacerme las preguntas importantes, las válidas, las poderosas
¿Qué es lo que realmente quiero? ¿Qué es lo que realmente tengo y quiero? ¿Qué es lo que realmente tengo y no quiero? ¿Qué es lo que me gustaría hacer? ¿Cuáles son mis fortalezas? ¿Cuáles son mis debilidades? ¿Que debo cambiar, eliminar o adquirir para lograr lo que quiero? y otras tantas preguntas como estas…
Las respuestas me llevaron a encontrarme en lo más profundo de mi ser, me descubrí, me reconocí, tuve una clara definición de mis metas y objetivos para ser y hacer lo que realmente me diera satisfacción.
Encontré mi propósito en cada ámbito de mi vida y me comprometí, absolutamente, con ellos.
Hoy puedo decirte que cuando creí que estaba en “la nada”, en el final de todo, solo estaba en el punto de partida.
Esta vida que tengo hoy sí es para mi, porque responde a todo lo que soy y lo que deseo
También, es necesario aclarar algo muy importante. No tenía porqué llegar a ese punto, así sucedió por no haber tenido la oportunidad y facilidad de realizar todo el proceso que hice a partir de entonces con anterioridad.
De haber tenido la posibilidad de realizar ese trabajo de autoconocimiento, reconocimiento y crecimiento personal, voluntaria y conscientemente mucho antes, habría podido planificar y accionar sobre mi realidad con éxito y sin el trauma de la pérdida que sufrí hace dos años.
No hace falta caer hasta el fondo del abismo para salir a flote, es posible nadar tranquilamente con rumbo y sentido hasta donde deseas.
Te cuento esto porque mi propósito en el ámbito profesional es poder acompañarte a realizar este proceso de transformación personal facilitando la adecuación de tu vida a tus deseos, gustos, intereses y prioridades. A lograr la satisfacción plena en cualquier ámbito de tu vida que desees o necesites..
Como coach, me hace muy feliz ver como mis clientes logran sus metas y transforman sus vidas en muy corto tiempo, pero sobre todo, verlos disfrutar del proceso y asombrarse y entusiasmarse por cada paso que van dando en pos de sus objetivos.
Soy una apasionada de lo que hago y esta pasión es la que todos deberíamos sentir día a día con lo que hacemos.
Si sientes que lo que eres, lo que haces, el lugar donde estás o tus relaciones no son lo que quieres o como quieres, comunicate conmigo, me comprometo a acompañarte a lograr tus metas siendo tu mejor versión compartiendo un pequeño pero precioso camino de nuestras vidas.
Mónica Nieto - HR Management & Coaching
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Solemos separar los sueños de la realidad y creemos firmemente que hay un espacio diferente e intransitable entre ambos.
Alguien dijo un día… “Los sueños, sueños son” y muchas de nosotros lo repetimos internamente totalmente convencidos.
Esto es 100% una creencia limitante.
Entre mi sueño y su realidad puede haber un camino que no es fácil.
Puede requerir recursos materiales y no materiales (económicos, habilidades, conocimientos) que no tenemos.
Puede tener obstáculos de todo tipo.
Puede requerir asumir riesgos y desafíos, y por lo tanto, enfrentar uno o más fracasos durante el trayecto
Puede requerir un gran compromiso y el esfuerzo sostenido por mucho tiempo
Puede requerir cambios tanto en uno mismo como en nuestra forma de hacer
Puede requerir renunciar o perder cosas que hoy forman parte de nuestra vida.
Definitivamente, todo esto es lo que te impide vivir lo que quieres y cómo quieres y no el que sea un “sueño”.
En los hechos, la realización de un sueño es una gran oportunidad de crecimiento y mejora, de autorrealización y de satisfacción personal y por si esto fuera poco, es lo que le da un real sentido a tu vida.
Renunciar a tus sueños es decidir vivir la vida de los demás y para los demás.
Mónica Nieto - HR Management & Coaching
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¿Por qué tomamos al pie de la letra esta afirmación y no la que dice “Los gatos tienen 7 vidas»?
Los seres humanos hemos aprendido y desarrollado habilidades a partir de la curiosidad. Es la condición natural más beneficiosa que tiene el ser humano para obtener conocimientos.
Los bebes, a partir del momento en que adquieren sus habilidades de desplazamiento requieren una gran atención de los cuidadores por la gran curiosidad que les genera todo lo que les rodea.
Enchufes, escaleras, alturas, ventanas, puertas, estufas, fuego, recipientes, un frasco, un cajón, algo que hace ruido, algo que se mueve, pozos, etc. y todo aquello que despierte su interés se transforma en un objetivo que difícilmente abandonará a menos que lo distraigamos.
Hay otra condición indispensable que acompaña esa curiosidad, y es la falta del miedo, la falta de la noción de peligro. Van por lo que quieren sin tener ningún tipo de cuidado por lo que podría suceder.
No conocen el miedo y confían en sus habilidades, la curiosidad se despierta y van por lo que sea.
Una tercera condicionante para el desarrollo de los pequeños es la emocionalidad a pleno, y la fuerza con que expresan lo que sienten cuando quieren o no quieren algo.
En resumen, un niño en los primeros dos años de vida, descubre un objetivo y va por él con toda la motivación a pleno y ante cualquier obstáculo expresará con toda su emocionalidad sus deseos e insistirá una y mil veces por saciar su curiosidad.
La mayoría de nosotros hemos perdido estas condiciones para aprender, para desarrollarnos, debido a la “educastración”, término que vengo escuchando en varios webinars y me resulta sumamente descriptivo.
Desde la tan famosa frase “La curiosidad mató al gato” que tilda dicha condición motivante como algo maligno y letal, asumir el miedo como algo necesario para sobrevivir ya que la pérdida de…, lo que sea, no solo es dolorosa, sino que está señalada muchas veces como “fracaso” ante los demás y ni que decir de andar armando pataletas porque nos impiden llegar a nuestro objetivo.
Cuanto más deseamos agradar a los demás, menos riesgos tomamos, menos expresamos nuestras emociones naturales y de curiosear… ¡Ni hablemos!
Les propongo reflexionar cuantas cosas hicimos “por mandato ajeno” (personas, circunstancias, costumbres y tradiciones, etc.) y lo que penamos durante todo ese tiempo, por ejemplo, una formación, un deporte, tocar un instrumento musical, hacernos cargo o colaborar en un negocio familiar, etc. (y quizás, aún lo hacemos). Como se sentían, que resultados obtuvieron, como vivieron los obstáculos y que sintieron con los resultados.
Ahora les propongo que piensen en aquellos que han hecho por vuestra propia voluntad, porque su curiosidad y propósito los llevó a emprender (una capacitación, una práctica deportiva o artística, una empresa, etc.) y como sintieron y que resultados obtuvieron, como enfrentaron los obstáculos y como vivieron los resultados.
En mi caso, por ejemplo, desde muy pequeña me mandaron a aprender inglés, y sufrí unos doce años el inglés, desde el traslado para ir a clases, las clases, los exámenes y todo lo que tuviera que ver con ello. Me daba miedo no cumplir con las expectativas. No lo cuestionaba, pero lo cierto es que hubiera preferido hacer cualquier otra cosa y los resultados siempre fueron los “suficientes” para que mis padres estuvieran satisfechos.
Cuando entré a la Universidad de Ciencias Sociales, comencé a conocer un montón de autores teóricos cuya bibliografía solo se conseguía en inglés y también había charlas de grandes sociólogos en dicho idioma y me di cuenta que lo aprendido en mis años de estudio no era suficiente para acceder a dicho conocimiento, así que me aboqué a estudiar nuevamente el idioma, pero esta vez, como un proyecto propio. Los resultados fueron magníficos, disfruté de mis avances, no faltaron tropiezos, pero me esforcé para hacerlo mejor cada vez.
La diferencia estuvo en que el aprendizaje se basaba en mi curiosidad, en mi necesidad de saber y esa motivación permitió que mi mente estuviera totalmente permeable y ávida para la adquisición del conocimiento, disminuyendo la percepción de riesgos y obteniendo gran satisfacción con los avances.
En este mundo de permanente cambio, la necesidad de re educarnos (reskilling) como forma de adaptarnos y la imperiosa necesidad de ser felices y estar satisfechos con lo que hacemos, no en el sentido romántico del término sino en el sentido esencial del ser, recuperando la curiosidad y la confianza, nos permite desarrollar todo el potencial personal y profesional.
¿Cuándo somos felices?
Como los bebés. Cuando estamos donde queremos, con quienes queremos, como queremos, haciendo lo que queremos y teniendo lo que queremos.
¡Bien! Es probable que haya circunstancias en que no vamos a poder tenerlo todo.
En la vida adulta y social los valores y las normas que nos permiten la convivencia suelen imponer límites.
En este punto, creo que la regla que resume nuestro único obstáculo insalvable es el respeto del derecho a la vida, las posesiones, la libertad, el trabajo y la integridad física y emocional del otro
A partir de esto, cualquiera sea nuestro propósito, si nos lo proponemos y vamos por los recursos que nos falten para lograrlo, será nuestro, porque la vida nos da el derecho y las oportunidades y porque los principales creadores de oportunidades para nosotros, somos nosotros mismos.
No veamos todos los obstáculos como insuperables para poder tener o hacer lo que deseamos y cómo lo deseamos. La mayoría de ellos están en nuestra mente o nos los imponen los otros, con necesidades y juicios ajenos a nosotros.
Perder el miedo al fracaso, entenderlo como una etapa de aprendizaje para modificar nuestro plan y volver a intentarlo de otra manera, y asumir los riesgos del cambio, es una forma de permitirnos lograr aquello que deseamos, mas allá del tiempo que lleve y lo sencillo o complejo que pueda ser el camino.
No estoy planteando que sea sencillo, simplemente que es posible, que depende de nosotros la posibilidad de ser cada vez mas felices y que todo cambio requiere una voluntad y una emocionalidad que nos permita dar los pasos necesarios para obtener lo que deseamos.
¿Qué es lo que no tienes y quieres? ¿Qué es lo que no estás haciendo y te gustaría hacer? ¿Qué crees que te haría mas feliz de lo que eres hoy?
Recupera ese niño que hay en ti por un ratito, para ver que te llama la atención y genera tu puesta en marcha.
Toda gran travesía comienza con un pequeño paso.
Mónica Nieto - HR Management & Coaching
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Hay términos que se ponen de moda, sin embargo, hay actitudes que diferencian siempre a las personas y que han sido llamadas de diferente manera en las distintas épocas.
¿Cuáles serían posibles sinónimos de resiliencia?
Flexibilidad, capacidad de adaptación, resistencia, elasticidad, fortaleza, solidez
Cualquiera de estos términos implica actitudes muy específicas frente a: cambios externos, el fracaso, los obstáculos, la adversidad y todas aquellas situaciones que no acompañan los deseos o la planificación para el logro de objetivos establecidos.
En estos tiempos la capacidad de reaccionar de manera resiliente frente a las diferentes situaciones que se plantean en la vida es prácticamente un imperativo, ya que es lo que permite una buena salud mental más allá del logro de objetivos y la satisfacción consecuente.
La satisfacción inmediata o valoración del resultado en este mundo globalizado y tecnológico, ha sustituido la satisfacción del esfuerzo o valoración de los medios y recursos de nuestros abuelos y bisabuelos.
Esto implica un gran cambio de paradigma y en la percepción del ser y el hacer, y por tanto, en la interpretación de los hechos y los resultados obtenidos.
Esta nueva percepción de la satisfacción en la realidad actual, no acompaña de forma positiva la oportunidad del desarrollo de actitudes resilientes.
El éxito y el fracaso son “sentencias” que no solo evalúan quienes forman parte del círculo más cercano sinó miles de personas que están en cualquier parte del mundo a través de las redes sociales. La exposición de todo lo que se hace o dice pone en tela de juicio global el éxito y el fracaso.
Los juicios y prejuicios están a la orden de todo y de todos y el ser resiliente, entonces, requiere de un esfuerzo mayor, una intención consciente y sostenida que se desarrolla en un contexto esencialmente público, invasivo y hasta, muchas veces, agresivo.
Esto remite a la necesidad de introspección y autoconocimiento consciente, de reflexión y análisis de la realidad desde diferentes perspectivas, dejando de lado los juicios y prejuicios que influyen en la valoración de los hechos así como también en la de los recursos propios.
Por otro lado, a la importancia de recuperar un espacio de tiempo propio, íntimo, y de confianza en el cual se pueda valorar en forma analítica y reflexiva los recursos, las habilidades y las oportunidades reales que se tiene y eliminar la consideración aquellos juicios, prejuicios y creencias limitantes que impiden actuar de manera efectiva sobre los hechos y situaciones que se viven, es una manera de poder desarrollar la resiliencia necesaria para avanzar en las metas y objetivos.
Esta es la oportunidad que brinda un proceso de coaching respecto al ser y al hacer.
Un ambiente adecuado, con la compañía profesional adecuada para:
Reflexionar sobre los hechos y situaciones que generan frustración, incomodidad o malestar
Reconocer aquello que se desea realmente y si se adecúa a los propios valores e intereses personales o profesionales.
Poder interpretar esos hechos o situaciones desde una percepción rica desde todos los aspectos posibles
Identificar deseos, recursos, valores, intereses y habilidades propias
Identificar juicios, prejuicios, creencias que influyen en la percepción de la realidad que se tiene.
Identificar cambios o transformaciones necesarias para el logro de los objetivos.
Evaluar diferentes planes de acción y seleccionar el más efectivo.
Considerar posibles obstáculos y resultados adversos de dicho plan y la forma de superarlos o corregirlos
Determinar plazos de cumplimiento de dichos planes y las etapas necesarias para cumplir el objetivo.
Realizar un seguimiento del plan de acción, y la posibilidad de ajustes y correcciones al plan original.
Celebrar el logro del objetivo.
Gran parte de lo que se trabaja en el proceso de coaching genera un cambio efectivo en la forma de ser y de percibir la realidad por lo que sus resultados se extienden a diferentes hechos y situaciones de vida de la persona, proyectando y potenciando su resiliencia y satisfacción.
Mónica Nieto - HR Management & Coaching
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…que malo por conocer!
Así dice un refrán, que se ha transformado en creencia para muchas personas.
¿Cuántos sostienen una relación personal o laboral por el solo hecho de tener claro qué hacer o cómo ser frente a las diferentes situaciones que se les presenta?
¿Cuántos mantienen una vida sin mayores satisfacciones por el solo hecho de entender que los hechos del pasado han determinado claramente el cómo viven hoy?
¿Y por el hecho de que los demás están en peor situación?
Entonces te pregunto
¿Qué te impide vivir de la manera que quieres, tener las relaciones que deseas y desempeñarte en el lugar, en la tarea o el rubro que realmente te haría felíz?
Puedes esgrimir una y mil razones que justifican lo que vives y cómo lo vives, pero me atrevo a resumirlas todas en una.
El miedo.
El miedo es el freno de la vida.
La vida tiene, al igual que la mayoría de los vehículos automotores de la década pasada, un dispositivo para frenar, uno para acelerar y también una caja de cambios.
Cada quien conduce su vida, a su buen saber y entender, cómo le resulta más cómodo o más seguro y satisfactorio en función de sus creencias, valores y emociones.
Hay quien aprieta mucho el acelerador, solo utiliza las marchas altas y asume los riesgos a cuenta de la sobredosis de adrenalina que le brinda la velocidad y el vértigo. No disfruta tanto del paisaje pero sí del viaje. No tiene miedo o lo desvaloriza totalmente.
Hay quien, tiene un buen dominio de las marchas y de la adecuación de mayor o menor velocidad de acuerdo al tipo de ruta, disfruta de una cuota de adrenalina moderada cuando entiende es conveniente y renuncia a ella cuando no lo es. Disfruta del paisaje y del viaje. Reconoce y gestiona su miedo
Hay quien pisa constantemente el freno, es inseguro y no disfruta del viaje por estar demasiado pendiente de los probables peligros y su performance. No disfruta del paisaje ni del viaje. Está dominado por el miedo.
ambién está aquel que decidió no conducir, que depende de los demás para llegar donde deben ir, evitando así todo el contacto probable con el miedo.
¿Con qué tipo de conductor te identificas?
El miedo es una emoción reptiliana y necesaria para nuestra supervivencia, ya que cumple una función de reconocimiento del peligro, activa una reacción para protegerse y sobrevivir a aquello que nos amenaza.
El miedo implica la percepción de una pérdida, la pérdida de algo que es realmente valioso para nosotros.(vida, beneficio, un ser querido, una relación, la salud, un objeto, un proyecto, un puesto laboral, etc) .
¿Pero qué hay si nos detenemos a evaluar cuáles son las cosas que hoy, en este momento, son realmente importantes para nosotros?
Lo que era importante para mi hace 30 años, seguramente ya no lo sea, ni lo de hace 15, ni lo de hace 5, ni siquiera lo del año pasado.
¿Qué pasaría si descubrimos que aquello que era “importante” para mi hace unos años, ya no lo es necesariamente?
¿Qué pasa si eso que temes perder, en realidad ya no importa?
¿Qué pasa entonces si ya no sientes miedo a perder algo que te impedía avanzar hacia lo que deseas?
¿Qué sientes al atreverte a pensar que puedes realmente tener el control de tu vida?
Y volviendo al refrán del comienzo, me atrevo a preguntarte.
¿De qué manera, lo malo conocido puede ser mejor que lo bueno por conocer?
Mónica Nieto - HR Management & Coaching
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Debo haber visto unas diez veces esta película de Roberto Benigni basada en la realidad de un campo de concentración nazi y los esfuerzos de un padre por esconderla de su pequeño hijo creando una fantasía que alimentó hasta el final, su final y el final de la guerra.
Lo cierto es que, la vida no siempre es bella.
La belleza romántica donde todo es altamente satisfactorio en todas las dimensiones de nuestra vida es un ideal, como lo es la perfección, la bondad y otros tantos conceptos que nos interpelan en forma permanente.
Suelo comenzar la primera sesión de coaching con mis coacheés, invitándoles a realizar un ejercicio donde evalúan su satisfacción en los diferentes aspectos importantes en su vida. No he tenido dos que compartan dichos aspectos en su totalidad.
Ni todos tenemos los mismos objetivos y expectativas, ni todos valoramos del mismo modo los logros y los fracasos, y tampoco reaccionamos de igual manera frente a iguales situaciones.
La vida es un viaje, con sus caminos rectos, curvas y rotondas, lagos, rocas y flores, animales dóciles y peligrosos, catacumbas y montañas, tormentas y días diáfanos, con momentos de compañía y de soledad, cansancio y euforia, opulencia y hambre, miedo y valentía, y adquirimos heridas y cicatrices, aplausos y abucheos.
Lo caminado me permitió llegar donde estoy hoy, del pasado, me quedo solo con lo aprendido. Lo que me dañó me hizo más fuerte, más cuidadoso y más eficiente.
Los dichos y opiniones ajenas sobre quien soy o que hice no responden a mi interpretación y percepción de los hechos, sino a las suyas.
No se puede evitar viajar con una mochila, porque no en vano hemos vivido. Lo que debemos evitar es cargar con cosas que nos impida valorarnos desde lo mejor de nosotros y nos distraigan del camino y de estar atentos a todos los obstáculos y oportunidades que se nos presentan para sacar nuestro mejor provecho de cada paso que damos.
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Joseph O`Connor es un referente en coaching y programación neurolingüística integrando ambas disciplinas en beneficio del proceso de cambio y transformación de las personas y su capacidad para poder reinterpretar su vida desde el presente.
Revalorar el pasado que puede ser determinante desde una serie de experiencias que no es posible cambiar y desprender de ellas aquello que significa un aprendizaje y los recursos adquiridos crea una nueva percepción de la vida.
He comentado en post anteriores que cualquier realidad puede percibirse de diferentes maneras, tantas como personas hay en el mundo. Esto explica porque dos vivencias similares resultan en experiencias de vida diferentes para esas personas.
El pasado pasó. Es lo que determinó quién se es hoy a partir de la percepción e interpretación de lo vivido pero hoy se tiene la oportunidad de decidir quién se quiere ser y cómo se quiere vivir.
Modificar su percepción en el presente, en base a lo que deseamos, a lo que nos satisface, cuando el pasado se transforma en un obstáculo para avanzar, permite identificar recursos adquiridos, aquellos que son útiles para aplicar en el diario vivir y valorarlos desde su potencial para crecer en la dirección que se desea.
Muchas veces, se trata sólo de redefinir conceptos, de cambiar las palabras con que describimos la realidad pasada o presente, o reconocer otras emociones asociadas a las situaciones en lugar de las que se identifican inicialmente.
¿Quién quiero ser? ¿Qué quiero hacer? ¿Cómo quiero vivir?
Tener un propósito, darle sentido a la vida supone un objetivo específico, un plan de acción que acompañe a la intención y requiere un proceso de autoconocimiento y análisis que permita reconocer los recursos que se tiene, y los que es necesario adquirir, valorar los obstáculos y las opciones para superarlos y establecer los tiempos para llegar al objetivo
El coaching es un acompañamiento respetuoso y reflexivo que empodera y permite hacer realidad aquello que realmente se desea si se está dispuesto al cambio.
Mónica Nieto - HR Management & Coaching
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Todos tenemos tres YO, y no se trata de una patología psicológica de personalidad múltiple.
Cada vez que queremos tomar una decisión, que debemos elegir, planificar o simplemente implementar una acción que no pertenece a nuestro diario quehacer, ellos tres conversan y discuten robándose bastante de nuestro tiempo y muchas veces, horas de sueño
Por un lado, está el YO AUTORITARIO Y SOBREPROTECTOR que está centrado en los valores éticos y morales, tiene muy claro que debemos y que no debemos hacer. Está centrado en hacer siempre lo correcto y no hacer lo incorrecto.
Además, está pendiente de nuestra estabilidad y de que no corramos ningún peligro, de lo que los demás piensen de nosotros y de lo que los demás esperan de nosotros.
Nos dice “Deberías…” No deberías…” Puedes….” No puedes…” “Recuerda lo que pasó aquella vez que….” “No querrás que….”
Por otro lado, está el YO REALISTA y MOTIVADOR que está centrado en la observación más objetiva de la realidad y la conveniencia respecto a nuestros intereses sobre cualquier tipo de acción a tomar.
Nos dice “Sería bueno para…” “ Si lo haces podrás….” “ Es conveniente hacerlo…” Si no lo haces te beneficia…” “Antes de hacerlo convendría…” “Es una muy buena oportunidad ya que..” “Aún cuando…tendría…”
Y por último está el YO IMPULSIVO Y EMOTIVO que puede ser rebelde o sumiso, que está centrado en el placer y la satisfacción y en la obtención inmediata de recompensas.
Nos dice “ Yo quiero….” Yo no quiero….” “Qué me importa si….” “ Está bien… como digan…” “Tengo ganas…ahora” “Nadie me va a decir lo que tengo que hacer” “Yo sé lo que hago” “ No pienso esperar a…” “No me importan las consecuencias”
¿Los reconoces?
Lo más curioso, es que no siempre gana el mismo YO. Según el ámbito en que nos encontramos, suele predominar uno sobre otro.
En tu caso, ¿Predomina el mismo Yo en el ámbito laboral, que en el ámbito familiar? ¿Y en el ámbito de tus amistades?
A través del coaching y sus herramientas, se trabajan los tres yo de manera consciente, lo que permite agilizar la toma de decisiones y sentirnos más seguros y satisfechos con las mismas.
Mónica Nieto - HR Management & Coaching
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📖 Sir John Whitmore (1937-2017) es considerado uno de los padres del coaching.
👉 Entre otras cosas, recalca la importancia del autoconocimiento como la capacidad de poder gestionar aquello que conocemos de nuestra forma de ser y de hacer.
🧠 Nuestro cerebro, procesa como certezas muchas cosas que no lo son, y que generan emociones que guían nuestras acciones en forma inconsciente.
☹️ Bajo estas “certezas” reaccionamos a las situaciones de forma inconsciente, y generamos una secuencia de hechos que nos afectan y afectan a los que nos rodean, muchas veces de forma inadecuada.
🤗 No hay emociones buenas o malas, sino consecuencias buenas o malas, dependiendo de qué tan adecuadas sean respecto a la situación de la realidad a la que responden.
🙄 Por ejemplo, si creo firmemente que “No hay dos sin tres” y en las primeras dos ocasiones en que me enfrenté a una situación tuve una mala resolución, ante la tercera vez que se reitere, daré por sentado el resultado y esto me generará una serie de emociones que probablemente me paralicen o me lleven a evitarla.
😢 Si esta situación fuera una oportunidad de mejora, estoy negándome la posibilidad de mejorar.
👇 Como estas hay muchos juicios y creencias que cargamos en forma inconsciente.
🔗 “Entre una mujer y un hombre que postulen al mismo cargo ejecutivo, seguramente elijan al hombre”
🔗 “Me genera ansiedad tomar decisiones así que prefiero un cargo sin responsabilidades”
🔗 “Siempre que pedí aumentos me lo negaron, no me voy a desgastar en hacerlo”
🔗“Siempre trabajé acá, después de tantos años, ¿Que otra cosa podría hacer?
Conocer estos juicios y creencias que limitan, analizarlos, valorarlos, cambiarlos y muchas veces eliminarlos de nuestra mente es lo que nos permite percibir nuevas oportunidades y hacernos de las mismas para lograr una mejora trascendente en nuestra vida.
Mónica Nieto - HR Management & Coaching
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Las situaciones suceden y nosotros reaccionamos a lo que sucede. Las cosas NO ME PASAN… solo pasan y yo reacciono a lo que pasa.
Tendemos a ver el mundo girando en torno nuestro, miramos los hechos desde el centro de la situación y de cómo nos involucran.
Esta perspectiva, no nos permite ver la totalidad de los factores incluidos en la misma, sólo vemos los que nos afectan.
Sobre todo si la situación nos afecta negativamente, la pregunta es ¿Por qué? o peor aún…¿Porqué a mi?
Desde la pregunta errónea, desde esa interpretación de una situación en la que solo vemos lo negativo, realizamos juicios y hasta generamos creencias que condicionan la percepción de nuestra vida y nuestras decisiones.
La pregunta correcta no es ¿Por qué? sino ¿Para qué?
Si tomamos cierta distancia y vemos todos los factores de la situación, podemos reaccionar en base a aquellos elementos de la misma que nos están enseñando o aportando algo.
Por ejemplo:
Estás en un momento de alta exigencia en tu vida, corres todo el día atendiendo a tu familia, tu trabajo, tu hogar, tomando decisiones difíciles… te caes y te fracturas la rodilla. Te operan y tienes por delante tres meses de quietud y una recuperación lenta para volver a estar en condiciones de seguir con tu vida de la forma habitual.
Lo primero que preguntas es ¿Por qué?, ¿Por qué a mí?, ¿Por qué justo ahora?
El porqué sólo es relevante si somos quien originó la situación y si entender la causa puede implicar una corrección o mejor desempeño en el futuro.
La pregunta adecuada para vivir la situación es ¿Para qué? y la respuesta seguramente es … para que dejes de correr, para que te ocupes de ti, para que tengas tiempo de hacer cosas por ti y poder concentrarte en las decisiones difíciles.
Les propongo observar la vida desde el “Para qué” y experimentar cómo cambia nuestro ser y nuestro hacer.
Mónica Nieto - HR Management & Coaching
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El enojo se origina en nuestra percepción de un dicho o actitud que consideramos injusta o peligrosa.
Es una reacción emocional tan válida como cualquiera y es una respuesta tanto verbal como no verbal de defensa, ataque o agresión ante algo que sentimos que nos vulnera.
Nuestra respiración se acelera, nuestro tono de voz se eleva, nuestros músculos se tensan y nuestros gestos se endurecen, incluso, tendemos a acercarnos al otro y gesticulamos en forma agresiva o agredimos físicamente cosas y personas.
Nos defendemos de lo que consideramos una agresión a nuestros valores, ideas, creencias, rol, status, funciones, forma de hacer o sentir y tratamos de “hacer desaparecer” al agresor o asustarle para que desista de sus dichos o acciones.
Se activa nuestro cerebro reptiliano.
Hasta aquí hablamos de un hecho puntual que puede originar todas esas reacciones y habitualmente, tras ello, volvemos paulatinamente a un estado de calma donde nos solemos sentir apenados y culpables de nuestra reacción.
Más allá de que es posible aprender a gestionar las emociones, que no quiere decir que no nos enojemos sino que reaccionemos de forma más adecuada ante el enojo, el gran problema surge cuando esa emoción se transforma en un estado emocional.
Cuando no logramos salir de esa emoción y se queda estancada en lo más profundo de nosotros, y ya no solo responde al hecho o dicho que le dio origen sino que responde con esas conductas defensivas y agresivas a cualquier situación que vivimos en los demás ámbitos.
Este estado emocional persistente, afecta negativamente todas nuestras relaciones personales, sociales y laborales y por tanto la calidad de vida que tenemos.
Trabajar sobre nuestro estado emocional, evaluar, analizar y racionalizar los dichos y hechos así como también las razones por las que afectaron de tal manera nuestra forma de ser y hacer nos permite no solo cambiar la perspectiva sobre la situación origen sino el cambio de nuestro estado emocional.
Mónica Nieto - HR Management & Coaching
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El conocido “No puedo” implica un obstáculo para nuestra transformación personal y profesional.
El “ poder” es una cuestión de decisión, compromiso, recursos y ejecución.
No solemos ser buenos para reconocer nuestros propios recursos y muchas veces no sabemos los que necesitamos para lograr nuestro propósito.
El proceso de coaching nos permite vernos desde otros observadores, distintos de mi yo habitual.
Implica ir saliendo de nuestro mapa mental y realizar una exploración a “vuelo de dron”
¿Cómo?
Acercarnos más profundamente a lo que importa para lograr el propósito elegido, descubriendo nuestras fortalezas y habilidades en el presente.
Elevándose, para visualizar otros caminos diferentes al que vemos desde nuestra propia altura.
Descubriendo obstáculos que puede haber en nuestro camino y prever cómo sortearlos.
Trazando un plan de acción efectivo y de acuerdo a nuestra capacidad actual y potencial.
Y por último, evaluando nuestros intereses, valores y emociones y su coherencia con todo nuestro accionar y el propósito deseado.
Cambiar del “no puedo” al “sí, puedo” es un proceso de transformación que incluye:
Un mayor conocimiento de nosotros mismos,
La gestión de nuestras emociones
El reconocimiento y ponderación de nuestros valores
El reconocimiento y gestión de nuestros recursos
El reconocimiento de obstáculos y oportunidades
La cuidadosa planificación de acciones
Para todo esto, es necesario el compromiso con nuestra transformación y asumir los cambios que permitan el logro de nuestro objetivo, confiando en un otro que promueve y acompaña dicha transformación
“Lo único que te impide conseguir lo que quieres es la historia que te cuentas a ti mismo” ' Tony Robbins
Mónica Nieto - HR Management & Coaching