Barrilete, hijo de papá Barril y mamá Barrica, está hecho de auténtico roble americano. Debido al cierre de la bodega se va con sus compañeros. Le llevan en un carro tirado por dos mulas. Todos se ríen de él porque es el más bajito y gordito.

“…La bodega donde habían nacido había cerrado sus puertas para siempre y tenía que desprenderse de todo lo que no iba a necesitar.

El carro estaba preparado para transportar doce barriles medianos y el espacio que ocupaba Barrilete, que era el número trece, hacía que todos los demás estuvieran muy, pero que muy, estrechos…”

Es capturado por unos buitres que tienen una taberna a la que acuden todos los malvados. Queda en un rincón y le llenan del vino más barato. 

“…Las sombras resultan ser de una pareja de buitres muy trúhanes. Tienen una miserable taberna, no muy lejos de este lugar, a la que acuden todos los animales malvados que circulan por estos contornos. Es una taberna muy cutre, sucia, desordenada. Siempre hay mucho ruido. Por eso nunca se puede descansar con tranquilidad…”

Muy triste por todas las desventuras pasadas, se encuentra con una jauría de hienas que todo el rato se ríen. Pensando que deben ser animales divertidos se queda con ellas. Al descubrir que disfrutan molestando a los demás, que son cobardes y que sólo obedecen a Lupus, intenta escapar.

“…Como Barrilete es muy curioso decide dirigirse a este secarral para averiguar quién se ríe tanto y de esta manera tan peculiar. El camino es largo, muy largo. Cada vez se escuchan más fuertes las risas y a él también le entran ganas de ponerse a reír. El ratoncito que ya conocemos aparece sin que nadie sepa cómo e intenta que Barrilete no siga ese camino. Es un ratoncito muy pequeño y con cara de simpático que no se deja ver casi nunca…”

Buscando por todos los caminos, encuentra una tasca, propiedad de dos ratas peludas de cloaca. Piensa que en esa tasca puede encontrar el mejor licor, pero solamente encuentra tramposos, lobos, hienas y buitres. 

“…Barrilete no consigue encontrar el licor que busca y cuando ya piensa en marcharse, descubre encerrado en un cajón, al fondo de la taberna, a un pobre conejito que lleva una cartera colgando. Le da mucha pena ver a un conejito tan mono en ese lugar tan feo, tan poco apropiado para un conejito.

‒Conejito, ¿qué haces encerrado en este cajón?‒…”

Barrilete conoce a una vieja cigüeña que regenta una tienda de chuches y licores. Está convencido de que esta viejecita le ayudará a encontrar el mejor de los licores y decide trabajar con ella. Entran muchos clientes y cada uno le aconseja el que considera el mejor licor: Licor de la risa, licor de la emoción, licor de los sentimientos.

“…Por el camino se encuentra con una viejecita cigüeña, muy simpática, que ha tenido un accidente. No se ha dado cuenta de que había una piedra un poco grande en el camino y cuando ha chocado, con esas patas tan largas, se ha torcido un pie y se ha caído al suelo. Como es muy viejecita, no puede levantarse y Barrilete, tan caballero como siempre, le ayuda y acompaña…”

Buscando el licor de la felicidad se reencuentra con su amigo el oso goloso. Van los dos juntos buscando el licor del amor, para llegar a encontrar el licor de la felicidad. Como buscan donde no está, solamente encuentran el licor del egoísmo, que les hace egoístas, el licor del orgullo, que les hace creerse mejores que los demás, el licor de la pereza… 

“…Tras mucho andar y después de dar bastantes vueltas para encontrarlo, llegan a una gran avenida amplia y luminosa, con grandes letreros. Todos estos anuncios y letreros invitan a entrar a los que viven por ahí. YOMISMOLANDIA parece imposible no verlo y al verlo imposible no entrar. ¡Es tan bonito todo! Las luces, los colores, los posters y cuadros que adornan el local…”

Muy decepcionados por no ser capaz de encontrar el licor que buscan, reciben la visita del Águila Gigante Real Voladora y Dorada que subiéndoles sobre su lomo empieza a volar y a coger altura. Vuelan tan alto que casi pueden tocar el sol. El águila les va mostrando, desde esa altura, los lugares donde pueden encontrar el mejor licor. Barrilete no acaba de entender que él ya porta en su interior el mejor licor del mundo.

“…Anastasia, que así se llama el águila, les explica que le han enviado a recoger a Barrilete y al Oso Goloso para hacer un viaje a las alturas. En este viaje a lo mejor podrán ver donde se encuentra el mejor de los licores. El águila recuerda a Barrilete que lo fabricaron con auténtico y genuino roble americano para que pudiera llevar en su interior el mejor de los licores…”

Barrilete decide investigar y visitar todos los lugares que ha visto en su vuelo sobre el Águila Gigante Real Voladora y Dorada. Cuando descubre que desde el suelo las distancias son enormes y se ve incapaz de llegar a todas partes.

“…Barrilete también está cansado, pero, con la emoción de encontrar el licor que tiene que llenarle, sigue andando para llegar al extremo norte. Nunca se hubiera imaginado que estaba tan lejos. Montado sobre Anastasia, lo veía todo. Ahora no sabe si se equivoca de camino, no sabe si está cerca o lejos, sólo sabe que anda y anda. Tiene muchas ganas de parar…”

Barrilete sigue buscando el camino cuando, al tropezar con una piedra en el camino, cae rodando por una larga cuesta que acaba en una antiquísima abadía. La abadía resulta ser un convento donde viven quince hermanas ardillas, con sus tocas blancas y sus velos negros, que son muy buenas y cuidadosas.

“…Las hermanas lo llevan a la hospedería que tienen junto al convento. Sí, es un convento, no una abadía, aunque desde lejos lo parece. En él viven quince hermanas ardillas, todas muy hacendosas, con sus tocas blancas y sus velos negros. Estas hermanas, para trabajar, se ponen unos baberos de rayitas azules, unos manguitos preciosos y un gracioso sombrero que cubre toca y velo. Así no se ensucian…”

El viaje es emocionante y cuando llega, el ver la nieve, las altísimas montañas, los paisajes… Le llena de admiración. Jugando con la nieve tropieza y se cae al río.

“…Como la ardillita le ha dicho que vaya por el camino más estrecho, hacia el camino de la derecha dirige sus pasos. Cuando acaba de dar la primera zancada, aparece la serpiente, con sus largos colmillos babosos, que le dice que se está equivocando, que la ardillita quería decir el camino de la izquierda. Barrilete se queda pensando, el ratoncito le avisa de que la serpiente siempre dice mentiras gordas así que Barrilete pega una patada a la serpiente,…”

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