El estudio demuestra que la forma en que los docentes y estudiantes se comunican —verbal, no verbal y paraverbalmente— influye de manera decisiva en las dinámicas de respeto, participación, clima emocional y resolución de conflictos dentro del aula. La convivencia no depende únicamente de normas, sino del modo en que estas se transmiten, interpretan y practican.
Aunque las interacciones verbales fueron las más frecuentes en todas las instituciones observadas, el análisis evidencia que no son las que más favorecen el clima escolar positivo. En varios casos, la comunicación verbal autoritaria o de tono elevado generó tensiones, silencios forzados e inhibición de la participación estudiantil.
Gestos, miradas, proximidad, tono y ritmo de voz influyen profundamente en cómo los estudiantes interpretan las intenciones del docente. En instituciones rurales e indígenas, estos elementos son especialmente valorados y determinan el nivel de confianza y seguridad emocional en el aula.
La investigación muestra que cuando los docentes usan un estilo respetuoso, claro, empático y orientado al diálogo:
aumentan la participación,
disminuyen los conflictos,
se fortalecen las relaciones socioemocionales,
se fomenta la autorregulación y el trabajo cooperativo.
El estilo asertivo resultó ser el más efectivo en todos los contextos.
En los contextos urbanos observados, donde predominó una comunicación más directiva y un tono elevado, aparecieron mayores expresiones de tensión, ruido emocional y conflictos entre los estudiantes. Las prácticas verticales reducen la autonomía y crean ambientes pesados o inhibitorios.
Aunque las instituciones rurales e indígenas mostraron estilos más afectivos y participativos, el estudio concluye que no es el contexto geográfico lo que determina el estilo comunicativo, sino las decisiones pedagógicas, las creencias docentes y la cultura institucional.
El análisis revela la necesidad de profundizar en estrategias de:
escucha activa,
mediación de conflictos,
comunicación emocionalmente inteligente,
regulación del tono y el ritmo de voz,
uso consciente del lenguaje corporal.
El desarrollo profesional docente en estos aspectos tiene impacto directo en la calidad de las interacciones escolares.
El documento demuestra que cada gesto, palabra o silencio se convierte en un acto formativo que construye o rompe vínculos. Por eso, se concluye que la comunicación debe ser entendida como un recurso pedagógico clave para enseñar valores, modelar comportamientos y fortalecer la convivencia.