SUEÑO DEL RENACIMIENTO Y DESPERTAR DE LA CONTRARREFORMA. (1540-1597)

SALAS 2 Y 3

Pasado el primer momento de ocupación y organización, a partir de la segunda mitad del siglo XVI, se consolida el nuevo orden de la Iglesia. La implantación del lenguaje renacentista en el ámbito artístico está en consonancia con las nuevas exigencias de la diócesis: crear una imagen de prestigio en base a conceptos de modernidad y monumentalidad.

La Catedral, las colegiatas de Antequera y Ronda y otros edificios importantes de la capital y la provincia, ocupan las principales actuaciones en materia arquitectónicas materializadas en el nuevo lenguaje renacentista. La política constructiva lleva aparejada la dotación decorativa y de ajuar litúrgico de los templos.

El Renacimiento llega a la capital de la mano del maestro italiano Cesare Arbassia que realiza diversas obras, entre ellas el Tríptico de la Anunciación (1580), de la Catedral, presente en la exposición.

El espíritu individualista de exaltación personal, definido en términos de heroísmo y manifestación del poder terrenal, se materializa en el encargo de sepulcros y estatuas yacentes, expresión del deseo de gloria e inmortalidad. Destaca entre todos ellos el de D. Luis de Torres, Arzobispo de Salerno, realizado en bronce.

En relación con el espíritu contrarreformista del Concilio de Trento se produce una renovación del lenguaje formal e iconográfico, así, resulta decisiva la creación de cofradías y hermandades de Pasión, "consumidoras" de imágenes procesionales. Con su labor de encargos y compra, estimulan la creación de talleres locales, destacando los de Antequera y Archidona, de los que proceden los Nazarenos y el Crucificado conocido como Cristo Verde, presentes en la muestra. El mismo espíritu impulsa y va definiendo la iconografía del Ecce-Homo y de la Dolorosa, ambas de escuela sevillana. Al ajuar litúrgico se incorporan las cruces parroquiales y procesionales.