¿Quiénes somos?

El Grupo Guadarrama está compuesto por Ángeles Bengoechea, Guadalupe Jover, Rosa Linares y Flora Rueda, profesoras de Lengua Castellana y Literatura en Institutos de Educación Secundaria de la Sierra de Guadarrama (Madrid) y coautoras de Constelaciones literarias: Sentirse raro. Miradas sobre la adolescencia, Frente a la adversidad y Tres días en la ópera, todos ellos materiales dedicados a la educación literaria, así como Leer la palabra y el mundo, un conjunto de cuatro secuencias didácticas orientadas al fomento de la lectura crítica en Secundaria. Para este proyecto, el diseño y la maquetación de los materiales han corrido a cargo de Maribel García, editora y profesora de SUNY y la Universidad de Boston en Madrid.

POR QUÉ ESTA APUESTA POR UN CURSO DE LITERATURA UNIVERSAL

"La literatura interesa cada vez menos por su contenido identitario en sentido patriótico y nacional y cada vez más en cambio como repertorio de situaciones civiles y éticas, míticas y antropológicas que afectan a todo el género humano, y puede brindarse por tanto como terreno ideal para la confrontación, un terreno particularmente propicio a la formación de una nueva identidad, de un nuevo sentido de ciudadanía y de ética planetaria, capaz de hacer posible la reversibilidad de las distancias y las diferencias y un nuevo pacto entre las generaciones y entre los pueblos.” Romano Luperini.

La escuela hace años que no sabe qué hacer con la literatura. A menudo se debate en lo que quizás constituye un falso dilema: ¿debe priorizar ante todo el fomento de hábitos lectores, es decir, se trata de conseguir que adolescentes y jóvenes lean, lo que sea, pero que lean? ¿O debe mantenerse fiel a su misión de transmitir un patrimonio cultural que consideramos valioso?

En los últimos años esta disociación ha venido cristalizando en una doble línea de trabajo: por una parte, la propuesta de lectura de títulos de la literatura juvenil contemporánea; por otra, la transmisión del canon literario nacional, presentado de manera cronológica. Lamentablemente, una vía y otra permanecen incomunicadas, y los puentes entre la biblioteca individual de nuestro alumnado y la biblioteca colectiva de la humanidad, obturados.

La disociación entre los usos sociales de la lectura y sus usos escolares se incrementa a lo largo de la educación secundaria. Los programas enciclopédicos de historia de la literatura no favorecen la provisión de criterios propios de selección e interpretación que favorezcan que los estudiantes sigan siendo lectores más allá de lo prescrito en las aulas o lo "impuesto" por la modas del mercado. Desperdiciamos así el enorme potencial de los clásicos para acompañarnos a lo largo de toda nuestra vida lectora y su capacidad para ayudarnos a leernos y a leer el mundo en que vivimos.

La pervivencia -para nosotras insostenible- de unos programas de educación literaria levantados sobre la mirada enciclopédica de la historiografía literaria nacional ha pretendido paliarse en estos tiempos de globalización con unos no menos enciclopédicos programas de literatura universal que siguen consagrando la ausencia de mujeres y de voces no occidentales. No es este el camino, creemos. Urge, en primer lugar, "desplazar el centro":

Cuando hablo de desplazar el centro lo hago en, al menos, dos sentidos posibles. Uno es la necesidad de desplazar el centro del lugar que se ha asumido como tal, Occidente, a una multiplicidad de esferas en todas las culturas del mundo. [...]. El segundo sentido al que me refiero al hablar de "desplazar el centro" es aún más importante, [...]. En la actualidad, dentro de cada nación, el centro se encuentra localizado en el estrato social dominante, una minoría burguesa y masculina. [...]. Es necesario desplazar el centro de las minorías de clase establecidas en el interior de cada nación a los centros verdaderamente creativos entre las clases trabajadoras, en condiciones de igualdad racial, religiosa y de género." Ngũgĩ wa Thiong’o

Por ello, en tanto cambian los cimientos de unos currículos levantados sobre premisas ideológicas decimonónicas -la enseñanza de la literatura como contribución a la conformación de una identidad nacional- y andamiaje dieciochesco -en su enciclopedismo-, proponemos transformar al menos la organización interna de una de las pocas asignaturas que escapa hoy por hoy al control de las evaluaciones externas: la literatura universal de 1º de bachillerato.

Este Curso de Literatura Universal pretende salir al paso de esta triple constatación a que hemos aludido: el paulatino abandono del hábito lector por parte de los adolescentes, la incomunicación entre la biblioteca individual de nuestros estudiantes y la biblioteca colectiva de la Humanidad, y la ausencia en los currículos escolares de la voz de las mujeres y de los pueblos no occidentales. Lo que proponemos es el diseño de itinerarios de lectura jalonados por textos de diferentes época y ámbitos culturales entre los que es posible explicitar un vínculo de unión. La propuesta remite así a la metáfora de la constelación:

En realidad, una constelación literaria no es otra cosa que un itinerario de lectura diseñado desde el punto de vista del observador, del lector. Como en el caso de las constelaciones trazadas caprichosamente por el ser humano entre las estrellas, decisivas para que seamos capaces de "leer el firmamento", así también una "constelación literaria" establece vínculos caprichosos entre unas obras y otras que no están en la historia de la literatura sino en la mente de los lectores.

De esta manera, una constelación literaria puede estar integrada por obras alejadas entre sí en el espacio o en el tiempo, pero que abordan sin embargo una misma cuestión concerniente a la condición humana, o que aprovechan un mismo procedimiento narrativo, o que están ambientadas en un mismo lugar o en una misma época. El único requisito necesario en el diseño de una constelación es que hagamos explícitos los criterios que nos llevan a vincular unas obras y otras.

Por todo ello, estas Constelaciones de Literatura Universal se cimentan en estos cuatro presupuestos:

  • En primer lugar, la necesidad de revisar el corpus literario de la escuela haciéndolo verdaderamente “escolar” – es decir, pensado en función de sus destinatarios- y universal –nuestra patria filológica, ya lo dijo Auerbach, es el mundo entero; más aún en estos tiempos de globalización y multiculturalidad -. Nuestra voluntad de contribuir a un cuestionamiento del canon escolar hace suya la mirada de la crítica feminista y postcolonial, como no puede ser ya de otra manera.
  • En segundo lugar, la renuncia del enciclopedismo y la apuesta por el diseño de itinerarios pensados desde el horizonte de expectativas del lector a que van destinados. El propósito es que cada libro cree a su vez el contexto de lectura que haga posible ir, paso a paso, un poco más lejos.
  • En tercer lugar, la necesidad de ensanchar los mapas y reducir los territorios. Chicos y chicas debieran salir de las aulas de secundaria con unas coordenadas someras pero nítidas de lo que es la historia de la cultura, y bien sabemos que a pesar de la minuciosidad de los epígrafes de los programas escolares esto no siempre ocurre. Para que ello sea posible quizá debamos optar por mapas claros, sencillos y rigurosos; mapas que, con una escala no muy reducida, muestren las referencias imprescindibles de la historia de la cultura.
  • Y, por último, el diseño de itinerarios abiertos a otros textos, a otras artes: ¿por qué no poner a dialogar obras literarias y obras plásticas, o musicales, o cinematográficas? ¿Por qué no leer en contrapunto textos literarios y no literarios? Nada mejor, pensamos, para reconocer la especificidad del lenguaje literario y contribuir, simultáneamente, al cultivo de distintas formas de experiencia estética.

Nuestro objetivo es, en última instancia, abrir vasos comunicantes entre la biblioteca individual de nuestro alumnado -aquella conformada, en palabras de Italo Calvino, por los libros que cada uno ha leído y aquellos que constituyen su particular lista de "libros pendientes"- y la biblioteca de la Humanidad. Porque algunos de los títulos propuestos son adecuados para la lectura a lo largo del curso, mientras que otros, en cambio, quedarán como puntos de referencia en la trayectoria ulterior de cada lector, de cada lectora. Y es que pretendemos conciliar lo que a menudo no parecen sino objetivos excluyentes: fomentar el hábito lector, transmitir un imaginario colectivo y enseñar a leer literatura.

Estas son algunas de las constelaciones en las que andamos trabajando y que verán la luz en los próximos meses: