Casa de muñecas

La gran protagonista de la literatura realista es la sociedad burguesa y, dentro de esta, tal vez, la institución más analizada sea el matrimonio. La emancipación de la mujer no llega hasta bien avanzado el siglo XX, así que es lógico que el papel que esta desempeñara dentro del matrimonio fuera el de sumisión al marido y, previamente, al padre.

Casa de muñecas es una obra considerada como uno de los más importantes ejemplos de análisis de la mujer, en tanto que personaje oprimido en la institución burguesa de la familia.

La obra se divide en tres actos. Leyendo el tercero de ellos, tenemos la posibilidad de asistir al conflicto que se plantea en los dos primeros y que se resuelve al final. Para poder entender lo que pasa en el tercer acto, leamos aquí el argumento previo.

Nora es una joven casada con Torvald (Helmer), abogado al que acaban de nombrar director de un banco. La obra arranca presentando al personaje de Nora como una mujer ingenua, dócil, encantadoramente irresponsable, locuela, entregada fehacientemente al papel de buena esposa y buena madre. Un acierto de la pieza es la forma en que Helmer llama a Nora. "Alondra", "ardilla", "chorlito", "trasto inútil", "palomilla"... Vocativos que infantilizan y degradan a quien los recibe y que subrayan la situación de dependencia moral y psicológica -no solo económica- a la que las mujeres eran relegadas con respecto a sus maridos dentro del matrimonio. Pero Nora guarda un secreto. Años atrás, Helmer había enfermado, y ella, por amor, decide falsificar la firma de su padre (a punto de morir) para pedir un crédito. Las mujeres no podían acceder a un crédito, de ahí la necesidad de falsificar la firma. El dinero les sirve para viajar a Italia, cuyo clima sana a Helmer. Nora, siempre en secreto, va devolviendo el dinero con trabajos de costura y con dinero que consigue apartar del que Helmer le da para los gastos de la casa. El conflicto surge cuando Krogstad aparece en su casa para chantajear a Nora. Krogstad es el que recibe los pagos de Nora. Sabedor del delito de falsedad que cometió Nora en su momento, presiona a esta para que convenza a su marido de que no lo eche del banco. Krogstad trabaja allí y va a ser despedido, una vez tome el cargo de director Helmer, por haber cometido irregularidades parecidas a las de Nora. Nora intenta interceder pero no hay nada que hacer, su marido está dispuesto a echarlo. En la trama, es importante también el personaje de la señora Linde, antigua amiga de Nora, que ha vuelto a la ciudad después de 10 años, y que sirve de confidente a Nora. La señora Linde busca trabajo y Helmer se lo ofrece. Casualmente, con el puesto de trabajo que va dejar vacante Krogstad. Hay un quinto personaje, el doctor Rank, muy amigo del matrimonio, al que le queda poca esperanza de vida debido a una grave enfermedad.

Al no haber conseguido el favor de Nora, Krogstad decide, como venganza, echar una carta en el buzón de Helmer contándoselo todo. El tercer acto comienza en el salón de los Helmer -único escenario en toda la obra- con una conversación entre la señora Linde y Krogstad, quienes en el pasado habían tenido una relación sentimental. El matrimonio Helmer está ausente de la casa. Están en una fiesta de disfraces con el doctor Rank.