Nací en Valencia,

nací un invierno,

nací de un amor de toda la vida.

Nació mi hermana, del mismo amor.

Crecí feliz,

crecí rodeada de amor.

Amor de padres,

amor de abuela,

amor de tía,

amor de hermanas.

Llegó... el dolor.

Dolor del alma rota,

de enfermedad extraña,

dolor de muerte.

Del padre amado,

del esposo adorado,

dolor de pérdida de hijo,

de pérdida de hermano.

Yo le di su última alegría,

en sus últimos tres años de vida.

Su cuerpo se deterioraba,

su corazón y alma crecían,

con el fruto de mi vientre,

con el fruto del amor.

Mujeres unidas en el duelo:

esposa, hijas, hermana, madre.

Cinco almas rotas,

cinco corazones hechos pedazos,

cinco heridas que sanan juntas…

que no olvidan nunca.

Cinco lazos invisibles unidos para siempre.

Alegría de nuevo, otro fruto del amor.

La gran alegría de mi abuela,

de sus últimos años de vida.

Vida larga, muy vivida…

vivió de todo, vivió hambre, vivió guerra, vivió...

tiempos difíciles.

Pero vivió... con un corazón enorme

y el alma y el coraje de luchadora.

Aprendí de ella.

Soy como ella…

somos almas gemelas.