La vida de ostentación y lujo que llevaba Mateo Banks no podía sostenerse, el juego era su perdición y lo llevó a la ruina económica.
En el Jockey Club y del Club Social de Azul, del cual era socio, participaba de su gran afición: el juego. Sin embargo, Mateo Banks nunca tuvo un trabajo fijo, ni se le conoció realmente una actividad estable, en algún momento se vio obligado a venderle a su familia su parte en el condominio rural.
El 8 de marzo de 1921, Mateo Banks les vendió a sus hermanos la parte de la tierra que había heredado de los padres. Pero no estaba dispuesto a quedarse sin nada. Comienza entonces a concebir la idea de apoderarse de las haciendas de sus hermanos desde un tiempo antes de asesinarlos.
Comenzó falsificándoles las firmas para quedarse con unos animales de la sociedad Banks Hermanos, y el 1° de abril compró estricnina en la farmacia, después determinarían los peritos que “echó estricnina en la olla de los pucheros” que se cocinaban en El Trébol y en La Buena Suerte.
El 12 de abril de 1922, Mateo Banks comienza a dar forma al más grande de los crímenes de su época, para mantener su status social. Compró en la Casa Brumana una docena de cartuchos calibre 12, llevando consigo una escopeta. Anteriormente había comprado en Casa Vigna, cartuchos también para escopeta, pero calibre 16.