El sistema reproductor masculino está compuesto por el órgano copulador o pene, las gónadas o testículos, las glándulas que producen líquido seminal, la próstata y las vesículas seminales y por las vías espermáticas, epidídimo, conducto deferente, conducto eyaculador y uretra.
La función del sistema reproductivo masculino es producir espermatozoides, que corresponden a los gametos masculinos y testosterona que es la hormona masculina.
Los espermatozoides comienzan a producirse en la pubertad cuando el Hipotálamo, estructura ubicada en el cerebro comienza a producir la hormona GnRH que actúa en la Hipófisis una glándula endocrina que produce FSH y LH, estas dos hormonas actúan en los testículos, la LH estimula la producción de la hormona testosterona en las células de Leydig y la FSH estimula la producción de espermatozoides en los túbulos seminíferos. Cuando hay suficiente testosterona y espermatozoides, las células de Sertoli, secretan inhibina, una hormona que inhibe la producción de GnRH por el hipotálamo y así se mantiene una cantidad constante de espermatozoides.
La próstata y las vesículas seminales producen líquido seminal que junto con los espermatozoides componen el semen y aporta sustancias químicas que nutren a los espermatozoides y regulan el pH del semen. Las glándulas bulbo uretrales producen un líquido que lubrica y limpia la uretra antes de que se produzca la eyaculación.
Los espermatozoides se producen en los túbulos seminíferos y se almacenan en el epidídimo, cuando se produce una eyaculación los espermatozoides suben por los conductos deferentes, pasan por el conducto eyaculador donde se vierten las secreciones de la próstata y las vesículas seminales. Finalmente el semen sale por la uretra para ser depositado en la vagina femenina, donde los espermatozoides deben recorrer el útero y los oviductos para encontrarse con el ovocito femenino. De ser así se produce la fecundación.