Como cabría esperar ante la vivencia de una experiencia tan emocionante y motivadora para el alumnado, los resultados obtenidos para los objetivos marcados en este proyecto han sido increíbles. Se han conseguido grandes resultados en la capacidad de trabajar y colaborar en grupo, en la capacidad de gestión emocional ante una constante situación bajo presión, en la capacidad de innovación, creación y autogestión ante condiciones cambiantes, y se ha comprobado un aumento en los conocimientos sobre los contenidos relacionados con las ciencias de la vida.
Prueba inicial de conocimientos básicos de biología de 3ESO con 20 cuestiones respondidas por 36 alumnos y alumnas. Respecto a las 20 cuestiones, el número medio de cuestiones acertadas está en 8.1, representando una nota media de 4 sobre 10.
Prueba final de conocimientos básicos de biología de 3ESO con 29 cuestiones respondidas por 36 alumnos y alumnas. Respecto a las 29 cuestiones, el número medio de cuestiones acertadas está en 15.5, representando una nota media de 5.4 sobre 10.
Prueba final de conocimientos básicos de biología de 3ESO con 29 cuestiones respondidas por 22 alumnos y alumnas, llevada a cabo tres meses y medio después de la anterior. Respecto a las 29 cuestiones, el número medio de cuestiones acertadas está en 15, representando una nota media de 5.3 sobre 10. Con esto se demuestra que el aprendizaje ha sido lo suficientemente significativo como para quedar interiorizado en ellos.
¿Que si merece la pena ni tan siquiera plantearse este tipo de proyectos para tu práctica profesional? Hace ya un tiempo en mi vida profesional que esta pregunta se responde con argumentos tan sólidos como los comentarios tanto a nivel físico como a nivel digital que el alumnado te hace llegar. La sensación de vivir cada día como un día nuevo en el que puede pasar casi cualquier cosa es algo a lo que debería aspirar cualquier docente. Cuando te levantas un día sí y otro también con unas ganas tremendas de ir a tu centro de trabajo para ver a tus chavales, contarles y que te cuenten, es que algo muy positivo está pasando.
Este cambio de mentalidad y de manera de afrontar esta profesión tan maravillosa, acompañado de un cambio en la metodología de aprendizaje de mi alumnado, está suponiendo una metamorfosis radical en mi manera de ver las cosas, haciendo que, más que una manera de trabajar, sea una forma y estilo de vida.
De nuevo, ante la cuestión, ¿merece la pena la gamificación con lo a gusto y confortable que se está en el rinconcito de las metodologías tradicionales donde tú hablas y transmites, ellos escuchan y asimilan, donde tú enseñas y ellos no aprenden, donde tú impones y ellos obedecen, donde tú elaboras y ellos no crean, y un sinfín más de “donde tú”? Para cualquier persona que ame esta profesión y que la entienda profundamente, la respuesta es evidente.
El mundo necesita más docentes que se aventuren a tirarse por el barranco de la incertidumbre sin miedo a lo que habrá allí abajo. Porque es verdad que puede haber un suelo lleno de rocas en el que te estrelles, pero también puede que haya un océano infinito de posibilidades y de personas que amortigüen tu valiente salto.