Giorgio Vasari (Arezzo, 1511-Florencia, 1574) se cuenta, por su pluma, no por su pincel, entre los máximos exponentes del Cinquecento. «Las vidas», publicadas en Florencia en 1550 por el editor ducal Lorenzo Torrentino, conforman una indiscutible obra maestra y fuente escrita imprescindible para quien desee un acercamiento directo al Renacimiento italiano y a sus protagonistas. Giorgio Vasari fue y quiso ser antes que nada historiador y por este motivo no se contentó con narrar los hechos acaecidos sin incluir juicios y críticas, sino que gustó también 'distinguir al bueno del mediocre, al excelente del bueno, y hacer cuidadosa mención de las particularidades, estilos, rasgos y fantasías de los pintores y escultores'. En esta edición se presenta una selección de los autores más representativos, en concreto 32 vidas. Los artistas seleccionados se siguen considerando hoy en día figuras relevantes, ya formen parte de la dinámica artística del siglo XIV como del Quattrocento y de la época en que vivió Vasari, el Cinquecento. Cada vida se cierra con un texto que complementa el redactado por Vasari, en el que se hace un recorrido por la producción del artista. En esta visión panorámica se aclaran datos biográficos y se trabaja con obras mencionadas o no por el escritor, insertándolas en un contexto cronológico e iconográfico, al tiempo que se ubica al artista en la dinámica cultural de su momento. En cuanto a las imágenes, se ha tenido en cuenta la especial atención que Vasari concede a determinadas obras que, por otra parte, no han decaído en su apreciación a lo largo de los siglos. Otras no están ni siquiera mencionadas por él pero corresponden a sus propios planteamientos. En cualquier caso se ha pretendido ilustrar la visión del arte del propio Vasari.
En Pompeya, trágicamente desaparecida el 24 de agosto del año 79 d. C., la vida quedó petrificada en aquella mañana mientras toda una población se dedicaba a sus ocupaciones cotidianas. Parece sencillo y legítimo volver a imprimir movimiento a esta ciudad, hoy desenterrada en dos tercios, así como dar a conocer sus alegrías y sus penas, sus trabajos y sus juegos. Pero Pompeya no debe ser confundida con Herculano ni con Stabies. Sin atribuir al puerto pompeyano una categoría casi internacional, debe tenerse en cuenta que las otras dos aglomeraciones campanienses fueron esencialmente ciudades de placer y de residencia y que su vida cotidiana difería sensiblemente de la de Pompeya. Así, se comprenderá que hayamos partido sólo en busca del universo pompeyano para captar mejor su esencia.
Existe una figura ambigua, a medio camino entre lo militar y lo civil, que no se terminó de definir hasta hace poco: el ingeniero. Este libro es una exploración fascinante de su papel central en la forja del Imperio español. También es una celebración de la curiosidad humana, del ingenio y de la sorprendente capacidad de adaptación de unos profesionales que no se limitaron a trasladar los postulados europeos, sino que se empaparon de los nuevos espacios hallados en ultramar y los admiraron.
La formación de un imperio requiere una reestructuración del paisaje con fines administrativos así como la vinculación de comunidades dispares en una sola entidad política por medio de infraestructuras. En el Imperio español, que se fijó en el romano como modelo, los ingenieros dirigieron obras públicas clave para lograr eficacia económica e integración social y cultural, pues facilitaban las comunicaciones y la salubridad y proporcionaban lo necesario para la defensa. Además, tuvieron que trabajar en un territorio extraordinariamente grande, con fronteras indefendibles y rutas vulnerables, o con recursos distribuidos de manera muy dispersa. Además, lo hicieron en un contexto de escasez financiera debida a las crisis económicas y las guerras dinásticas imperiales, dentro de un proceso de expansión tan agotador como asombroso.
Felipe Fernández-Armesto y Manuel Lucena Giraldo exploran la actividad de los ingenieros a partir de un sinfín de atractivas historias, siempre bien contadas, y ofrecen una visión muy singular de la construcción del Imperio español, con sus virtudes y extraordinarios logros.
Desde su primera edición en 1993, Entender la arquitectura se ha convertido en un texto clásico de referencia. Este manual ilustrado continúa siendo el único texto en su género que examina la arquitectura como un fenómeno cultural, artístico y tecnológico a través de un doble enfoque: el temático, que aborda los elementos de la arquitectura, y el histórico, que se centra en su despliegue temporal y en su significado.
Un texto exhaustivo, accesible y ameno, de carácter diáfano y básico que, gracias a su estricta selección de ejemplos y al establecimiento de sabias comparaciones, se convierte en un manual de altísimo valor didáctico, idóneo para iniciarse en la complejidad de los conceptos y coordenadas fundamentales de la historia de la arquitectura.
Lo que hacemos los seres humanos es construir. Desde ese instante eléctrico en el que ponemos un pie en el suelo por primera vez pero luego resulta que debajo del pie hay una pieza de Lego que habíamos tirado antes desde la cuna, y entonces la cogemos y la encajamos con otra. Sí, construimos. Construimos una vida, construimos un amor, construimos familias, casas, carreteras, ciudades, aeropuertos y naves espaciales. Transformamos lugares en lugares nuevos. A veces son cambios mundanos. A veces son asombrosos. Y los hechos asombrosos se convierten en historias.
Territorios improbables es un viaje por las historias que construyeron lugares tan extraordinarios que a menudo ni siquiera aparecen en las guías. Relatos pequeños y hazañas monumentales. Crónicas de éxitos, de fracasos, de playas vacías y de barcos voladores. Historias de ciudades encerradas en edificios y de edificios que viajaron en el tiempo. De cicatrices de hormigón y de castillos de cartón piedra. Historias de casas y familias. Historias de amor y de carreteras.
Historias de vida.