Hidrofonía Fluvial nace del impulso de escuchar el agua en su dimensión visible e invisible: un cuerpo vibrante, agente territorial y archivo de memorias hidrológicas que resuena en el tiempo. La obra propone un encuentro entre los flujos orgánicos del paisaje y la síntesis electrónica, entendiendo la escucha como un gesto de reconexión con los cuerpos de agua que sostienen la vida y modelan nuestro habitar.
“Yo acá no soy yo.
La voz también es el relato del eco.
Su rostro es el mío, más no el puñado de piedras
que escriben en la arena.”
(Daniela Catrileo, “Río herido”)
A través de la escucha profunda comprendemos que el río posee una voz propia. Se arrastra y se precipita, golpea las rocas, atraviesa la ciudad, se hunde en las entrañas de la tierra y emerge con un nuevo rumor. Su flujo nos invita a seguirlo: entre quebradas, riachuelos, acequias y cauces, nos convoca a dialogar con sus múltiples sonoridades hasta alcanzar el mar.
Habitar el espacio de manera consciente implica escuchar antes que registrar: percibir con el oído y la memoria sonora aquellos instantes efímeros que luego serán traducidos mediante la microfonía y los dispositivos digitales. Conscientes de lo transitorio, sabemos que cada flujo de agua es irrepetible. Al transformarse en registro digital, el sonido deviene huella electrónica - una presencia ausente - que, al ser reproducida, será reinterpretada por otros oídos, generando nuevas lecturas y sensibilidades del instante capturado.
La obra se construye a partir del descubrimiento de pequeños detalles audibles que revelan capas de texturas sonoras en los distintos territorios recorridos. En el proceso de edición, la escucha se prolonga: se limpia, selecciona y organiza el material para hilvanar un relato acústico que da cuenta del viaje fluvial del agua —desde su nacimiento en la cordillera, su deambular por la ciudad y sus cauces, hasta su liberación en la inmensidad del mar.
Desde una mirada ecológica y performativa, la acción en vivo se convierte en una mediación sensible entre naturaleza y tecnología: un gesto poético que expande el espacio acústico del agua hacia el territorio escénico, interpelando nuestra relación con su materia, sus desplazamientos y sus tensiones dentro del entorno urbano.
En escena, Hidrofonía Fluvial se manifiesta como un acto performativo: el registro en vivo y la manipulación del agua capturada mediante hidrófonos, procesada con efectos de eco y reverberación que dialogan con los sonidos del paisaje grabado. A esta capa se superponen texturas de síntesis analógica, que aportan cuerpo y profundidad a la obra, configurando un territorio sonoro donde lo natural y lo electrónico coexisten en un mismo flujo.
Carlos Oyarzún Becerra, es músico experimental y artista sonoro. Su práctica se fundamenta en la escucha profunda del territorio y la exploración de sus resonancias ecológicas, utilizando la microfonía y la experimentación electroacústica como herramientas para revelar tensiones y coexistencias entre lo natural y lo tecnológico. Su obra se despliega a través de instalación sonora y performance en vivo, proponiendo experiencias inmersivas donde el sonido se configura como espacio, cuerpo y memoria en constante transformación.
Tomoko Sauvage
Hidroscopía, Claudia González
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Valentina Villarroel