Historia

A lo largo de los siglos la arquitectura ha ido evolucionando, lo cual es algo inevitable, ya que todo cambia con el paso del tiempo. La evolución en el tiempo, en principio, tiene el propósito de crear nuevas construcciones que sean mejores que las anteriores, más modernas, complejas y abstractas. Pero en la mayoría de los casos, esta evolución de la arquitectura no ha ido de la mano con el progreso y la eficiencia que se debe buscar hoy en día para cuidar el planeta. Por ello, examinando las diferentes fases de la arquitectura desde la prehistoria hasta la actualidad, se pueden redescubrir técnicas y aplicaciones que sirvan de modelo para construir una vivienda sostenible.

Prehistoria

La prehistoria (2.500.000 a.C.-3.5000 a.C.) fue una época de arquitectura vernácula, es decir, que respondía a las necesidades de sus habitantes. En los comienzos, el ser humano era nómada por lo que vivía en cuevas y se iba trasladando de un lugar a otro, sirviéndose de los recursos que la propia naturaleza le proporcionaba. Con el tiempo, el ser humano fue evolucionando y las primeras civilizaciones comenzaron a asentarse. Se comenzaron a usar materiales autóctonos, es decir, materiales que tuviesen a su alrededor y que ellos mismos pudiesen producir y manejar; por ello, las construcciones eran geométricamente sencillas. Al dedicarse a la ganadería y a recolectar los frutos, sus vidas giraban en torno a la comunidad y debían construir un lugar donde almacenar sus provisiones. Además, los asentamientos se producían en zonas cálidas y con variedad de recursos. 

Las viviendas estaban construidas principalmente con adobe, material compuesto de ladrillos de arcilla y paja que eran moldeados y secados al sol. Se trataba de un material económico y sostenible que aislaba del calor y del frío. Aunque era un material vulnerable al agua, usaban cal, que era impermeable, para fortalecer las construcciones, además de ramas y tallos usados a modo de tejados para reforzar los exteriores. 

Edad Antigua

La Edad Antigua comenzó en el 3.000 a.C. con la invención de la escritura y finalizó con la caída de Imperio Romano en el 476 d.C. En esta etapa surgieron las primeras grandes civilizaciones, por lo que a medida que los asentamientos fueron creciendo y evolucionando, la arquitectura también. En Oriente Próximo se siguió usando una mezcla de barro y piedra en las construcciones, ya que suponía gran eficiencia para la vida en comunidad. Sin embargo, en Occidente, se comenzaron a construir edificaciones religiosas y militares, con una arquitectura cada vez más desarrollada. 

En Grecia y Roma, las polis contenían espacios públicos como el ágora que promovían las relaciones entre los ciudadanos. Las casas eran construidas con madera y adobe y en lugares más sofisticados había incorporaciones de mármol, piedra y terracota como, por ejemplo, en los templos, que tenían una finalidad religiosa.

Edad Media

La Edad Media que abarca desde el 476 d.C. hasta el 1492 con el descubrimiento de América, fue una época a la vez de crisis demográficas y expansión cultural y comercial. Aparecieron nuevas clases sociales, por lo que las residencias antiguas desaparecieron y se comenzó a construir con nuevos materiales para adecuarse a las nuevas condiciones. Los estamentos privilegiados como la nobleza y el clero, se podían permitir el uso de la piedra y el mármol provenientes de lugares ricos. Se comenzaron a construir catedrales y castillos por conjuntos de obreros que formaban gremios ya que la figura del arquitecto no existía como tal.

En cambio, los campesinos y artesanos se acomodaban en pobres chozas alrededor de las murallas. Conforme los mercaderes y artesanos fueron ganando prestigio se fueron acomodando en casas señoriales y en palacetes (proceso muy lento que duró siglos). Estos solían acomodar a una unidad familiar y además a los criados que mantenían la casa. En la actualidad, estos palacetes están siendo divididos para poder acomodar a más familias por menos precio ya que las necesidades han cambiado al igual que los gustos. 

Edad Moderna

La arquitectura en la Edad Moderna estuvo muy ligada a los movimientos que se estaban extendiendo por toda Europa. Hubo distintos periodos arquitectónicos. El primero de ellos fue el Renacimiento, durante los siglos XV y XVI, en el que se creó la figura del arquitecto. Era un periodo caracterizado por la simetría, proporción y armonía de la época griegoromana, en el que se buscaba la belleza y exaltación del ser humano. 

Un segundo periodo arquitectónico fue el Barroco, movimiento desarrollado durante el siglo XVII, en el que se buscaba principalmente la extravagancia, incorporando muchos detalles y contraste a las obras, oponiéndose a la sencillez del Renacimiento. Posteriormente, con el Rococó se siguió la técnica de la decoración sofisticada y, por último, el Neoclasicismo (siglo XVIII) retomó de nuevo la simplicidad, la estética y la proporción de la época clásica. 

Las residencias tradicionales de la época dependían principalmente del medio físico. En las zonas cálidas destacaban las casas en torno a un patio central para que el aire circulase y hubiese una ventilación fluida. En cambio, en las zonas frías las viviendas eran construidas con gruesos muros para retener el calor. 

Edad Contemporánea

El siglo XIX estuvo marcado por la revolución industrial, que también afectó a la arquitectura de la época. Aparecieron nuevas necesidades y la arquitectura historicista pretendió atenderlas volviendo a las formas y técnicas del pasado, dado que no se tenía del todo claro cómo aplicar los nuevos cambios de la Revolución Industrial. El desarrollo de la arquitectura del hierro encuentra soluciones a estos problemas con estructuras de hierro en vez de gruesos muros para las edificaciones. La combinación del hierro y el vidrio suponía también una novedad que da belleza, comodidad y funcionalismo a la sociedad de esa época. 

La aparición del Modernismo en el siglo XX, cuya figura destacada en España es Gaudí da respuesta a los avances tecnológicos del siglo anterior. Combina la innovación y la cultura para configurar un diseño decorativo con total libertad y creatividad del arquitecto. Se buscaba el movimiento y la flexibilidad de las creaciones, además de la belleza y los detalles. 

Finalmente, la arquitectura más moderna trata de romper con lo más tradicional y con los ornamentos del modernismo, buscando la comodidad y la simplicidad y adecuándose al entorno de las ciudades. 

El primer ejemplo de la arquitectura moderna aplicada al urbanismo de una ciudad se produjo en la ciudad de Chicago, en que debido al gran incendio que sufrió en 1871, la ciudad tuvo que ser reconstruida incluyendo rascacielos, centros comerciales y hoteles, entre otros edificios más novedosos. Se abandonaba la arquitectura clásica y el modernismo, buscando optimizar el tamaño de las casas para satisfacer las necesidades del propietario. Los materiales más usados seguían siendo el hormigón, el hierro y el vidrio, pero se incorporaban los plásticos y el acero. La escuela de Bauhaus (casa de construcción) fue la cuna de este nuevo movimiento.