La Obra de la Adoración Nocturna fue fundada en Roma en febrero de 1809 por el Canónigo coadjutor de la Iglesia de Santa Maria in Via Lata, Don Giacomo Sinibaldi; hizo el primer ensayo con algunos otros compañeros de Cabildo a permanecer durante toda la noche velando al Santísimo, en su Iglesia, en ocasión del Jubilio de las Cuarenta horas.
El 23 de abril de 1824, el Papa Leon XII la elevó a Archicofradia, con la facultad de agregar y hacer participes de indulgencias a las asociaciones que se unieran a la Obra.
ESPÍRITU.
Bajo el impulso del Espíritu Santo, nos configuramos con Cristo, para ser verdaderos adoradores en espíritu y en verdad, como el Padre quiere (Jn 4, 23).
En todo momento nos dejaremos guiar por el Espíritu Santo, para unirnos a Jesucristo nuestro modelo, que en el huerto de los olivos experimenta la soledad y el abandono, orando al Padre por los pecados de todo el mundo.
El adorador nocturno, al impulso del Espíritu, debe orar y ofrecer sus sufrimientos en expiación de sus propios pecados y los del mundo entero.
FINALIDAD
La Adoración Nocturna tiene por objeto hacer guardia y oración durante las horas de la noche a Cristo en la Eucaristía, consolar su corazón ofreciendo los sufrimientos en expiación por sus propios pecados, los pecados nacionales y los del mundo entero, dar testimonio a los fieles de que Jesucristo es el Señor y Salvador y que él, presente bajo las especies sacramentales, se le rinde el culto de adoración que ha de tributarse a Dios, y promover la Adoración Eucarística.