Deliberando

Biodiversidad y Sociedad en Crisis ¿Qué podemos hacer?

Por Vilisa I. Morón Zambrano y Freddy Parada Cerrada

Los jóvenes tenemos la responsabilidad de liderar la implementación del ¨Mundo que Queremos¨ (Pacto de Sidney) y por ello a través de nuestra formación/acción y experiencia laboral estamos en un continuo cuestionamiento sobre ¿qué más o como lograr una conservación efectiva? sobre todo al vivir en países altamente biodiversidad y en donde los problemas económicos, políticos y sociales ocupan el día a día de los pobladores y la voluntad política está dirigida a la conquista de más y más poder.

Los meta-análisis globales sobre lo que se hace y gastamos en la conservación de la naturaleza nos permite saber que el potencial éxito de las estrategias de conservación es multifactorial, pues depende tanto de la comprensión del fenómeno, como de las políticas públicas, patrones de consumo y el compromiso de los diferentes actores, entre otros. Además, sabemos que estamos dando pasos en la dirección correcta, aunque aún queda mucho por hacer, pues lo invertido entre 1996 y 2008 en 109 países signatarios del Convenio de Diversidad Biológica (U.S. $14.4 billones) permitió disminuir la tasa de pérdida de especies en un 29% (Waldron et al., 2017). A pesar de esto, el dinero invertido por los gobiernos es insuficiente y desproporcionado entre grupos de especies (Gerber, 2016), anualmente hace unos años se estimó que se necesita invertir aproximadamente U.S. $4 billones para reducir el riesgo de extinción de las especies y U.S. $76 billones más para proteger y manejar efectivamente sitios terrestres de significancia para la conservación a nivel global (McCarthy et al., 2012).

Aunado al déficit de fondos, las áreas protegidas no son tan inalterables o perdurables legalmente, en el tiempo, como se pensaba, pues en 73 países se conocen 3749 eventos PADDD (degradación, disminución o desafectación de áreas) entre los años 1892 al 2018. En la Amazonía estos eventos afectaron 363.861 km2 (Golden-Kroner et al., 2019). Además, muchas de las áreas de mayor importancia biológica por su endemismo, pero en donde se está produciendo una excepcional pérdida de hábitat son también caracterizadas en su mayoría por encontrarse en países con altos índices de pobreza y conflictividad (Fisher y Christopher, 2007). En este sentido las agencias mundiales ambientales están analizando la relación del co-manejo y la buena gobernanza para asegurar el acceso a los servicios ambientales y disminuir las inequidades en función de mejorar tanto el bienestar como el estado de conservación de la biodiversidad (Ward et al., 2018; Schleicher et al., 2019).

Necesitamos unir esfuerzos, no es solo publicar o poner a disposición informes y datos de estrategias exitosas en especies y ecosistemas, debemos sincronizar el trabajo en la medida de lo posible y establecer indicadores y metas comunes, los laboratorios, universidades y ONGs más que competencia deben ser aliadas, para que su trabajo local y regional comience a tener un verdadero impacto en la conservación de la biodiversidad, se utilice de forma efectiva el dinero, y se promueva la inversión en el negocio de la protección de la biodiversidad y la formación de ciudadanos ambientalmente responsables.

Las tendencias negativas ambientales de nuestras actividades amenazan nuestro bienestar y causan daños irreversibles a la Tierra, es por ello que ya van dos alertas de la comunidad científica a la humanidad, la primera en 1992 y la segunda en el 2017, en donde se evidencia el camino insostenible de nuestra sociedad, entre ellas la falta de acceso al agua potable, extinción de especies, cambio climático entre otros, pero no se quedan solo en presentarnos la problemática ambiental, también proponen medidas correctivas en 13 áreas, entre ellas el crear más áreas protegidas, la adopción de energías renovables, ampliación de los programas de planificación familiar (Ripple et al., 2017). Aunado a esto, el equipo del Centro de Resiliencia de Estocolmo viene evaluando el estado de los 9 procesos fundamentales que estabilizan el sistema tierra y para el 2015 concluyeron que hemos sobrepasado el umbral bajo el cual podemos predecir cuál será el comportamiento de 4 de estos procesos, por lo que afirman que es urgente un nuevo paradigma que integre verdaderamente el desarrollo y el mantenimiento del sistema tierra (Steffen et al., 2015). Éstas tendencias evidencian que el ambiente se sigue viendo como un elemento más y no como un factor transversal de nuestro bienestar y prosperidad. Es por ello que se necita un cambio estructural en la educación y en las instituciones gubernamentales, así como en la economía pues las decisiones se deben tomar con la mejor evidencia disponible para evitar y mitigar los impactos en la biodiversidad, así como para compensar lo inevitable pasando a un sistema regenerativo en el que se minimice el uso de recursos y el desperdicio. También, tenemos que recordar que podemos hacer cambios positivos cuando actuamos de forma decisiva, un ejemplo de ello es la estabilización de la capa de ozono.

Cuestionamientos:

  • ¿Cómo hacer conservación en un país en crisis?

  • ¿Cuál es el impacto en conservación de todo el dinero invertido hasta el momento?

  • ¿Cómo hacer más efectivo todos los esfuerzos para lograr mitigar la pérdida de biodiversidad?

  • Las áreas protegidas son necesarias pero no son suficientes ¿cómo