Ser una maestra en formación conlleva una gran responsabilidad. De acuerdo a los Principios para la Evaluación del Educando en Formación hay que tener conocimientos, un buen desarrollo, destrezas, dominio de disciplinas y aprender a hacer una buena planificación. Incluso tener un pensamiento crítico y hacer uso del lenguaje, así como integrar la tecnología, son características claves para lograr ser un buen maestro de excelencia. Poder crear assessment, y estar motivados siempre nos ayuda para evaluar y conocer a los estudiantes. También establecer conexiones con la comunidad y los estudiantes, nos lleva a tener un desempeño profesional adecuado y eficaz.

La Facultad de Educación tiene como visión y misión formar líderes comprometidos con prácticas socio-humanísticas reflexivas y transformadoras, y con los más altos valores de justicia, democracia y paz. Hay tres dimensiones, las cuales nos enseñan a ser mejores educadores. Por ejemplo, atiende intereses, estilos de aprendizaje, interacciones con el mundo, componentes cognoscitivos y afectivos, la tecnología, la igualdad, los talentos y el compromiso. Estos permiten que cada educando llegue a convertirse en copartícipe de la acción transformadora de nuestra realidad social. El proceso de evaluación de la Facultad determina hasta qué punto se está construyendo el aprendizaje esperado en el salón de clase y fuera de el. Esta toma en consideración la diversidad de las personas y la multiplicidad de sus formas de ser, hacer, aprender y emprender.

Algunas cualidades y/o características que hacen a un buen maestro o maestra son la dedicación, la responsabilidad, el compromiso, la inspiración, la pasión y la vocación. Realmente es un llamado y una necesidad de estar ahí para los estudiantes. Tener el valor, la honestidad, el respeto y la dignidad a la hora de enseñar, es de suma importancia. Por otra parte, el maestro debe ser dinámico, tener claros sus objetivos, saber escuchar a sus estudiantes y adaptarse a sus necesidades, tener una actitud positiva y, sobre todo, amar su trabajo. Finalmente, el salón de clase debe ser uno donde haya paz, armonía, respeto, compañerismo, felicidad, aceptación, y libertad de expresión. No debe ser un lugar donde limite al estudiante, debe de ser uno de muchas oportunidades.

Como maestra en formación me gustaría ser como el maestro Rafael Cordero, quien se dedicó a la educación de los niños negros y mulatos. Él nunca espero nada a cambio, lo que hacía era por amor y dedicación. Por tanto, mi meta es ser un modelo y un ejemplo para mis futuros estudiantes. Ser una maestra que los escucha, los entiende, les da consejos, los ayuda, los valora y que siempre estará para ellos. Por último, no esperaré nada a cambio, porque siento pasión, compromiso y amor por la enseñanza.