Índice

1. Las iniciativas de paz desde y para excombatientes de las FARC en Colombia: propuesta de análisis zonal  

2. Zona 4: zona suroccidental: principales iniciativas de paz desde y para excombatientes de las FARC

3. Algunas conclusiones sobre los alcances, amenazas, desafíos de las iniciativas de paz en la zona suroccidental colombiana

1. Las iniciativas de paz desde y para excombatientes de las FARC en Colombia: propuesta de análisis zonal

El trabajo investigativo realizado por el Observatorio durante los últimos meses rastreó 255 iniciativas de paz desde y para excombatientes de las FARC-EP. De ellas, un alto número han surgido como voluntades locales de transformación sectorial y han transitado ámbitos variados de las necesidades contextuales de distintas comunidades. Asimismo, cerca del 86% de estas iniciativas responden al desarrollo económico, social y cultural y surgieron después de la firma del Acuerdo Final de Paz.


Del rastreo y el recuento total de las iniciativas, es posible plantear elementos como: 





Con el ánimo de establecer un análisis a profundidad de las iniciativas de paz desarrolladas desde y para excombatientes de las FARC-EP el observatorio organizó una división zonal que permite un estudio focalizado en regiones y subregiones. Así, se precisaron 6 regiones: 

Mapa I: División zonal del estudio de  las iniciativas de paz
Elaboración: Equipo Observatorio Pazando el Conflicto

El Boletín #6 aborda la zona Suroccidental y las subzonas: Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño. El énfasis del boletín recae en estudiar los desafíos, alcances y amenazas que presentan las iniciativas de paz ubicadas en esta zona.

2. Zona 4: zona suroccidental: principales iniciativas de paz desde y para excombatientes de las FARC 

Mapa II: Zona suroccidental colombiana
Elaboración: Equipo Observatorio Pazando el Conflicto

La zona Suroccidental compuesta por los departamentos de Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño, a su vez hacen parte del pacifico sur, ya que cuenta con costas hacia este océano. Es una zona esencial para Colombia ya que alberga sectores clave de la economía como la agricultura y el comercio, debido a su conexión con Ecuador y el Océano Pacífico por medio del Puerto de Buenaventura, uno de los puertos más importantes del país (DColombia, 2021). También es conocida por su geografía por ser una de las áreas con mayor precipitación en el planeta, lo cual ha propiciado el desarrollo de ecosistemas como selvas tropicales y manglares. Asimismo, posee una amplia línea costera que va desde la desembocadura del río Patía hasta la frontera con Panamá y alberga ríos significativos como el Atrato, el San Juan y el Cauca (Verde, 2023).

La zona Suroccidental se destaca por su singularidad, la cual se refleja en su economía diversificada. Así pues, según Colombia Verde (2023), las características económicas de los departamentos varían significativamente. En Chocó, la economía se centra en la extracción de recursos naturales como oro y platino, así como en la pesca y la explotación forestal, con destacada producción agrícola de coco, plátano y banano. En contraste, el Valle del Cauca exhibe una economía diversificada basada en la producción agrícola de caña de azúcar, café y frutas, junto con la industria manufacturera y actividades portuarias, además de un floreciente sector turístico. Por otro lado, el Cauca se sustenta en la producción agrícola de café, caña de azúcar y frutas, con un notable desarrollo en la producción de panela y la artesanía, especialmente en cerámica. Finalmente, Nariño destaca por su producción agrícola, principalmente café, frutas y hortalizas, así como actividades ganaderas y pesqueras, junto con la extracción de minerales como carbón y caliza, y una producción artesanal destacada, en particular en tejeduría.

Desde una perspectiva socioeconómica, es posible realizar análisis detallados de los diversos departamentos. 

En primer lugar, la economía chocoana está marcada por la pobreza, se manifiesta en indicadores sociales como el índice de necesidades básicas insatisfechas (NBI), el cual es el más alto en Colombia. Precisamente, esta carencia de oportunidades y la pobreza existente han llevado a Chocó a ser uno de los departamentos con mayor tasa de emigración de su población (Bonet, 2008). En segundo lugar, Buenaventura, ubicado en Valle del Cauca, es el municipio con mayor pobreza en la región, presentando un índice de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) del 63%, una cifra tres veces mayor a la de Cali, la capital del departamento. La situación socioeconómica de Buenaventura ha sido históricamente definida por factores geográficos como la selva tropical, el clima húmedo, las altas temperaturas y suelos de baja fertilidad; un legado histórico-colonial marcado por una economía esclavista y una estructura institucional desigual; y la presencia del puerto con sus actividades asociadas (Peréz, 2008). 

En tercer lugar, Cauca, un departamento marcado por su ruralidad y pobreza, tiene una economía que refleja estas características. De hecho, el 61% de su población reside en zonas rurales. Aunque la pobreza es un problema generalizado en todo el departamento, los indicadores más alarmantes se encuentran en la subregión del Pacífico y en las áreas rurales, donde la pobreza es el doble en comparación con las zonas urbanas. A esto se le suma problemas como la distribución desigual de la tierra y la baja fertilidad de sus suelos (Gamarra, 2008). Por último, para Nariño con sus datos censales se evidencia la predominancia de la ruralidad, siendo la subregión del Pacífico nariñense la más desfavorecida económicamente dentro del Departamento. La economía de la región costera del Pacífico nariñense se fundamenta principalmente en la agricultura, la pesca, la actividad forestal y el turismo (Viloria, 2008). 

En consecuencia, un análisis detallado de esta zona revela una serie de complejidades. Se caracteriza por condiciones desafiantes de pobreza y ruralidad, así como por la presencia de diversas etnias, incluyendo indígenas y afrodescendientes (Viloria, 2008). Específicamente, la población se compone de un 80% de personas de raza negra, un 12% de indígenas y un 8% de mestizos, distribuidos en una extensión de 83 mil kilómetros cuadrados (Comisión de la Verdad, 2022). Desde el punto de vista demográfico, la región presenta particularidades; su población constituye el 16,2% del total del país, de la cual el 65,5% reside en áreas urbanas y el 34,5% en zonas rurales (CNPV-DANE, 2018).

Ahora bien, la zona Suroccidental presenta características distintivas en cuanto a la violencia y el conflicto armado. Pues, en Chocó se vivió de forma desproporcionada, el conflicto, su ubicación estratégica, sus accesos al mar y la falta de oportunidades para sus habitantes la convirtieron en un blanco para los grupos armados. En esta región, históricamente han convergido guerrillas, paramilitares, bandas emergentes, narcotraficantes y pandillas, todos luchando por el control territorial y buscando beneficiarse de las economías ilegales. Las masacres de Riosucio y Bojayá -enmarcada como uno de los macro casos en la JEP- son algunos de los actos de violencia más recordados en el departamento, pero según varios informes, los residentes de Quibdó y otros municipios cercanos vivían constantemente bajo la amenaza de asesinatos, extorsiones y ataques. Además de la violencia física, las comunidades afro vieron amenazada su identidad cultural, ya que muchas de las acciones de los grupos ilegales buscaban directa o indirectamente eliminar sus rituales y costumbres. Se ha mencionado incluso que el racismo jugó un papel diferencial en el conflicto armado colombiano y se evidenció el impacto desmedido que tuvo la violencia en Chocó (Comisión de la Verdad, 2020). La firma del Acuerdo de Paz fue vista como un destello al cambio para el territorio chocoano. Sin embargo, los territorios que las FARC dejaron fueron ocupados rápidamente por disidencias y otros grupos armados que, con crueldad, han establecido su poder, afectando a la población civil (Howald, s/f).

Mapa III: Recuento de las iniciativas de paz presentes en la zona suroccidental
Elaboración: Equipo Observatorio Pazando el Conflicto

El Valle del Cauca históricamente ha sido un punto de convergencia para diferentes actores del conflicto, incluyendo guerrillas, paramilitares, bandas emergentes y narcotraficantes. Desde la década de los noventa, las FARC y el ELN dividieron territorios bajo la constante amenaza de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Los corredores estratégicos hacia el Litoral Pacífico se convirtieron en objetivos para los recursos disponibles del narcotráfico. En el norte del departamento, las acciones de los paramilitares desencadenaron una serie de masacres sin precedentes, y la dinámica militar de los grupos paraestatales tuvo un impacto en toda la región (Estrada, 2010). Esta zona experimentó cómo las autodefensas extendían su influencia desde Cartago y Tuluá hacia las áreas montañosas de Buenaventura, incluyendo Dagua y Loboguerrero. Al mismo tiempo, las FARC iniciaron un retiro del frente principal en la región, el Bloque Occidental. No obstante, las acciones en las fronteras con el Departamento del Tolima aumentaron. Las milicias rurales de las FARC y del ELN intentaron, sin mucho éxito, detener los movimientos estratégicos de los paramilitares. La economía del narcotráfico y las organizaciones criminales formadas en el Norte del Valle intensificaron el conflicto en los alrededores de Buenaventura. La lucha por los recursos de la creciente economía del narcotráfico impulsó acciones militares de las AUC y del ELN en los municipios de Caicedonia, Tuluá y Palmira. Durante este período, se formaron coaliciones entre pequeños carteles del Norte, Centro y Sur del Valle. 

Los golpes contra el Cartel de Cali y las acciones de las autoridades crearon condiciones para el surgimiento y reorganización de los grupos paraestatales (Estrada, 2010). Por otro lado, el sur del Valle y el norte del Cauca han sido zonas de intensa actividad en el conflicto armado. La confrontación se desarrolló principalmente entre la guerrilla de las FARC y la fuerza pública en municipios ubicados sobre la cordillera Central (Marín y Santos, 2014).

Cauca ha sido una zona crucial del conflicto armado, durante más de medio siglo, la región ha sufrido la violencia de diversos grupos armados, incluyendo las FARC, el ELN y las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Desde los años noventa, las FARC y el ELN dividieron territorios bajo la amenaza constante de las AUC. Los corredores estratégicos hacia el Litoral Pacífico también se convirtieron en objetivos para los recursos disponibles del narcotráfico (Rincón, 2019). Las acciones de los paramilitares en el norte del departamento desataron una serie de masacres sin precedentes. Con ello se entiende que “Según los datos del Registro único de Víctimas, con corte 2021, 473.533 personas han sido víctimas del conflicto armado en el Cauca; es decir casi una tercera parte de la población total departamental” (Comisión de la Verdad, 2021). Además, la economía del narcotráfico y las organizaciones criminales formadas en el Norte del Valle intensificaron el conflicto en los alrededores de Buenaventura. La lucha por los recursos de la creciente economía del narcotráfico impulsó acciones militares de las AUC y del ELN (Informes Derechos Humanos Colombia, 2021). El control territorial de la economía ilícita y sus redes relacionadas son factores que provocan la victimización de las comunidades rurales, indígenas y afrocolombianas en la región (Comisión de la Verdad, 2021).

Nariño ha sido una zona que ha propiciado la confluencia de múltiples grupos armados ilegales que crearon líneas invisibles trazadas por los actores del conflicto. Las FARC controlaban áreas clave como el piedemonte, los ríos principales y los cultivos de coca, mientras que el ELN dominaba ciertas zonas de cultivo de amapola en la cordillera Andina. Los grupos paramilitares se establecieron en municipios donde los narcotraficantes habían comprado tierras, ganando control sobre una amplia franja costera que albergaba laboratorios de procesamiento de coca y disputando a la guerrilla el control de las principales rutas y puertos de salida del producto. En la región del Pacífico, operaba principalmente el bloque Libertadores del Sur, adscrito al bloque Central Bolívar. Los paramilitares fortalecieron su influencia en las cabeceras municipales del litoral Pacífico, especialmente en Tumaco y Bocas de Satinga. Controlaban la entrada de Junín a Barbacoas en la Llanura Pacífica y lograron una influencia significativa en el corregimiento de Llorente en Tumaco. También se establecieron en zonas de manglares y esteros cercanos al mar y tuvieron una presencia importante en los ríos Patía y Telembí, incursionando en el Mira, el Satinga, el Sanquianga, el Tola, el Tapaje, el Iscuandé y el Guapi. Después de la desmovilización de las autodefensas, surgieron nuevas agrupaciones como la Organización Nueva Generación (ONG), los Rastrojos, las Águilas Negras y otras bandas criminales emergentes que intentaron ocupar los vacíos dejados y posicionarse en áreas estratégicas para el narcotráfico (MamaCoca.Org, s/f). 

El Observatorio ha registrado un total de 38 iniciativas de paz para la zona Suroccidental, equivalente al  15 % del total. Específicamente, la subzona de Chocó cuenta con 8 iniciativas, Valle del Cauca con 8, Cauca con 19 y Nariño con 3.

2.1 Subzona Chocó

El departamento de Chocó, ubicado en el noroeste de Colombia en la región del Pacífico, destaca por sus extensas selvas en el Darién y las cuencas de los ríos Atrato y San Juan, con Quibdó como su capital. Es único al limitar con ambos océanos Pacífico y Atlántico, siendo el único que comparte frontera con Panamá (Chocó.org, 2015).


En la región del Chocó, los ríos han desempeñado un papel crucial al conectar elementos clave del asentamiento humano y la actividad productiva y social (Bello, Ocampo, Millan y Pulido, 2008). Los recursos geográficos fijos, como minerales (Murshed, 2004; Isham et al., 2005), han sido una característica distintiva. Históricamente, la economía chocoana ha estado fuertemente ligada a la explotación de oro y platino, asimismo se han destacado productos como la tagua, el caucho, la madera y el cultivo de caña. Aunque estos recursos han perdido gradualmente su importancia debido a los cambios globales, la modernización y la competitividad económica del país, los minerales, especialmente el oro, han mantenido su dominio en la actividad económica local (Robledo-Caicedo, 2019). De esta forma, la minería aurífera ha sido la industria más antigua y determinante desde la época del virreinato, marcando la trayectoria económica del Chocó (Sharp, 1975; Williams, 2005; Romero, 1995; Meisel, 2011).


Mapa IV:  Subzona Chocó
Elaboración: Equipo Observatorio Pazando el Conflicto

La ubicación geoestratégica del Chocó, cruzada por ríos y selva, ha propiciado la presencia de prácticas vinculadas a grupos armados ilegales, relacionados con el narcotráfico y el tráfico de personas, especialmente la migración ilegal.  Entre estos grupos se encuentra el ELN, diversos grupos delincuenciales y carteles de droga. Según la Defensoría del Pueblo (2023), varios de estos grupos armados ilegales han generado una conflictividad, reflejada no sólo en la lucha por el control de los recursos, sino también de las rutas del narcotráfico. 


Aunado a lo anterior, se suma una poca presencia estatal en la región, ya que Quibdó concentra la mayoría de las actividades político-administrativas y de provisión de servicios sociales estatales (Roble-Caicedo, 2019). Este hecho afecta profundamente a la mayoría de personas que viven en pequeños poblados, pues aproximadamente “el 40% de la población habita en los seis mayores centros urbanos —Buenaventura, Quibdó, Tumaco, Turbo, Guapi, Itsmina— y el resto en pequeños poblados” (Colección ecológica del Banco de Occidente, s/f). Ello no sólo deja a la mayoría de la población chocoana en una situación de desprotección y exclusión por parte del Estado, sino que además la aleja de actividades comerciales y económicas, debido a que solo los principales centros poblados tienen actividades comerciales que aportan a la economía del Chocó. 


Anteriormente, este departamento tuvo una marcada presencia del EPL (Ejército de Liberación Popular), especialmente en la región de Urabá. La desaparición del EPL abrió paso al auge de grupos guerrilleros como el ELN y las FARC, siendo este último un grupo firmante de paz. Este proceso condujo a la creación de Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ECTR) y Zonas Veredales Transitorias de Normalización (ZVTN) en Riosucio, Caracolí y Carmen del Darién. De acuerdo con la ANR, para diciembre de 2023, el Chocó ha recibido a 244 personas en proceso de reincorporación. Si bien Chocó no cuenta con un gran número de iniciativas de paz, las existentes se enfocan en la promoción del desarrollo económico, social y cultural.

Un revisión a profundidad de las iniciativas de la subzona Chocó develó los principales alcances, amenazas y desafíos a los que se ven enfrentadas las iniciativas de paz, y que estarían entorpeciendo o potenciando su trabajo:


2.2 Subzona Valle del Cauca

Mapa V: Subzona Valle del Cauca
Elaboración: Equipo Observatorio Pazando el Conflicto

El departamento del Valle del Cauca, situado al suroccidente de Colombia en la región del Pacífico ha desempeñado un papel crucial como motor económico del país, especialmente por su destacada contribución en sectores como la agricultura, la industria y el comercio. Sin embargo, persisten marcadas disparidades socioeconómicas entre las zonas urbanas y rurales, lo que ha resultado en limitaciones en el acceso a servicios básicos y oportunidades laborales para ciertos segmentos de la población. 

La región del Valle del Cauca es reconocida por su producción de caña de azúcar, la cual constituye la base de la industria azucarera y la fabricación de aguardiente. Además, alberga importantes centros industriales, zonas francas y el estratégico puerto de Buenaventura, el más relevante del país debido al considerable flujo de carga tanto de importación como de exportación. En términos demográficos, datos del DANE indican que aproximadamente el 82% de la población del Valle del Cauca no se identifica con ningún grupo étnico específico, mientras que el 17,2% se identifica como afrodescendiente, y solo un 0,8% pertenece a comunidades indígenas.

El departamento ha enfrentado desafíos significativos relacionados con conflictos territoriales vinculados a la presencia de grupos armados ilegales, lo que ha afectado la seguridad ciudadana. Aunque la violencia asociada al narcotráfico ha disminuido en comparación con décadas anteriores, persisten problemas de seguridad como el crimen organizado y la violencia urbana, con la presencia de grupos como el ELN, el clan del golfo y disidencias de las FARC. Además, se han identificado bandas y Grupos Delincuenciales Organizados (GDO), como los Shotas, Espartanos, Los Flacos y La Oficina de Tuluá, cuya actividad principal es el microtráfico de drogas, lo que subraya la importancia del control de territorios para su comercialización.

En cuanto al proceso de reincorporación, aunque inicialmente el Valle del Cauca no fue priorizado para la creación de Zonas Veredales Transitorias de Normalización (ZVTN) y Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR), sí ha recibido población reincorporada del Tolima y el Cauca entre 2017 y 2018. Esta situación ha requerido una coordinación efectiva entre diversas instituciones, liderada por la Gobernación del Valle del Cauca a través de la Secretaría de Paz Territorial y Reconciliación, con el respaldo de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN) y la Misión de Verificación de la ONU.

Con la creación de las Nuevas Áreas de Reincorporación (NAR), el departamento cuenta ahora con la NAR Tuluá y la NAR Urbana Cali. Actualmente, se han aprobado 80 proyectos productivos (uno colectivo y 79 individuales) en el marco del proceso de reincorporación, beneficiando a 92 exintegrantes de las FARC-EP y sus familias, con un financiamiento de $736 millones por parte del Gobierno Nacional. Estos proyectos abarcan diversas áreas como agricultura, ganadería, comercio y manufactura, contribuyendo así a la sostenibilidad y crecimiento económico de las familias involucradas en el proceso de reincorporación hacia la legalidad.

Un estudio investigativo detallado y a profundidad de las iniciativas de la subzona Valle del Cauca logró develar los principales alcances, amenazas y desafíos a las que se ven enfrentadas este tipo de apuestas por la paz:










2.3 Subzona Cauca

Mapa VI: Subzona Cauca
Elaboración: Equipo Observatorio Pazando el Conflicto

El Departamento del Cauca, situado en el suroccidente de Colombia entre las regiones andina y pacífica, en el nacimiento de las cordilleras central y occidental, se distingue por su rica diversidad cultural y natural. Este departamento, cuna de las cordilleras central y occidental y de los ríos interandinos Cauca y Magdalena, ha sido un epicentro económico y político en el país, tanto históricamente como en la actualidad. Alberga una variedad de recursos naturales, incluyendo extensas reservas de oro y yacimientos petrolíferos. Además, su población es sumamente diversa y multicultural. Es importante destacar que la mayoría de sus habitantes, el 61.98% del total, vive en zonas rurales. La población indígena representa el 20.72% del total, mientras que la población afrocolombiana constituye el 22.9% (Vanegas y López, 2008).


Asimismo, el departamento enfrenta problemáticas significativas. Una de las más prominentes es la explotación ilegal de las reservas de oro en el río Naya. Esta actividad ilícita tiene como objetivo financiar a ciertos grupos armados que operan al margen de la ley en el departamento (Sistema de Información Socioeconómica del Cauca, 2021). Esta problemática subraya la necesidad de soluciones efectivas para garantizar la seguridad y el desarrollo sostenible de la región.

De igual manera, el accionar de dichos grupos está directamente relacionado con la presencia de un gran número de cultivos ilícitos de hoja de coca, lo que ha significado para el departamento un gran impacto en términos de afectaciones al bienestar de su población, producto del conflicto entre la fuerza pública y los grupos armados ilegales. Es esencial mencionar que la población indígena se ha visto particularmente afectada por esta disputa, pues si bien la hoja de coca es para estos grupos un elemento que hace parte fundamental de sus diferentes culturas aborígenes, su cultivo sigue siendo perseguido por el Estado (Sistema de Información Socioeconómica del Cauca, 2021).


Aunque la implementación del Acuerdo de Paz de 2016 logró reducir la violencia relacionada con el conflicto armado, a partir de 2018 se empezaron a manifestar las consecuencias del abandono estatal, un problema histórico en la región que persiste incluso después del proceso de paz. La falta de presencia de entidades gubernamentales en diferentes áreas del territorio propició la aparición de grupos como las disidencias de las FARC, el ELN y el Clan del Golfo, que se establecieron como autoridades locales (Corredor, 2023). Sin embargo, es crucial destacar el impacto positivo del acuerdo de paz, evidenciado por la presencia de 4 Áreas de Entrenamiento y Reincorporación (AETCR) y 11 Nuevas Áreas de Reincorporación (Radio Nacional, 2024). Además, el gobierno nacional ha brindado apoyo en varios aspectos del proceso de reincorporación.


Estos espacios dedicados a la paz han servido como plataforma para las iniciativas de los excombatientes en el departamento, que han formado 22 cooperativas articuladas a nivel nacional a través de "Economías Sociales del Común" (ECOMÚN). Además, se han fortalecido ciertos proyectos productivos gracias a una inversión de $4000 millones, beneficiando a más de 420 reincorporados. A su vez, existen iniciativas que promueven el desarrollo del deporte, el arte, la cultura y la pedagogía en el territorio (Cauca.gov.co, 2020). Estos esfuerzos son fundamentales para la construcción de una paz duradera y el desarrollo sostenible de la región

Un estudio investigativo detallado y a profundidad de las iniciativas de la subzona Cauca de producción logró develar los principales alcances, amenazas y desafíos a las que se ven enfrentadas este tipo de apuestas por la paz:






 

2.3 Subzona Nariño

El departamento de Nariño se sitúa en el extremo suroccidental de Colombia, limitando con los departamentos de Putumayo, Cauca, el Océano Pacífico y la República del Ecuador, dicha ubicación permite la convergencia de la Región Pacífica, la Región Andina y la Vertiente amazónica, caracterizándose por su diversidad climática, cultural y étnica, siendo indígena el 15,7 % de su población y afrocolombianos el 17,8% de acuerdo con el DANE (2023). El departamento de Nariño es conocido por su naturaleza exuberante y el drama provocado por el conflicto armado, el narcotráfico y las tensiones fronterizas con Ecuador. Por lo anterior, Nariño ha sido un importante productor agrícola así como un corredor estratégico para el narcotráfico a nivel internacional, históricamente en disputa por actores armados., pues esta zona posee una relación estrecha con una amplia red de ríos y de manglares que permiten conexión directa con el océano Pacífico.


Nariño  se  caracteriza  por  ser  uno  de  los  departamentos  con  mayores  índices  de  violencia en tiempos de paz, siendo el resultado de aspectos como el incumplimiento del acuerdo, la no presencia integral del Estado en los territorios, la existencia cada vez más extensiva de grupos armados,  cultivos  ilícitos,  entre  otros  aspectos (Lasso y Cabello 2022). Lo anterior, debido a que este departamento es un lugar estratégico para los grupos armados ilegales no sólo por su ubicación geográfica, no sólo a nivel nacional sino también internacional, lo que la convierte en un lugar ideal para el tráfico de armas y drogas dada su gran superficie. La minería ilegal y el hecho de que la región ha sido históricamente una zona marginada y abandonada del estado ha aumentado la pobreza y la desigualdad entre la población local (Lasso y Cabello, 2022).



Mapa VII:  Subzona Nariño
Elaboración: Equipo Observatorio Pazando el Conflicto

Actualmente, el departamento de Nariño cuenta con la presencia de los siguientes grupos armados: “el clan del Golfo' o autodefensas Gaitanistas de Colombia, 'Frente Franco Benavides', los 'Cuyes', 'Los nuevos delincuentes', 'La gente del nuevo orden', 'Guerrillas unidas del Pacífico', 'Guerrillas unidas del sur', 'Contadores', 'Los de Sábalo' y 'La Empresa', así como disidentes de las Farc 'Óliver Sinisterra, además de miembros del Eln y de una facción del EPL (El Tiempo, 2023).

Ahora bien, respecto del proceso de reincorporación en el departamento de Nariño, únicamente en el municipio de Tumaco se creó un AETCR denominado La Variante, en el que, de acuerdo con la información de la ARN para el año 2022 habitaban 251 personas incluyendo a los firmantes en proceso de reincorporación y a sus familias. No obstante, los procesos de reincorporación también se llevan en los resguardos Gran Cumbal y Mayasquer ubicados en el municipio de Cumbal, así como en el Cabildo El Edén ubicado en el municipio de Ricaurte (Misión de Verificación de la ONU en Colombia, 2022)

Un estudio investigativo detallado y a profundidad de las iniciativas de la subzona Nariño de producción logró develar los principales alcances, amenazas y desafíos a las que se ven enfrentadas este tipo de apuestas por la paz:









 



3) Algunas conclusiones sobre los alcances, amenazas y desafíos de las iniciativas de paz en la zona suroccidental colombiana