Con esta obra se pretende que quien la vea intente comprender los sentimientos de una persona con un trastorno del habla, en concreto la disfemia. El sujeto en cuestión, es juzgado y discriminado por padecer un síndrome clínico caracterizado por disfluencias anormales y persistentes del habla, acompañadas por peculiares patrones conductuales, cognitivos y afectivos.
Una de las técnicas utilizada es la explosión de colores que permite representar diferentes emociones mediante cada color. Por ello, aparecen colores oscuros generando una mayor sensación de agobio, miedo y ansiedad, ya que el colectivo con disfemia acumula sensaciones de ansiedad y temor por sentirse excluidos de una sociedad.
En referencia al soporte utilizado, se decide emplear el espejo para hacer partícipe al espectador y poder así verse reflejado en una situación de agobio ante los estímulos negativos que vive en su día a día. De este modo se pretende involucrar al público y hacerle reflexionar sobre la importancia de la empatía y de tratar a la gente como nos gustaría ser tratados.
También destacar la marca en forma de cruz a la altura del reflejo de la boca tratando de simbolizar la sensación de opresión oral.
Por último, explicar la relación del fondo en collage para contextualizar las diferentes situaciones a las que se enfrenta la persona con disfemia, desde risas y burlas, a incomprensión y miradas desacertadas hasta aislamiento y desamparo.
Con todo lo mencionado, y tras el malestar que las personas con disfemia sufren se pretende tener en cuenta la parte psicológica de estas personas, y trabajar el amor propio y el respeto y la autoestima.
La principal temática que pretendemos abordar con esta obra es la visibilización del síndrome de asperger y el autismo en femenino, salvando las diferencias existentes entre hombre y mujeres con el trastorno mencionado anteriormente, es decir, queremos visibilizar a las mujeres y niñas que padecen este trastorno ya que muchas veces, las personas del sexo femenino, niñas, adolescentes y mujeres adultas, no obtienen un diagnóstico apropiado porque éste se ha hecho en base a las características del sexo masculino.
Se pretende construir una crítica social a cómo el mundo percibe el síndrome de asperger y autismo, ya que tanto en obras como en libros o películas se muestran a personas con ese síndrome que en su mayoría son hombres, focalizando todos los síntomas y características en este sector de la población; del mismo modo, queremos que cuando el público visualice la obra y tenga que levantar el papel celofán azul, pueda ver claramente que detrás del hombre se encuentra una mujer, y que esto le invite a reflexionar sobre el por qué la mujer se encuentra detrás del hombre y en la necesidad que tiene ese colectivo de evidenciar su presencia en él y reivindicar su identidad.
Esta obra tiene una identificación y significación propia a partir de la utilización de un soporte muy característico como es la puerta, jugando con el concepto de “abrir/cerrar puertas”, y dos colores clave, el rojo, una pintura que se ve en las huellas de las manos impactadas en el soporte destinadas a captar la atención del público, y el negro, que plasma diferentes mitos, ideas erróneas sobre la discapacidad auditiva, haciendo que se les infravalore y se les den menos oportunidades tanto sociales como laborales por una falsa creencia que impide un trato igualitario hacia estas personas.
Busca romper con esas creencias, hacer consciente a cadapersona que la vea que ella sola puede empezar a cambiar esta situación, que tiene que parar, como el gesto que simbolizan las manos, tiene que detenerse, pensar, recapacitar y actuar. Así se conocerá su realidad, eliminará las barreras existentes para comunicarse eficazmente. Por tanto, para llegar a una justa e igualitaria integración social es imprescindible que la sociedad conozca las mentiras que se originan sobre este grupo, elimine miedos e inseguridades que puedan llegar a sentir al acercarse a ellas, dejen de lado los prejuicios y reconozcan a cualquier persona con algún tipo de discapacidad auditiva como una persona más, con las mismas capacidades y posibilidades que cualquier otra persona, con gustos y hobbies similares a su grupo de referencia, eliminando así esos estereotipos que nos hacen actuar de una u otra manera ante un tipo de persona y dando de esta manera un gran paso hacia la inclusión.
La obra intenta hacer reflexionar al espectador sobre la situación que se está dando actualmente en muchas de las escuelas con los niños/as que tienen Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, revindicando si realmente el fin del TDAH se da cuando a un niño se le medica y se le mantiene quieto en una silla y además de eso no se utiliza ninguna estrategia o habilidad educativa para contribuir a la calidad de su proceso de enseñanza y aprendizaje.
Para llevarla a cabo, se ha utilizado la técnica del dibujo y el sombreado sobre un soporte de papel blanco para centrar la atención en el sujeto. En la obra podemos observar a un niño sentado en su pupitre, con aspecto cansado y distraído, observando unos pájaros que salen de su cabeza, pero con una expresión neutral. Los pájaros y sus colores tratan de representar las ideas, ilusiones y emociones que quieren salir al exterior, mientras que la expresión del niño indica que lo único que puede hacer es observar esos estímulos sin ninguna opción de liberarlos. El niño está dibujado con sombras grises y negras con la finalidad de representar la tristeza y se ha querido destacar las cadenas para simbolizar todo aquello que impide que el niño pueda ser como realimente es, ya sean los prejuicios, etiquetas o incluso los medicamentos que se le suministran.
Mediante el arte abstracto se pretende mostrar episodios de explosión que experimenta un niño con problemas de conducta, que afecta a todo el entorno sin importar el tipo ni el número de consecuencias que puede acarrear todo ello, a través de un lenguaje propio de la tela, de sus líneas y colores, dando un significado coherente a todos los espacios representada por los distintos elementos.
El fondo es una tela plana, comienza a coger forma se van alternando unas telas con otras, determinando la estructura definitiva, añadiendo más elementos para llegar a un significado singular.
Los colores son significativos en este cuadro, cada uno de ellos representa los diferentes contextos en los que vive el niño con esta problemática. La base de la obra es de color negro, representa el niño con problemas de conducta, en cuanto al color anaranjado, el entorno de ocio, el amarillo representa los amigos, en lo referente al azul simboliza el entorno escolar del niño y, por último, la familia con el color verde, mezcla de azul y amarillo, por lo que evoca claridad y regeneración del alma.
Todos los colores están unidos entre sí por cintas blancas, representando tranquilidad y la luz del día, une lo que está roto por las malas conductas, y, es que, todos los contextos están ligados unos con otros, cuanto más fuertes sean lo lazos entre ellos mejorarán lo comportamientos disruptivos en estos niños. Sin embargo, cada vez que se dan estos episodios las cintas se rompen y causan mayor distancia entre los entornos. Llegará un punto en el que la cinta blanca que lo une todo se gaste a causa de agotamiento por los intentos de paliar las situaciones explosivas.
Para dar lugar a una mayor comprensión visual del cuadro se opta por dar imágenes significativas a los entornos, por lo que las manos formando un tejado es el entorno familiar, las manos enlazadas son los amigos, el columpio es el ocio y el grillete con el diploma es la escuela.