Repsol y seis socios europeos acaban de poner en marcha un proyecto para producir biocarburante de los hidrocarburos de la Euphorbia lathyris, una planta con unas necesidades bajas en agua y nutrientes.
Primero llegaron los biocarburantes elaborados de la extracción del aceite de soja o de girasol, y del alcohol producido tras la fermentación de los azúcares del maíz o de la remolacha. Después, les siguieron los de segunda generación, aquéllos que se producen de los residuos agrícolas.
En estos últimos biocombustibles se incluyen también los producidos a partir de plantas no comestibles, como es el caso de la jatropha curcas, una planta venenosa, o las algas, comestibles, aunque no todas las especies tienen el mismo valor gastronómico ni nutritivo.
Y ahora, de la mano de Repsol y otros seis socios, la llega el turno a la Euphorbia lathyris, una planta de la que aprovechan los extractos hidrocarbonados, no el aceite. De ahí, que en algunos casos se hable ya de biocombustible de tercera generación, aunque para muchos expertos sea un biocarburante de segunda generación.
Esta planta ya se propuso como materia prima alternativa para la fabricación de biocombustibles a finales de los 70. Sin embargo, desde entonces, no se han producido avances significativos para la extracción de los hidrocarburos (fundamentalmente triterpenoides) que acumula la planta en grandes cantidades.
Con el fin de mejorar la producción de los hidrocarburos de la planta y estudiar su potencial real para la fabricación de biocombustibles, Repsol y sus socios europeos han puesto en marcha el proyecto de investigación Eulafuel, que quiere decir «Producción de Energía de Triterpenoides en la Euphorbia lathyris, un potencial cultivo para la producción de biofuels de tercera generación».
Cualidades
«Del género Euphorbia, esta planta es nativa de la zona sur de Europa, norte de África, sureste asiático y China occidental», explica Rubén Miravalles, técnico investigador del Centro de Tecnología Repsol. «Tiene una gran facilidad para crecer en diferentes climas, una baja necesidad de agua (unos 30 o 40 milímetros (l/m2) de agua al año) y nutrientes», destaca el experto. Ventajas que han interesado a la hora de seleccionar la planta y poner en marcha el proyecto, de tres años de duración, y que cuenta con 2,3 millones de euros de presupuesto total entre los siete socios.
Ahora bien, también tiene una notable desventaja. Y es que «de la Euphorbia lathyris tiene sólo un 10 por ciento de presencia de hidrocarburos, poco en comparación con el 40 o el 50 por ciento de aceite del fruto de la palma», reconoce Miravalles. A pesar de ello, tiene una gran virtud: «se pueden extraer los triterpenoides de toda la planta o sólo de los tallos», destaca el experto de Repsol. Lo que permite no tener que dejar de producir biocarburante al dejar la tierra en barbecho, ya que «si tan sólo cortas parte de la planta, el resto sigue creciendo, lo que no sucede con otros cultivos como con el girasol, la colza o la soja», precisa. De modo que, «tiene un importante atractivo productivo, ¿cuánto?, ésa la duda que hay que resolver con este proyecto», añade.
Para analizar la parte agroindustrial de la planta, se llevarán a cabo plantaciones piloto de entre 0,5 y 2 hectáreas extensión en Madrid, Albacete y Valencia, que permitirán producir, según este tamaño, entre 12,5 y 50 toneladas métricas de biomasa seca al año. Porque esta planta produce, de acuerdo a estudios previos, «unas 25 toneladas métricas de biomasa seca por hectárea y año, de las que se podrán producir unos 2.000 litros de hidrocarburos que habrá que procesar y que tendrán un rendimiento del 70 por ciento; es decir, 1.400 litros de biocarburante», explica el técnico investigador.
En el proyecto citado, además de Repsol, participan la Universidad de Barcelona, el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la empresa Synergia, el Instituto francés de Biología Molecular de Plantas del CNRS y la Universidad de Estrasburgo y el Instituto Leibniz de Genética de Plantas e Investigación de Plantas de Cultivos, de Alemania.
Es Tartago tambien requiere de Sembrarse, crecer, fertilizarse, y de AREAS DE CULTIVO MASIVAS.
ESO NO ES OTRA GENERACION DE BIOCOMBUSTIBLES:
No más bien es la misma mierda de siempre , estupideces que pagamos todos para que cuatro listos de la universidad y de las propias empresas vivan del cuento.
Por que claro cultivar girasol que rinde 3000 kilos de semilla por hectarea de la que se pueden quitar 900 litros de aceite que se puede usra directamente como combustible y 2000 kilos de tosta para alimentar a los animales y biomasa que se puede devolver a la tierra para ahorrar fertilizantes , eso no mola y no genera subvenciones.
Y así esta el mundo
muy buenos sus biocombustibles
yo soy cìentifico pràctico, mi interès son las plantas de tercr gènerac, automatizadas,mis fòrmulas de etano, èstan para el planeta, en iniciativa popular, asamblea legislativa, de costa rica, y mis queridos diputados, rechazaròn la leyes de nuevos biocombustibles, sigan ustedes adelante, vas bièn, aquì està mi asociaciòn de campesinos, en san carlos zona norte de costa rica, y yo en la zona sur, dios mediante, pronto sì todo sale bièn, con la ayuda de dios, estaremos ya emsambalndo pronto una, para mil oh, màs litors,por hora, y tenemos materia prma, para rato, el señor jimmy cheng, es un empresario, amigable con la naturaleza, que me apoya en mis ideas, y puede aceptar socios, tenemos, desde yuca amrga, maracuya, clic de madera, palma africana, higuerrila, caña de azùcar, a sus òrdenes, via mi euipo el barcelona.,bale dios los guie.
La producción de biocombustibles está avanzando con tanta rapidez que últimamente se esta hablando de los «biocombustibles de cuarta generación». La web de Biopact describe las características principales de las diferentes generaciones de biocombustibles, que se distinguen unas de otras por lo siguiente: (1) la materia prima utilizada, y (2) la tecnología de proceso adoptada. Los «biocombustibles de primera generación» utilizan materias primas de uso alimentario (como el maíz, la caña de azúcar o la soja) y tecnologías de proceso como la fermentación (para el etanol) y la transesterificación (para el biodiésel). Los «biocombustibles de segunda generación» se obtienen a partir de materias primas que no tienen usos alimentarios (el Panicum virgatum o el álamo) y semillas oleaginosas no comestibles (la jatrofa) por las vías convencionales antes mencionadas y por medio de procesos termoquímicos (para la producción de «biocombustibles sintéticos» líquidos). Los «biocombustibles de tercera generación» utilizan métodos de producción similares en cultivos bioenergéticos específicamente diseñados o «adaptados» (a menudo por medio de técnicas de biología molecular) para mejorar la conversión de biomasa a biocombustible. Un ejemplo es el desarrollo de los árboles «bajos en lignina», que reducen los costes de pretratamiento y mejoran la producción de etanol, o el maíz con celulasas integradas. Los «biocombustibles de cuarta generación» simplemente llevan la tercera generación un paso más allá. La clave es la «captación y almacenamiento de carbono (CAC)», tanto a nivel de la materia prima como de la tecnología de proceso. La materia prima no sólo se adapta para mejorar la eficiencia de proceso, sino que se diseña para captar más dióxido de carbono, a medida que el cultivo crece. Los métodos de proceso (principalmente termoquímicos) también se combinan con tecnologías de «captación y almacenamiento de carbono» que encauza el dióxido de carbono generado a las formaciones geológicas (almacenamiento geológico, por ejemplo, en yacimientos petrolíferos agotados) o a través del almacenamiento en minerales (en forma de carbonatos). De esta manera, se cree que los biocombustibles de cuarta generación contribuyen más a reducir las emisiones de GEI (gases de efecto invernadero), porque son más neutros o incluso negativos en carbono si se comparan con los biocombustibles de las otras generaciones. Los biocombustibles de cuarta generación encarnan el concepto de «bioenergía con almacenamiento de carbono».