EL HINDUÍSMO
(H. H. Swami Rameshwarananda Giri Maharaj)
La Esencia del Pensamiento Hindú
Resulta todo un reto resumir en pocas palabras “la Esencia del Pensamiento Hindú”, tema muy amplio y digno de ser estudiado durante toda una vida. Sin embargo, iniciaré esta exposición hablando del hinduismo a modo de pequeña introducción.
Por hinduismo se conoce, en occidente, al conjunto de estructuras e instituciones religiosas y sociales tradicionales de la India. Llamamos globalmente ”hindúes” a todos los indios que no se declaran pertenecientes a ninguna otra gran doctrina implantada en la India, a saber, el islam, el jainismo o el sikhismo. En India, este conjunto de cultos y religiones es denominado Sanâtana Dharma (“La Religión Eterna”), ya que todos los aspectos de la Verdad, fueron incluidos en ella a lo largo de los siglos.
Esta religión de origen mitológico no conoce ni fundador ni canon fijo. Se distinguen en ella numerosas prácticas y tradiciones locales, tanto en el ejercicio del culto como en el dogma. El punto en común de todos los hindúes es la fe en la ley del karma.
La llegada de los pueblos indo-europeos a la India marcó el comienzo de la era védica. Los profetas, los santos y los Avatâras (“Encarnaciones de la Conciencia Divina en la tierra”) , recopilaron en los Shruti (“textos sagrados”), los conocimientos y las verdades espirituales que habían descubierto y que constituyen actualmente la base y la sustancia de la vida religiosa hindú. Asimismo, dicho conocimiento ha permanecido abierto hasta nuestros días, a toda sabiduría verdadera y es así como “La Ley Eterna del Sanâtana Dharma” dio paso a las nuevas ideas y a las nuevas fuentes de sabiduría espiritual que encontraron también lugar en ella.
De todos los sistemas de pensamiento hindú, la filosofía Vedanta es el más estrechamente ligado a la religión india. De una manera o de otra, el Vedanta influencia la visión del mundo de todos los pensadores hindúes de la Época Contemporánea. El Vedanta es una expresión muy antigua del pensamiento hindú. Se trata de un pensamiento metafísico que guarda cierto parecido con la religión, pero sin incluir ningún dogma, pues el Vedanta no se haya vinculado a ninguna creencia particular ni a ninguna personalidad, ni siquiera a un libro sagrado, dejando en este aspecto un margen tan amplio de libertad que resulta difícil reducirlo a lo que generalmente se entiende por religión.
El pensamiento vedántico resulta sorprendente porque no se refiere a un Dios exterior a nosotros. Insiste con fuerza en la divinidad que hay dentro de nosotros. Dios es infinito. Está en todas partes, es trascendente. Dios es Espíritu. Si Le buscamos por medio del Espíritu, podremos alcanzar la realización del Absoluto o Realidad Suprema. El Vedanta dice que es ese nuestro ideal y nuestro deber. El objetivo de nuestra vida en la tierra.
En la India existen seis sistemas filosóficos denominados Darshana. Estos, no fueron recogidos por escrito hasta mucho después, aunque su origen se remonta a los antiguos tiempos védicos. El desarrollo del Vedanta, considerado por los eruditos tanto en la India como en occidente como “la cumbre de la filosofía hindú”, cubre la duración entera de la existencia de la filosofía india desde el Rigveda hasta los movimientos reformistas de los dos últimos siglos.
En la actualidad, los principales movimientos religiosos en India son el vaisnavismo, el shivaismo y el shaktismo. Sin embargo, el tan mencionado brahmanismo en relación a la India, no juega un papel tan relevante en ese país como habitualmente le atribuimos en occidente.
La influencia del budismo, del islam, del cristianismo, del jainismo y de los parsis contribuyó igualmente a la evolución histórica y religiosa del Sanâtana Dharma, así como a su constante expansión geográfica. En el Rigveda, el más antiguo de los Vedas, encontramos esta frase significativa – ”Ekam sat Vipra Bahudhâ Vadanti” – sólo hay una única Verdad, pero los sabios le dan distintos nombres.
En nuestros días la vida del místico hindú Sri Ramakrishna Paramahamsa (1836 – 1886) constituye un testimonio vivo de esta Verdad, Él supo a lo largo de su existencia, practicar las vías de distintas religiones para llegar, cada vez, a la misma experiencia de la Iluminación.
La Espiritualidad y La Religión Hindúes
Aprendí todo lo que sé de la espiritualidad de mis venerados maestros y ese saber no ha cobrado verdadero significado hasta que, tras muchos años de práctica, el conocimiento intelectual dejó progresivamente paso a la convicción a través de la experiencia. Experiencia a la que conducen las enseñanzas llevadas a la práctica rigurosa y amorosamente.
Digo esto porque la espiritualidad hindú requiere siempre una explicación profunda señalando cual es su competencia y en que difiere de las prácticas religiosas externas. Todo lo que concerniente a las formas exteriores pertenece a la religión, mientras que todo lo que concierne al mundo interior corresponde a la espiritualidad. Pero la espiritualidad es totalmente personal e individual; no depende de formas exteriores, ni siquiera de una religión. Va más allá de todas ellas, alcanzando un estado de comprensión en el cual son borradas las diferencias que caracterizan las diversas religiones.
Hoy día, son muchos los que quieren conocer las religiones de la India. Ocurre que es difícil comprender el hinduismo como una religión, porque no tiene dogmas, solamente ritos y ceremonias. Sin embargo, cuando la religión se manifiesta en el ámbito de la vida social, puede ser practicada en grupo, con ritos y ceremonias, y puede tener una doctrina y dogmas.
A su religión los hindúes la llaman “Sanatana Dharma”. Esta religión eterna (Sanatana Dharma) es la antigua senda establecida por los “Rishis” (grandes sabios). Es enseñada a los hombres y tiene por fin el que alcancemos la Liberación. Diferentes caminos conducen a la Liberación. Todas estas sendas no parecen religiosas si no esencialmente espirituales, pero entre estas vías se encuentra también la religión.
Los sabios han dicho que la razón no nos conduce a esta idea grandiosa y universal. Es necesario ir más allá del dominio de la razón, por este motivo, debemos seguir una disciplina espiritual. Y para seguirla hay que tener una fuerte aspiración por la vida interior.
Los Vedas han enseñado lo que, todavía hoy en la India, es la base de la espiritualidad y de la religión hindú: “Los Sabios Le dan varios nombres, pero la Verdad es Una”. Por otra parte las enseñanzas de los Upanishads, indiscutiblemente metafísica, insiste sobre ese punto: “no hay más que una sola realidad, Brahman, el Supremo. Esta realidad única es el origen del universo y penetra toda la creación”. La influencia de la metafísica penetra hondamente en las concepciones religiosas. Religión y metafísica es un conjunto inseparable. En la India, el Absoluto es un ideal religioso, le son dirigidas oraciones, es adorado, son celebrados en su nombre cultos y ceremonias. Generalmente estas celebraciones van casi siempre acompañadas de cantos devocionales (Bhajans) en los que se repite el Nombre de Dios; siendo estos cantos considerados una práctica espiritual de mucho beneficio.
Los Bhajans pueden ser de formas diversas, variando en extensión, en contenido, en idioma, en ritmos y melodías, pero una regla se mantiene: cada línea del Bhajan es cantada por un guía y el resto de los presentes repiten las palabras, línea por línea. Un tipo especifico de Bhajan es el llamado Kirtan (o Sankirtan), que en sánscrito quiere decir “repetir”. De hecho, en el Kirtan también se repiten las líneas del canto, pero generalmente no hay un líder y suelen tener textos más cortos y simples que los Bhajans ya que el secreto aquí está en la repetición constante y grupal del canto. A pesar de su brevedad textual, los Kirtans son en general temporalmente más largos que los Bhajans, para lograr así que la vibración devocional de la repetición llegue a su cima.
Los ritos y los cultos hindúes tienen como principal función preparar la mente humana para traspasar los límites de la naturaleza fenoménica, es decir de la vida ordinaria, para ir más allá de lo visible y alcanzar la Realización y la Unidad fundamental. Esto es el dominio de lo Indescriptible. Solamente podemos escuchar las palabras de aquellos que lo realizaron y aceptarlas.
Dios, en el hinduismo, es Ishwara. Y Brahman, el Supremo, es llamado Ishwara cuando se piensa en Él con la ayuda de la mente y la razón. Las prácticas espirituales de la vida ordinaria se dirigen a Ishwara el cual nos ayuda. Ishwara es el creador, el protector y el destructor del universo. Su fuerza es llamada Shakti. Ishwara es siempre invocado con humildad y veneración. Es adorado con diferentes nombres y también bajo los nombres de las distintas Encarnaciones divinas. Ishwara está muy próximo a la naturaleza humana. Es por medio de la adoración a Ishwara como se alcanza una concentración intensa. Pero esta no es la única vía, hay otras: hay diferentes yogas, como otros tantos caminos conduciendo a la experiencia espiritual por la cual el hombre llega a trascender la naturaleza fenomenal.
El Vedanta dice: “En esta vida, nuestra meta es la realización de Atman, la realización de Ishwara, o la Liberación”. No se puede hacer distinción entre Liberación, Atman e Ishwara. Creemos poder hacerla, pero siempre llegamos al mismo punto, que es la necesidad de trascender la vida ordinaria, perdiendo el apego por los objetos materiales cuyo poder no puede darnos la constante alegría y el verdadero amor.
La meditación es la práctica espiritual más extendida y enseñada en la India. Por medio de la religión se enseña hasta a los propios niños. Cuando se adquiere desde una edad muy temprana el hábito de meditar, se halla el camino de la aspiración profunda hacia lo divino. Nos referimos aquí a una serie de aspectos de las técnicas de la meditación para mostrar que se trata de un ejercicio espiritual destinado a preparar el camino de la Realización. Con este mismo objetivo se practican diversos yogas como el Radja-yoga, el Hatha-yoga, el Bhakti-yoga, el Karma-yoga, el Gnana-yoga y otros yogas. Cada disciplina corresponde a un tipo concreto de yoga, pero todos los yogas poseen instrucciones especiales acerca de la concentración y la meditación.
La diversidad de prácticas de los distintos yogas tiene su origen en la variedad de la naturaleza de los seres humanos. La inspiración profunda de cada uno debe orientar su práctica dentro de esta diversidad. Hay personas de naturaleza física muy activa, o de naturaleza emocional muy sensible, predispuestas a la reflexión y al pensamiento abstracto, o de tendencia claramente mística, o dotadas de gran poder de concentración. Es comprensible que a naturalezas tan diversas correspondan prácticas diferentes. La exposición de todas estas técnicas es imposible de realizar con brevedad. Además el camino elegido y seguido por cada uno corresponderá a su propia naturaleza individual. El conocimiento que obtiene quien realiza estas prácticas es de naturaleza completamente diferente al que pueden conseguir de las experiencias sensibles o psíquicas de la vida cotidiana, e incluso de las reflexiones intelectuales.
Generalmente en India se aprende, desde una muy temprana edad, a practicar disciplinas espirituales y meditación dos veces al día: por la mañana y por la tarde-noche, a poder ser con el estómago vacío. Para los principiantes, es bueno dedicarle una media hora. Si es posible, más adelante, prolongar este tiempo según las posibilidades de cada uno. Hay que procurar meditar cada día a la misma hora. El tiempo dedicado a las disciplinas espirituales debe estar libre y alejado de una actividad intensa, antes y después de la meditación.
Si es posible, reservar una pequeña estancia o un lugar especialmente preparado. Arreglarlo como una pequeña capilla donde uno puede retirarse para encontrar allí la Paz, cuando la mente esté agitada por cualquier razón. En este lugar, colocar un cuadro o una imagen sagrada, algunas flores, incienso para ayudar a la oración y mantener una atmósfera espiritual. Si se puede, sentarse en la posición de loto sobre una base confortable que, si es posible, sólo debe utilizarse a tal efecto. Es preferible tener una prenda particular o un chal (Chaddar) para cubrirse. Todo esto para favorecer un ambiente que atraiga a la mente hacia la meditación. Antes de entrar en este pequeño lugar sagrado, lavarse las manos y la cara. Así mismo si es factible, todas las disciplinas espirituales realizadas para favorecer la meditación en este espacio de oración deben ser practicadas en otra habitación antes de sentarse a meditar. La costumbre hindú es tomar un baño y cambiarse de ropa. Sentándose confortablemente para la meditación, se debe mantener bien rectas la columna vertebral y la cabeza. La postura tomada debe estar libre de tensión. Se puede realizar alguna lectura de orden espiritual que ayude a elevar la calidad de los pensamientos y contemplar unos instantes los objetos sagrados con esta misma finalidad. Juntar las manos o posarlas sobre las rodillas. El ejercicio de respiración llamado pranayama es muy útil para concentrarse. Hay que inspirar y espirar muy regularmente, al mismo ritmo, pero este ejercicio no debe durar más de cinco minutos y conviene realizarlo bajo la supervisión de un maestro competente y experimentado. Todo esto hace la meditación más fácil.
El objetivo de la meditación es llegar a la transformación profunda de la naturaleza humana abandonando por completo el egoísmo. Sólo trascendiendo el ego se experimentará una verdadera transformación. Sólo entonces se alcanzará nuestro destino y quedaremos unidos a él. Resultará difícil saber que forma de meditación es la más adecuada para nosotros, por eso mismo salvo raras excepciones, será imprescindible contar con la colaboración de un maestro espiritual. Necesitamos un guía que sepa introducirnos por el camino que todavía desconocemos, pues aún no sabemos cuál es nuestra auténtica naturaleza y cuáles son nuestras posibilidades de introspección. Pero debemos ir con cuidado a la hora de elegir un maestro verdaderamente capacitado y no uno cualquiera. Es necesario conocer muy bien al que será nuestro amigo espiritual, estar absolutamente seguros de su sinceridad, de su sabiduría y de su conducta. Debe ser capaz de mostrarnos el camino hacia el Supremo.
H. H. Swami Rameshwarananda Giri Maharaj
Todo Swami-monje pertenece a la orden monástica que ha sido venerada en la India desde tiempos inmemoriales. Dicha Orden fue reorganizada siglos atrás por Shankará, algunas veces llamado Shankarácharya, quien le dio su forma actual. Desde entonces, ha sido dirigida por una línea ininterrumpida de santos maestros. Sus seguidores creen que Shankará fue una encarnación del dios Shivá. La fecha del nacimiento de Shankará es motivo de disputas escolásticas habituales. Algunos anales indican que el incomparable monista vivió del 510 al 478 a. C.; historiadores occidentales señalan su nacimiento en el siglo octavo de nuestra era.
Shankará integró los conceptos del vedismo, brahmanismo, shivaísmo y budismo para establecer las bases de su reforma del hinduismo. Se cree que se basó en el modelo budista de monacato para fundar las diez órdenes de monjes de la religión shivaíta, a la que pertenecía, creando para las mismas sus respectivas reglas. Esas comunidades monásticas (Maths), estaban integradas por diez dasanamis sannyasis (esta última palabra significa “completo renunciante”).
El nombre que recibieron estas diez órdenes de monjes fundadas por Shankará era el de “Advaíta Vedanta Dasanami Sannyasin”. Estos monjes, en la antigüedad, en un principio tenían cuatro Shankarácharyas o Pontífices Shivaístas que luego pasaron a ser cinco y posteriormente quince. Estos Shankarácharyas rigen a los Swamis de cada una de las diez órdenes dasanami dentro del shivaísmo de origen dravida o del sur de la India.
Shankará no creó una orden llamada de los Swamis, así como sus principales sucesores no usaron en general el nombre de Swami que se aplicó posteriormente como signo de respeto monástico de total renuncia a los apegos del mundo, como sucedió en el jainismo. Hay muchos Swamis-monjes (tal vez alrededor de un millón) en la santa orden; todos ellos han sido iniciados en ésta por conducto de otro Swami.
Así, pues, todos los Swamis-monjes son hijos espirituales de un mismo Acharya (“preceptor espiritual” o “instructor religioso”): Adi (“el primer”) Shankarácharya. Los dasanamis sannyasis (Swamis) de Shankará dentro del shivaísmo pertenecían a la escuela advaíta (monista) del vedanta.
Estos Swamis toman votos de pobreza (desapego hacia las posesiones), castidad, y obediencia al superior o a la autoridad espiritual. En muchos aspectos, las órdenes monásticas católico-cristianas se asemejan a la más arcaica Orden del los Swamis.
Estos Swamis-monjes pierden sus nombres de pila y lo cambian por el de un nombre espiritual hindú, que es puesto por su maestro espiritual en una iniciación o diksha guru que al darle la iniciación, que casi siempre se relaciona con alguna deidad hindú o algún atributo espiritual o intelectual.
El nuevo nombre que recibe un Swami-monje tiene un doble significado, por un lado representa la obtención de la bendición suprema (ananda) por medio de una cualidad o estado divino (amor, sabiduría, devoción, servicio, yoga), y por el otro representa su armonía con la naturaleza en su infinita extensión de océanos, montañas y cielos.
Además de su nuevo nombre, generalmente terminado en ananda, el Swami toma un título que indica su conexión formal con una de estas diez divisiones (dasanamis) de la Orden de los Swamis.
Entre las distintas ramas están las de:
• Aranya (Bosque)
• Ashram (Lugar de Meditación y Estudio - Etapa)
• Bharat (Tierra)
• Giri (Montaña)
• Parvati (Arroyo – Hija de Monte)
• Puri (Terreno)
• Sagar (Mar)
• Saraswati (Sabiduría de la Naturaleza)
• Tirth (Lugar de Peregrinación)
• Vanam (Jungla)
Estos dasanamis o subdenominaciones incluyen el de Giri (montaña), al cual perteneció Gñana Avatar Sri Yukteswar, y al que por lo tanto igualmente pertenece H.H. Swami Rameshwarananda Giri Maharaj.
El periodo de formación monástica de un Swami desde su ingreso en un Math (Comunidad Monástica) variará dependiendo del grado de desarrollo espiritual del aspirante. Pero, como orientación, la formación para obtener dicho título de Swami podría tener una duración de entre 5 a 15 años. Generalmente, el aspirante pasa por un primer periodo indefinido de retiro a modo de prueba, luego un segundo periodo como preprovisional (aceptado) en el que el aspirante rara vez sale del recinto si no es acompañado y en el que no frecuenta a sus amigos y familiares, un tercer periodo como provisional (postulante) en el que recibe distintas formaciones sobre la vida monacal integrándose plenamente en la comunidad, un cuarto periodo como Brahmacharya (novicio) en el que es formado filosófica, religiosa y espiritualmente hasta realizar su profesión monástica solemne dentro de la orden, recibiendo el título honorario de Swami.
El ideal de servicio desinteresado a toda la humanidad y de renuncia a lazos y ambiciones personales, conduce a la mayoría de los Swamis a tomar participación muy activa en obras humanitarias y educativas en la India, y en algunas muy raras ocasiones en tierras extrañas. Haciendo caso omiso de los prejuicios de casta, credo, clase, color, sexo o raza, un Swami sigue los preceptos de la hermandad humana. Su meta es la unidad absoluta con el Espíritu. Los Swamis se dedican por entero a una vida de santidad, a la realización del su verdadera naturaleza y a la transmisión del yoga-vedanta. Ya estén dormidos o despiertos, en su conciencia está hondamente impreso el pensamiento de “yo soy Él”; y es así como transitan apaciblemente por el mundo, sin pertenecer a él. Sólo en esta forma puede un Swami justificar su título, el cual significa:
a) En el contexto de las corrientes religiosas de India, el vocablo sánscrito swāmī significa literalmente “aquel que, siendo totalmente dueño de sí mismo, busca alcanzar la unión con el Swa o Ser”, pero también significa “señor”, “dueño” o “amo de sí mismo”.
b) En español se pronuncia suámi.
Se utiliza como signo de respeto cuando una persona se dirige a un gurú (maestro espiritual) y se aplica a los maestros espirituales de diferentes tradiciones y filosofías, escuelas u órdenes de diferentes religiones, en especial dentro del hinduismo. Por lo general, es un título honorario que se les otorga a maestros de diferentes doctrinas (Darshanas) que cultivan, por ejemplo el vedanta, el yoga, etc. o bien a maestros espirituales que no son religiosos. Existen por este motivo diferentes tipos de Swamis o mejor dicho diferentes tipos de personas que tienen el título de Swami y por supuesto que pertenecen a las más variadas escuelas de filosofía y religiones.
El hinduismo está compuesto por varias religiones que son tan diversas como contrarias en sus doctrinas. Dentro del hinduismo hay religiones politeístas, monoteístas, panteístas, ateas (en sentido limitado, es decir, que algunas pueden reconocer la existencia de realidades sobrenaturales), etc. Así como un conjunto de filosofías que abre un abanico interminable de posibilidades. Este conjunto de religiones y doctrinas que conviven entre sí en una misma civilización tienen de común denominador la tolerancia hacia toda forma de creencia o sabiduría ancestral que no sea la suya propia. Algo que por ejemplo ha resultado difícil para la civilización europea.
Existe una confusión por parte de varias personas que creen por desconocimiento y falta de información sobre las diversas tradiciones de India que un Swami es obligatoriamente un monje, o bien un maestro de yoga, o un gurú, o hasta un sacerdote, lo cual es un error frecuente. Un Swami-monje no es bajo ningún punto de vista un sacerdote hinduista o ministro de un culto hindú, lugar este ocupado en la tradición hindú por el Brahmána o sacerdote hinduista, tampoco tiene porqué no serlo. Este error nace a partir de que en la India el budismo cuando era la religión oficial había florecido con la creación de órdenes monásticas de bikhus (monjes) que se caracterizaban por ir vestidos de naranja u ocre. En primer lugar un monje no es necesariamente un sacerdote, ni tampoco tiene por qué ser religioso. Un sacerdote, por el contrario, está definido por su supuesta comunicación con el mundo de lo divino, y puede tener pareja o no según su religión. Si bien el budismo es una filosofía de vida más que una religión —pues no cree en la existencia de Dios ni en un Dios creador del Universo que a su vez fuera su regente— por lo general se lo concibe como una religión.
Un Swami o un Gurú no tiene por qué ser religioso, ni tiene por qué tener una religión o pertenecer a algún grupo en particular. Puede inclusive ser ateo o panteísta.
Habitualmente, la vestimenta característica de los Swamis es de color ocre, naranja (Guerrua).
SRI SHANKARÁCHARYA Y LA SANTA ORDEN DE LOS SWAMIS