Nomofobia. La ultima de las adicciones

No me resulta posible iniciar este artículo sin recurrir –una vez más- a la cita del profesor Joseph Weizembaum (Power and Human Reason), que data de 1969 y en la que describe a los miembros mas jóvenes del laboratorio de Inteligencia Artificial del Instituto Tecnológico de Massachussets:

"Jóvenes brillantes de aspecto desaliñado, con frecuencia con ojos hundidos y brillosos, pueden verse sentados frente a la consola de la computadora, con los brazos tensos y esperando accionar los dedos, ya preparados para atacar las teclas y botones los cuales cautivan su atención como lo hace el movimiento del dado para los jugadores. Cuando no están tan desfigurados, generalmente se sientan a la mesa cubiertos por hojas impresas de computación las que leen absortos como poseídos

estudiosos de un texto cabalístico. Trabajan hasta que están por caerse, veinte, treinta horas seguidas. Siempre les llevan la comida, si acaso piensan en ella: café, Coca-Cola, bocadillos. Si es posible duermen en catres cerca de las hojas impresas. Su ropa arrugada, cara sin lavar ni afeitar y cabellos despeinados, todo refuerza la idea de que son indiferentes a sus cuerpos y al mundo en el que se mueven. Son los bohemios de las computadoras, programadores compulsivos..."

Probablemente esta sea la primera cita escrita acerca de los efectos nocivos de la tecnología, entendidos como un cuadro de características adictivas y similar al de los jugadores patológicos.

Vivimos una época caracterizada por una marcada tendencia a medicalizar todo tipo de conductas y de costumbres. Desde mediados de los años 80 se han descrito numerosas entidades nosológicas con pretensiones de erigirse en el mal del Siglo que al cabo de unos pocos meses, a lo sumo años, son desbancadas por nuevos avances tecnológicos sin que sus victimas se hagan especialmente evidentes.

Si volvemos la vista atrás recordaremos que ya en los años sesenta se especulaba con los efectos adversos derivados de la TV.

Posteriormente la generalización de los videojuegos disparó las primeras alarmas a la vez que se acuñaban los primeros términos que servía para definir estas nuevas entidades. En 1982, Charles Everet Koop (que falleció el 25 de Febrero de 2013), declaraba a los periodistas de Time que “Los videojuegos crean adictos en cuerpo y alma” si bien al ser interrogado acerca de la base objetiva de tal aseveración, admitió no poseer ninguna evidencia científica que soportase su punto de vista.Pocos recordarán a dia de hoy conceptos tales como la videohipertesia o videohiperestesia que triunfó en el año 1992.

La WWW nacio el 6 de Agosto de 1991 y es gratuita para cualquier persona desde el 30 de abril de 1993. Resulta curioso constatar como entre los grupos de noticias de Usenet existen referencias a la adicción a Internet entre estas dos fechas, e incluso es posible encontrar referencias anteriores al 6 de agosto de 1991.

Mucha gente también desconoce que el origen del IAD (Internet Addiction Disorder) es una broma de Ivan Goldberg (1995). Goldberg acababa de leer la recien editada DSM-IV y publico un mensaje en USENET en el que extrapolaba los criterios del juego patológico a una supuesta adicción a Internet. Lo que Goldberg no esperaba es que sus palabras serían tomadas en cuenta, tanto por supuestos pacientes como por sus propios colegas.Recibió decenas de mensajes de gente que se identificaba con el problema. Sus colegas de profesión abrieron un intenso debate. La idea se extendió. Ese mismo año, la psicóloga Kimberley Young, referente en la materia, fundó el Centro para la Recuperación de la Adicción a Internet (netaddiction.com). Los medios comenzaron a hacerse eco. La bola de nieve ya era demasiado grande para detenerla.

En 1997 Goldberg intentó corregir el error y matizar que había utilizado el término adicción en el sentido más amplio posible.

En el siguiente enlace puede consultarse el texto integro del mensaje de Ivan Goldberg.

Resulta curioso constatar como los primeros centros destinados al tratamiento de este trastorno aparecieron en estas mismas fechas, tanto de forma presencial como de forma virtual (lo que no deja de ser curioso). Podemos entender el seguimiento de pacientes mediante correo electrónico o la comunicación con el terapeuta por medios electrónicos, pero el tratamiento de la adicción a internet en la Red parece tener el mismo rigor que la atención al alcoholismo en una bodega.

A todo esto la investigación rigurosa sobre este tema prácticamente no existía y fua a partir de los trabajos de estos “centros pioneros” que presentaron resultados apocalípticos (aunque metodologicamete quizá cuestionables).

Pueden consultarse algunas de las objeciones metodológicas en https://sites.google.com/site/tecnologiayconducta/documentos-1/usos-y-abusos-de-internet .

En resumen, la adicción a Internet no nace de la investigación científica como cabría esperar, sino de una broma, y posteriormente de un negocio. Se crean clínicas para curarlo y ellas mismas se encargan de publicar los libros y artículos que defienden su existencia. Se trata de algo muy novedoso y la prensa en búsqueda de noticias sensacionalistas se convierte en el mejor aliado de estas propuestas (Matute, H y Vadillo M.A., 2012).

También está claro que las adicciones (pseudoadicciones) están de moda. Se habla con enjundia de la adicción a las compras, al chocolate, al ejercicio físico (vigorexia) a los rayos del sol (tanorexia), a los videojuegos, al sexo, al afecto (dependencia emocional).

Los síndromes exóticos tampoco son ajenos a este movimiento describiéndose multitud de estos con extrema facilidad. El Dr. Jesus J de la Gandara publicó en 1993 un libro en el que recoge una extensa colección de estos síndromes, concretamente 72. Algunos de los más exóticos y recientes son el síndrome hourglass (conductas violentas ligadas a los periodos de espera ante el ordenador), el IFS (Information Fatigue Syndrome) o síndrome de sobrecarga informativa y el Sindrome de Diogenes Digital (acumuladores de software, imágenes y todo tipo de material descargable)

No es exagerado considerar que existe una relación clara entre la adicción a Internet y la nomofobía que no sería mas que una forma de de este primer trastorno (se define la nomofobia como un uso abusivo del smartphone)..

Tampoco debemos olvidar que no existe un posicionamiento global definido. Ni la adicción a Internet ni siquiera el abuso se reconocen como algún tipo de adicción. Recordemos que la DSM-5 ha incluido una categoría de adicciones comportamentales que incluye el juego de azar (apuestas) pero no la adicción a Internet ni a los videojuegos ni otras similares.

Los teóricos de este nuevo trastorno lo definen como la incapacidad para llevar a cabo una vida normal sin contar con el apoyo del móvil (entendemos que se trata de un Smartphone).

Parece ser que volver a casa si se ha dejado olvidado, no apagarlo por la noche, llevarlo al baño o consultarlo ante cualquier notificación son síntomas inequívocos de dicho trastorno. No obstante sería interesante preguntar a estos teóricos si aquellas personas que han dado de baja sus líneas fijas y que únicamente disponen de teléfono móvil deberían quedarse incomunicados durante la noche.

En una perspectiva más trágica se habla de que este trastorno produce crisis de ansiedad (otro de los diagnósticos desvirtuados, especialmente por la prensa del corazón), pánico e irritabilidad.

Otros culpan a Whatsapp de ser el desencadenante de esta epidemia (nadie recuerda ya cuando se hablaba del peligro que encerraban las salas de chat, o los servicios de mensajería instantánea para ordenadores; hablamos de MSN Messenger y similares).

Resulta curioso comprobar que otro de los elementos diferenciales de la nomofobia sea llevarse el móvil al servicio, cuando parece que las características intrínsecas de este dispositivo lo hacen idóneo para esta situación (quizá disminuyendo el volumen).

Algunos “expertos” contribuyen a sembrar la confusión con frases tan afortunadas como la que sigue:

“no somos adictos al móvil, sino dependientes”.

Seria interesante que este experto en adicciones matizara las diferencias entre adicción y dependencia.

Otros señalan una mayor prevalencia de este trastorno entre las mujeres si bien los datos objetivos y las referencias a trabajos específicos brillan por su ausencia

“Las mujeres suelen sentirse más alteradas que los hombres si les falta el móvil. Si bien no existen razones taxativas para ello, podría deberse a que ellas tienen más necesidad de comunicarse y de estar siempre al dia.”

El texto anterior, aparentemente lleno de contenido, no justifica la fuente de los datos que expone, por lo que esta (y otras muchas) informaciones deberemos considerarlas con grandes reservas y como opiniones no necesariamente respaldadas por la investigación.

Los titulares de los medios de comunicación participan activamente en la difusión de estos contenidos siendo posible leer textos como el que sigue:

"En España, se ha detectado que el 77% de la población de 18 a 24 años y un 68% de 25 a 34 años padece nomofobia, esto es, pánico a estar sin móvil, cobertura, saldo..."

El articulo completo puede consultarse en: http://www.consumer.es/web/es/salud/prevencion/2013/05/27/216814.php

Tan solo los datos que ofrece este párrafo ponen en evidencia el carácter sensacionalista con el que se abordan estos temas. La rotundidad de las cifras tendría que ser suficiente para convencernos que sea lo que sea la nomofobia no puede constituir un trastorno muy específico si afecta a casi el 70% de la población. A modo de ejemplo podemos citar como algo tan frecuente como la miopía tiene una prevalencia en Europa entre el 30 y el 40% de la población y del 25,4% en España. No podemos dejar de sorprendernos de la prevalencia de la nomofobia, mas cuanto resulta difícil acceder a los trabajos rigurosos.

Las investigaciones que podemos hallar en este terreno aportan conclusiones mucho más modestas y evidentemente menos llamativas. A modo de ejemplo citaremos una reciente tesis doctoral de la Universidad de Cuenca (Ecuador) del pasado año 2013 que concluye:

“…Cerca del 3% de los jóvenes entre 18 y 34 años es adicto a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y el 8,1% está en riesgo de serlo… El 78,4% de la población que presentó adicciones a las TICS también presentó algún trastorno de la personalidad…. los trastornos de la personalidad se asocian a las tecnologías de la información y comunicación…”

Estas conclusiones distan mucho, tanto en espectacularidad como en contundencia, de las de los estudios que se publican en la web, quizá por esta razón no se difunden de un modo cuasi viral. No obstante el autor de este trabajo remarca el aspecto sintomático de los problemas ligados a las TIC que resulta de vital importancia a la hora de valorarlos y estudiarlos.

Es conocido el hecho de que los problemas con entidad que pueden aparecer ligados a estas tecnologías (no nos referimos solo a los smartphones) suelen ser eminentemente sintomáticos y están lejos de constituir un trastorno en si mismo. En numerosas ocasiones son el síntoma que puede permitir poner en evidencia otro problema, menos espectacular pero sobradamente conocido. Dicho de otro modo, puede llegarse al tratamiento de un problema gracias a la aparición de estas conductas que actuarían como elementos más emergentes. La literatura relaciona los cuadros caracteriales, ansiosos y depresivos con algunas de estas situaciones. Añadiriamos también como algunos problemas de adaptación pueden tener un correlato de abuso de la tecnología (que incluso puede actuar como elemento compensatorio).

Los tests, escalas o check lists de dependencia al móvil son también frecuentes en las páginas que abrazan esta causa. Habitualmente suelen ofrecer a la persona que lo contesta algún tipo de feed-back inmediato (su puntuación y algunos comentarios acerca de la interpretación de esta). No obstante algunos centros donde aseguran tratar este problema el resultado del cuestionario es nada (queremos pensar que tanto en el caso de que el cuestionario de resultados positivos como negativos la respuesta estaría presente y no solo cuando se considere necesario realizar un tratamiento).

Dicho de otro modo no es nuestra intención negar la existencia de efectos adversos derivados del uso de Smartphones, si bien la magnitud de estos efectos es cuestionable y el carácter epidémico que algunos medios publican resulta escasamente creible y más propio de un error de interpretación de resultados y de una defectuosa metodología que de una evidencia clínica.

Resulta indudable que alrededor del móvil existen conductas criticables, no obstante dichas conductas deberían relacionarse más con un uso incívico que con una desviación hacia lo patológico.

Paralelamente muchos niños y adolescentes muestran una conducta que no es más que el resultado de un desarrollo sin haber conocido límites de ningún tipo. Las causas de este hecho escapan al tema que nos ocupa.

Es conocido el hecho de que los problemas con entidad que pueden aparecer ligados a estas tecnologías (no nos referimos solo a los smartphones) suelen ser eminentemente sintomáticos y están lejos de constituir un trastorno en si mismo. En numerosas ocasiones son el síntoma que puede permitir poner en evidencia otro problema, menos espectacular pero sobradamente conocido. Dicho de otro modo, puede llegarse al tratamiento de un problema gracias a la aparición de estas conductas que actuarían como elementos más emergentes.

A modo de conclusión citaremos un párrafo de la edición inglesa de la Wikipedia en su articulo acerca del Internet Addiction Disorder:

Una revisión exhaustiva de la investigación sobre la adicción a Internet realizado por Byun y colaboradores en 2008 demostró múltiples y significativos defectos en la mayor parte de estudios en esta área. Los investigadores escribieron en el artículo, “El análisis mostró que los estudios previos han utilizado criterios inconsistentes para definir a los adictos a Internet, han aplicado métodos de reclutamiento que pueden producir serios sesgos, y han examinado sus datos mediante técnicas exploratorias en lugar de usar modelos confirmatorios para investigar el grado de asociación entre las variables en lugar de sus relaciones causales.

Uno de los mejores modos de evaluar el uso del smartphone sin histerismos puede ser la utilización del alguna de estas apps