*** D.cultural

DIVERSIDAD CULTURAL

La diversidad de culturas se refiere al grado de diversidad y variación cultural, tanto a nivel mundial como en ciertas áreas, en las que existe interacción de diferentes culturas coexistentes (en pocas palabras diferentes y diversas culturas). Muchos estados y organizaciones consideran que la diversidad de culturas es parte del patrimonio común de la humanidad y tienen políticas o actitudes favorables a ella. Las acciones en favor de la diversidad cultural usualmente comprenden la preservación y promoción de culturas existentes.

FUENTE: http://mgmmundodeladiversidad.blogspot.cl/

La diversidad cultural y sus desafíos en Chile

Autor: Francisca Gómez, Jefa del Departamento de Estudios Fundación Ciudad del Niño.

En nuestro ámbito de acción, las políticas públicas están pensadas desde una lógica monocultural, lo cual disminuye la pertinencia y eficacia de la intervención, al proponer modelos estandarizados que desafían a los equipos sociales. Esto, dada la necesidad de responder a los principios de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, particularmente a aquellos referidos a la pertinencia cultural.

Durante 2015, Fundación Ciudad del Niño ejecutó 99 programas sociales en nueve regiones del país, atendiendo a más de 16.000 niños, niñas y adolescentes. Esta cobertura permite observar y relevar la heterogeneidad de las infancias y adolescencias en los diversos contextos en los cuales trabajamos, particularmente en territorios de alta pertenencia étnica, ruralidad y/o migración.

Para ser efectivos en la intervención social, se requiere de un abordaje diferenciado, que reconozca la diversidad cultural. Coincidimos, por tanto, con el Comité de los Derechos del Niño (2015) en la necesidad de integrar una perspectiva intercultural en las políticas de infancia, que, más allá de reconocer derechos especiales para los miembros de minorías etno-culturales y migrantes, ponga el acento en la interacción entre las diversas culturas, reconociendo los aportes de cada una de ellas.

La intervención debe ser un diálogo y no un monólogo. Con este espíritu, hace dos años la Fundación se propuso co-construir con los profesionales y técnicos que intervienen directamente, una forma de trabajo que incorpore la diversidad cultural en sus prácticas. Es decir, pasar del nivel declarativo al operativo.

Hasta la fecha, los esfuerzos y avances en la materia se han hecho principalmente en los sectores de salud y educación, pero en el ámbito del trabajo con infancia “vulnerada en sus derechos”, hay mucho camino por recorrer, particularmente en la operacionalización de los enfoques.

La política pública no se define solo en los grandes debates de leyes o políticas nacionales, sino también en las pequeñas discusiones que se dan día a día en los espacios de intervención. La Ley de Garantías de Derechos, el Ministerio de Asuntos Indígenas, la política migrante -desafíos aún pendientes- no son temas exclusivos de los poderes del Estado, sino que emergen cotidianamente en el trabajo de los profesionales que intervienen con niños, adolescentes, pueblos indígenas y migrantes.

Para pasar a este nivel “operativo”, como Fundación generamos diversos encuentros con nuestros profesionales. El intercambio de experiencias y reflexión, nos permitió evidenciar las pautas que rigen su actuar, invitándolos a redefinirlas desde un proceso formativo guiado que posibilitó identificar “nuevas posibilidades de acción”, a fin de ser más efectivos en la intervención en contextos de diversidad cultural.

El énfasis en los equipos de intervención directa se debe a que creemos que la calidad de un programa social depende de la competencia y especialización de sus profesionales y técnicos, de modo que pueda responder a la complejidad y diversidad del contexto en el que se ejecuta. Existe una relación inseparable entre calidad-competencias/especialización y complejidad.

El proceso de construcción conjunta con los equipos sociales fue iniciado en la ciudad de Los Ángeles en mayo de 2014, contando con 30 profesionales de las áreas de Protección de Derechos y Responsabilidad Penal Adolescente de programas ejecutados en las comunas de Yumbel, Los Ángeles, Angol y Futrono. Un segundo encuentro se desarrolló en el mes de octubre, con 30 integrantes de los equipos de Puerto Montt, Castro, La Unión y Osorno.

Durante 2016 hemos capacitado a un total de 60 profesionales de las regiones Metropolitana y de Los Ríos, encuentros desde donde han salido una serie de “desafíos de terreno” a la intervención social y a la política pública en general, particularmente respecto al trabajo con comunidades indígenas, migrantes y/o que viven en contextos de ruralidad.

De la sistematización de este proceso, hemos identificado los siguientes nudos críticos:

a) Un primer desafío: establecer y/o desarrollar un modelo respecto a la gestión de la diversidad cultural. ¿Cómo se maneja? ¿Qué implica adoptar un modelo republicano, uno multicultural o uno intercultural? En lo concreto, ¿cómo se manifiestan las diferencias respecto al abordaje de la diversidad cultural?

b) Un segundo desafío: profundizar en las prácticas interculturales en el ámbito psicosocial, entendiendo el rol de las instituciones que intervenimos en este ámbito. ¿Qué implica, operativamente, considerar la cultura e identidad en los niños, niñas y adolescentes atendidos?, ¿de qué manera impacta el marco institucional en nuestras prácticas?, ¿cómo compatibilizar prácticas tradicionales con las prácticas profesionales de las instituciones?

c) Un tercer desafío: la operacionalización de lo aprendido. Como resultado del proceso reflexivo, nuestro desafío está en generar herramientas para orientar a profesionales y técnicos en el trabajo intercultural, de manera de establecer lineamientos claros que sustenten una intervención social pertinente, respetuosa, coherente y eficaz en contextos de diversidad cultural.

En la isla de Chiloé, el carácter insular de su geografía ha favorecido la permanencia de una cultura local que ha sabido proteger las principales características de su religiosidad, mitos y leyendas chilotas. El curanto, los valses y la gran variedad de sus producciones textiles constituyen rasgos que han logrado permanecer vigente a pesar de su creciente integración territorial y económica al resto del país. Similar es el caso de la Patagonia e Isla de Pascua, en donde la lejanía geográfica ha contribuido a la permanencia de las identidades locales que enriquecen nuestra diversidad cultural.

Cultura

Territorio y diversidad cultural

Chile se encuentra ubicado en la parte occidental y meridional de Sudamérica, y es reconocido por los contrastes y variaciones que enfrenta su geografía. Si recorriéramos el territorio de norte a sur, observaríamos una gran diversidad de paisajes, distintos tipos de vegetación y vida silvestre, producto de su diversidad geográfica que contiene una extensa costa bañada por el océano Pacífico, el desierto de Atacama, zonas altiplánicas, estepáricas, mediterráneas y polares.

Las distintas realidades han condicionado el origen y desarrollo de las principales expresiones culturales que se han producido al interior de la nación. De esta manera y a la luz de las particularidades del paisaje físico y humano, se puede construir un mapa geo-cultural en el cual se ven representadas, de norte a sur, el conjunto de expresiones del folclore nacional.

Así, en el norte grande, es posible identificar a través de la música andina la presencia del mundo altiplánico. De igual manera, la teatralización de los bailes religiosos como diabladas y trotes, animan las principales expresiones de religiosidad popular que convierten a esta región en uno de los lugares más representativos del sincretismo religioso de origen colonial.

Por otra parte, y en torno al desierto de Atacama y la pampa del Tamarugal, se ha desarrollado una verdadera cultura minera que ha sido rescatada en diversas obras literarias como lo atestiguan las novelas Hijo del salitre de Volodia Teitelboim y Norte Grande de Andrés Sabella. Cabe mencionar que a lo largo del paisaje nacional, la geografía física y humana ha sido fuente de inspiración para lo que se ha llamado, una Geografía Poética.

En el norte chico, destacan las expresiones de la cerámica diaguita, las fiestas religiosas de Andacollo y la Virgen de la Candelaria. Al mismo tiempo, la fertilidad de sus valles ha dado origen a una pujante cultura agrícola, vinculada a la uva pisquera, en la que se registran las primeras expresiones del canto a lo poeta.

Por otro lado, la celebración de la fiesta de la Pampilla y la proliferación de los llamados dulces chilenos, nos acercan a lo que más típicamente asociamos como elementos de la cultura criolla. Pero es en el valle central, donde brotan con más fuerza las principales expresiones de la chilenidad.

Diversos cuentos y leyendas rescatan la raigambre campesina de nuestra cultura popular. En términos musicales resalta la preeminencia de la cueca, el guitarreo y las payas. Las empanadas, la chicha y el vino constituyen sus principales creaciones gastronómicas. Las fiestas del rodeo, el volantín, la rayuela y el trompo, son expresiones de la competitividad y del sentimiento lúdico que caracteriza el espíritu festivo del campo chileno.

Más al sur, en los márgenes de La Frontera, diversos testimonios en el ámbito religioso como el guillatun y el machitun dan cuenta de la influencia del pueblo mapuche que, al igual que en la producción musical de la región, se expresan a través del uso del cultrun, la trutruca y el trompe.

Diversidad cultural chilena

Te invitamos a hacer un recorrido por las principales culturas de nuestro país.