8 de enero de 2014
Río San Blas, tributario de la Rivera de Gata
Ese día no paraba de llover y llevaba haciéndolo sin interrupción todos los días de las dos últimas semanas. Los ríos sierragatinos estaban casi desbordados. Decidí recorrer toda la Sierra, desde el río Árrago en Robledillo hasta el río de la Vega en San Martín de Trevejo, e inmortalizar la bravura de esos pequeños ríos de montaña que en los inviernos lluviosos se muestran altivos y poderosos. La lluvia fina me caló hasta los huesos pero las fotos que conseguí merecieron la pena.
28 de diciembre de 2017.
Camino de los Castaños a comienzos del invierno
En plenas vacaciones navideñas algunos disfrutan perdiéndose en el bosque de tiendas y personas de las ciudades. Ese día, mi pareja y yo estábamos muy lejos del mundanal ruido, solos paseando por ese maravilloso castañar que rodea Hoyos disfrutando de los paisajes tan especiales que nos depara el comienzo del invierno. Es una época especial, que todavía conserva colores del pasado otoño pero ya muestra los primeros signos de la nueva estación.
6 de marzo de 2011.
Camino hacia el embalse de la Atalaya
Era un día invernal cuando hice esta foto. Aunque estábamos a comienzos de marzo, el invierno se resistía a irse. El arroyuelo La Atalaya corría cargado de agua por las recientes precipitaciones pero ese día no llovía. Me senté junto al curso de agua y me relajé escuchando su rumor, luego comí algo y aprovechando los rayos del sol me tiré sobre el suelo encementado del pequeño puente que cruzaba el arroyo, cara al cielo, contando nubes y viendo pasar aviones. Poco después de esta foto fui testigo de la caída de un anciano, su mula y su carro. A él no le pasó nada, pero no hubiera sido capaz de levantar a su mula atrapada sin mi ayuda. Allí pasamos un rato mano a mano hasta que lo conseguimos. Bonito recuerdo.
22 de diciembre de 2012.
Olivares en el camino entre Villasbuenas y Torre de D. Miguel
Iba camino de Torre de D. Miguel, hacía solo un ratito que había salido de Villasbuenas, cuando hice esta preciosa foto. Justo en pleno solsticio, los olivos estaban rodeados de una amarillenta hierba que no he vuelto a ver por esos parajes en otras épocas del año. El suelo estaba cuajado aceitunas caídas. Siempre me ha recordado esta fotografía a la primera vez que recorrí este camino, además la combinación de colores me gusta. El invierno es una época muy sugerente en la Sierra, sin duda.
5 de febrero de 2008.
Camino del Puerto de Santa Clara
La primera vez que visité el castañar de Ojesto, en San Martín de Trevejo fue en otoño. La segunda ocasión era invierno y es cuando hice esta foto. En la estación otoñal es precioso pero en los meses invernales se vuelve fantasmagórico y adquiere otra belleza no menos sugerente. Lo recorrí sin prisas y completamente solo, acompañado solo por el ruido continuo que hacían mis botas al pisar la abundante hojarasca. Eran días especiales, faltaba muy poco para que me dieran las llaves de mi refugio en la Sierra de Gata y eran frecuentes mis escapadas desde Cáceres para pasar el día en las montañas.
24 de enero de 2010.
Junto a la rivera de Gata, cerca de la villa de Gata
Este lugar es para mí muy especial, es un pequeño rincón cercano a Gata, situado junto a la Rivera que lleva su nombre. Este lugar es fresco en verano y sombrío y húmedo en invierno. Musgo cubriendo las piedras y rocas, bancales con olivos, alisos desnudos junto al río y hojarasca cubriendo el camino. Y frío, mucho frío ese día. Buscaba un camino que uniera la zona del cementerio de Gata, donde hay viejos molinos abandonados, con el antiguo camino a Villasbuenas. Lo encontré.
4 de febrero de 2012.
Paraje de Madura, cerca de Hoyos
Ese día de invierno había estado buscando algunas pequeñas parcelas abandonadas y comidas ya por la maleza que pertenecen a mi suegra. Tenía curiosidad por localizarlas. Había estado en el Carámbano, junto al camino de los castaños y buscaba el último solar en el paraje de Madura, a unos diez minutos andando del ruinoso convento de Hoyos. Muy cerca de mi destino me encontré de bruces con una imagen maravillosa: el último sol de la tarde colándose por el estrecho camino. Mi vieja cámara recogió la preciosa escena como pudo pero mi memoria no olvida aquel instante insustituible.
2 de enero de 2015
El castañar de Ojesto visto desde el río de la Vega
Estrenaba, por fin, cámara nueva y ese día llegué a la Sierra decidido a estrenarla a la vez que descubría sus entresijos. Hice muchas fotos de prueba, investigando mientras recorría los alrededores de San Martín de Trevejo. Esta fue una de las fotos que más me gustó. Andaba por el camino que va paralelo al río y de pronto me encontré con esta imagen del castañar a comienzos del invierno.
9 de febrero de 2019
Hilera de robles cerca de Cadalso
Había estado andando por la Dehesa de Abajo de Cadalso, una ruta tranquila y relajada. Cuando llegué al coche junto a las piscinas naturales, decidí andar un ratito más por el camino que las une con el Barrio de las Horas y encontré esta estampa: un muro parece alinear a un grupo de robles, mientras en la alto se señorea la Almenara. Todo ello condimentado con la sensación de tristeza y quietud que destila el invierno.
3 de enero de 2015
En las cercanías del nacimiento del Árrago
Sigo buscando nuevos parajes entre las montañas de la Sierra de Gata y sigo sorprendiéndome. Hacia tiempo tenía decidido subir al Puerto Viejo desde el mirador de La Lagartera de Robledillo pero nunca era el momento. Ese día lo hice y cuando volvía hacia el coche descubrí por casualidad una vereda que salía del camino y que me llevaba a un bello paraje en el que dos arroyuelos se unían para formar el río Árrago. La luz estaba omnipresente y dotó al paisaje de una atmósfera mágica.
29 de diciembre de 2015
Majada en el nacimiento del arroyo de La Lobera (arriba)
Zona de La Pizarra y El Bocín, cerca de Torre de D. Miguel (abajo)
Hay un lugar mágico entre Villasbuenas de Gata, Torre de Don Miguel y Santibáñez el Alto que no parece interesar a nadie. Por allí no pasan rutas para turistas y solo te encuentras algún todo terreno o algún pastor con sus cabras, poco más. Era comienzos del invierno cuando recorrí por enésima vez estos pagos. Siempre dejo el coche junto a la carretera de Gata a Villasbuenas y desde allí cojo un camino que va paralelo al arroyo de la Lobera para luego volver a subir una pista hacia el Cancho de los Montejos mientras disfruto de un precioso valle cuajado de robles y rodeado de grandes pinares en el que me siento lejos del mundo. Ni ese maravilloso valle ni el riachuelo que lo recorre tienen nombre en los mapas pero para mí es un lugar mítico. Aquel día hice unas fotos muy especiales mientras me aislaba del mundo en mi valle sin nombre.
9 de febrero de 2016
Convento del Hoyo (Gata)
Es difícil expresar lo que se siente cuando te internas en las ruinas del Convento del Hoyo, mimetizadas con el bello bosque autóctono lo rodea. Entre alcornoques, madroños, castaños y robles este viejo monasterio nos recibe con el sonido cercano del Arroyo del Convento. Ese día de febrero crucé el Río San Blas mientras me alejaba de Gata en busca de las ruinas, una lluvia fina pero pertinaz me acompañó todo el camino. Alcanzar el convento y recorrerlo mientras disfrutaba del bosque que lo rodeaba, de la lluvia, del silencio que gritaban aquellas viejas piedras, solo roto por el sonido del arroyo cercano, todo ello fue una experiencia irrepetible.
18 de febrero de 2017
Regato del Pasil cerca de Acebo
Ese día había decidido hacer el camino desde Villamiel a Acebo. Era la primera vez y mereció la pena, era un día de invierno lluvioso, con los arroyos cargados de agua y una lluvia suave que impregnaba el paisaje de un tono especial. Llegué a la pista que une Acebo con San Martín y disfruté de unas vistas privilegiadas del Jálama, la gran montaña sierragatina. Después de un rato me encontré con el arroyo del Pasil, que venía a gran velocidad abriéndose paso entre el robledal. Me harté de hacer fotos de este paisaje precioso de árboles desnudos, helechos secos y musgo en la piedra. El lugar y el momento lo merecía.