Vida Cotidiana
Vida Cotidiana
“En esa época se estaba haciendo en la República la transición del sistema de pesas y medidas tradicional al métrico decimal, por eso todavía se usaban almudes, fanegas o libras; al mismo tiempo que litros, kilos, etc.
“Se hablaba de tercios cuando la carga de la bestia se dividía en tres partes: se cargaba una de ellas a cada lado del animal y la tercera encima, en el centro, sobre el lomo. Aunque también se acostumbraba hablar de cargas, en ese caso se contaban las piezas: una carga de leña u ochenta leños (pp. 19-20).
“En aquellos tiempos todo era muy diferente, la gente era muy trabajadora.
“Había abundancia de leche y aguamiel de maguey. Hacían jocoque, quesos, requesón, gorditas de horno, todas las casas tenían su horno panadero, que en ocasiones las mismas señoras de la casa construían.
“Hacían gorditas de masa con manteca y sal; había mucha manteca de puerco y de res, la vegetal no se conocía. Otras gorditas eran con cuajada y piloncillo o con queso (p. 16).
“Por entonces la gente cocía la ropa a mano.
“Mis papás se casaron en 1906. Papá no tenía mucho dinero, pero tenía el respaldo del hermano mayor que continuamente le estaba metiendo el hombro, así es que fue de Linares a Laredo por tren y trajo una máquina de cocer. Entonces Monterrey estaba muy raquítico todavía.
“Recuerdo que por ese tiempo no había automóviles en Linares. Pasaba el tren de Laredo a Monterrey o de Linares a Tampico; pasaba a las 10 de la mañana y regresaba a las 4 de la tarde (pp. 16-7).
“En Linares había sitios de coches de caballos, les decían jardineras. Cuando era hora de que pasara el tren todos los coches se iban a la estación a esperar a los viajeros (p. 17).
“Mamá platicaba que de joven fue a Monterrey con tío Carlos a comprar un arpa, se fueron a caballo de aquí hasta Morelos donde los esperó un mozo con las remudas, porque nada más hasta allí llegaba el tren. Platicaba mamá que tío Carlos formó una especie de Banda con los muchachos de aquí y tocaban en la Plaza. Él componía música y tocaba el salterio, el violín, el arpa, la flauta y el piano (p. 59). Cuando Rosa Angélica (hija de Daniel) se fue de monja, mamá le regaló una mandolina que había sido de él.
“En 1930 se comenzó aquí la construcción de la carretera para transporte de motor, pero por entonces estaba el Estado, el país, en unas condiciones muy, muy raquíticas. Se picaba el maíz, se picaba el frijol, las papas se secaban: no había donde venderlos (p. 38). Al poco tiempo quitaron al Gobernador, y `que se suspenden las obras, apenas empezándose a organizar´. Pasaron un año o dos y `que ahora sí vamos a seguir con la carretera´. La principiaron de aquí para el sur, de un lugar al que le decían El Polvorín, porque allí guardaban la pólvora. Hicieron las alcantarillas que hay del Almacén hasta La Colorada. Esta vez trajeron trabajadores de Matehuala, Dr. Arroyo y Paredón, Coah. (p. 41).
Esta carretera cambió el curso de la muy antigua carretera para mulas y ganado realizada por 1855, que seguía los trazos de veredas que desde 1652 se utilizaron por caminantes y haciendas de ganado (Gómez D., pp. 44-5).
“`Anastasio … vino subiendo cuando la cuestión agraria; fue líder de los agraristas, y a afectar tierras y otras tierras, y él se registraba las mejores tablas, y luego luego entró a la Presidencia´ (p. 49).
“Durante la Guerra Cristera a mí me nombraron encargado de las campanas de la iglesia. Sonaban … y me mandaban llamar. A veces decían que le amarraban a un burro el mecate de la campana, y el burro tira y tira, hasta que venían a soltarlo (p. 49).
“En los años cuarentas todavía viajábamos por tren. Me acuerdo de que cuando vinieron a Monterrey el Presidente Roosevelt, de los Estados Unidos, y Ávila Camacho, de México (20 de abril de 1943), los dos llegaron por tren. Recuerdo haber ido en esa ocasión, la Estación del Golfo estaba en lo que ahora es Colón y Cuauhtemoc (p. 21).