¿Quién es Quién?

Andanzas y Peripecias en Iturbide

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No Hace Males a Nadie

El “Superior Gobierno” del Estado solicitó información en marzo de 1918 sobre Cayetano Galindo, quien fue nombrado Recaudador de Rentas, Tesorero Municipal y Agente del Timbre (Hacienda). Manuel Dávila, en su papel de Alcalde Suplente, informó que: Éste “es una persona humilde, honrada, siempre se dedicó a su trabajo y no hace males a nadie” (pp. 52-3).


Y, para Equilibrar la Balanza ... Un Canalla

En 1918 fue Alcalde Remigio B. González, quien durante su período tuvo problemas con varios de los vecinos.

El Ayuntamiento acordó renovar el puente de madera que unía los dos cuarteles de la Villa (San Pedro de Arriba y San Pedro de Abajo), para lo que el Síndico mandó cortar madera del predio nombrado “El Denuncio” (hoy parte de La Colorada), del que era albacea intestamentario el profesor David de la Peña. Cuando éste se presentó al Cabildo para cobrar la madera Remigio se negó a que se le pagara, pues según él dicho terreno era propiedad de la Nación, “y máxime cuando ésta fue empleada en una mejora de utilidad pública en general” (pp. 51-2).


Que paguen en Metálico

Ese año todavía seguía el problema con los billetes constitucionalistas, pues ni los mismos carrancistas los quería aceptar. Como el Municipio había hecho algunos préstamos en plata y algunos deudores habían realizado el pago con billetes conforme a la ley vigente en ese tiempo, Remigio B. González afirmaba que los “pagos deben de ser hechos en igual moneda, tal y como la recibieron” (p. 53).


Ultraje a la Autoridad

González (Alcalde 1º), acusaba a Francisco Meléndez (Alcalde 3º) por ultraje a la autoridad y de sembrar la discordia “e insanos principios” en el Cabildo, “por no caminar de acuerdo” con la Primera Autoridad. También solicitó sustituir a Ángel Meléndez como Juez del Registro Civil, para lo cual mandó terna, pues “dicho señor no cumplía debidamente con su encargo ni se sujetaba a lo encomendado por el Alcalde” (pp. 54-7).


División Territorial

A solicitud del Gobierno del Estado, Remigio B. Gonzáles remitió en julio de 1918 la División Territorial en que fraccionó al Municipio, para las elecciones de Diputados y Senadores al Congreso de la Unión.


González también informaba que habían quedado abandonadas las rancherías debido a las partidas de bandoleros que rondaban por la región, por lo que aunque iba a llegar la fecha de las elecciones no se habían instalado las casillas, pues sólo “un Regidor está presente” de este Ayuntamiento “que me honro en presidir”. Hasta el secretario, escribano y encargados de los otros juzgados locales se habían marchado (pp. 53-4).


Para Canalla, Canalla y Medio

Los ataques a Iturbide del “General” Mucio Pérez y sus sediciosos afectaron de tal forma la vida del Municipio, que el 3 de septiembre de 1918 Remigio B. González informó que “se clausuraron” los planteles escolares, pues con motivo de la entrada de los bandoleros a la Villa cambiaron de residencia la profesora y sus ayudantes; y también debido a, lo más importante, la “falta de alumnos” (p. 54).


Huyó del Combate el Alcalde y “Teniente Coronel”

El 23 de septiembre de 1918 llegó a todo galope Simón Martínez a San Pedro desde la Laguna de Santa Rosa, con la noticia de que se aproximaba un grupo de bandoleros.


Los pocos pobladores que quedaban en la Villa se fueron a esconder por los arroyos a las faldas de El Picacho, y el Alcalde Remigio B. González se llevó a unos cuantos jóvenes a esperar a la gavilla en el arroyo por donde bajaba el camino desde El Puerto de la Laguna.


Le dio a cada uno un fusil y un puño de municiones, porque no tenía más, y los dejó para “ir a ver que las mujeres estuvieran seguras” (Armando Torres y Gómez Danés, Monografías … IV, pp. 12-3).


Cuando los pobladores regresaron al pueblo encontraron por el Arroyo de los Pizarrines los cadáveres de Cayetano Galindo -hijo-, Simón Martínez, Pablo Martínez Meléndez y Ciro de la Peña Meléndez.


A dos cuadras de la Plaza Bernardo Reyes estaba el cuerpo de Eduardo Chávez Peña.


Después de estos hechos González huyó para Linares.

“Censo” o “Padrón de Habitantes” (hombres) ¿de 1918?

Aunque el Cronista Municipal de Iturbide, Francisco Javier Alvarado S., nos presenta este padrón como de 1920 (p. 56), sabemos que no es posible sea de los habitantes del Municipio en esa fecha, pues aparecen los nombres de algunos de los jóvenes que murieron en combate defendiendo la Villa el 23 de septiembre de 1918. Tampoco es “Censo”, porque a mitad de listado se incluye la nota de “intestamentaria de José Meléndez”. Por ello inferimos que posiblemente sea listado de propietarios de bienes raíces que por 1916 ó 1917 todavía residían en el Municipio de Iturbide o parte de la documentación enviada en 1918 por Remigio B. González para preparar las elecciones de Diputados y Senadores al Congreso de la Unión:

Abundio Pérez, Alberto Martínez, Albino Sánchez, Alejo Martínez, Anastasio Guzmán, Ángel Meléndez, Antonio Luna Álvarez, Arcadio Dávila, Carlos Herández, Carlos Martínez, Celso Villanueva, Cipriano Medeles, Ciro Peña, Donaciano Hernández, Elías Vela, Enrique Peña, Estanislao Navarro, Eusebio Velasco Solís, Eutimio Mata, Florencio Espinoza, Francisco Martínez, Francisco Oviedo, Honorato Mancillas, Ildefonso Colunga, Ildefonso Valdés, Isidro Luna, Ismael González, Jacinto González, Jesús María Espurvoa, Jesús Gutiérrez, Jesús L. Peña, Jesús Ramírez, José Ángel Ramírez, José Martínez Bravo, José María Rodríguez, Juan de la Cruz, Juan Pablo Vargas, Justo Llamas, Leandro Hernández, Leonardo Gaona, Luis Oviedo, Magdaleno Martínez, Manuel Martínez, Manuel Meléndez, Marcos Cortés, Margarito Chávez, Mariano Bravo, Mateo González, Merced Dávila, Natividad Pérez, Norberto Cuellar, Pablo E. de la Peña, Pablo Meléndez, Pascual Martínez, Pedro Martínez Peña, Pedro Rodríguez, Platón González, Porfirio Martínez, Ramón Peña, Refugio Chávez, Reynaldo González, Román Morales, Román Pérez, Román Vargas, Rosalío Luna, Severo Rodríguez, Severo Zamora, Simón Hernández, Simón Martínez, Teófilo Nárez, Tiburcio Villanueva y Ventura Escobedo.

Y Don Pablito … de Nuevo a la Alcaldía

Aunque por aquel tiempo todavía no existía el PRI, y por lo tanto tampoco “los moches” o “diezmos”, seguramente si había envidiosos a quienes no les gustó que, a pesar de que él protestara, al principiar a regresar poco a poco algunos de los vecinos a Iturbide, en abril de 1920 Pablo de la Peña recibiera de nuevo nombramiento como “Primera Autoridad” por parte del Gobernador del Estado de Nuevo León, el cual decía:

“En atención a su honradez, aptitud y demás cualidades que en usted concurren, he tenido a bien nombrarlo Primera Autoridad Política de esa Villa, entretanto las circunstancia anormales por las que actualmente atraviesa el Municipio permitan que se verifiquen las elecciones para funcionarios del mismo”.


El nombramiento se debió a información que envió el Alcalde de Linares, E. M. Martínez, que decía:

“Según cómputo de firmas levantado por el Jefe de Departamento en San Pedro de Iturbide, que tengo a la vista, la persona que tuvo el mayor número, (122), fue el señor don Pablo E. de la Peña” (p. 54).