La violencia es dorada

Por Jack Donovan

Nota: aquí meramente aparece nuestra presentación del texto. El texto completo puede leerse en formato pdf haciendo "click" en el título del artículo. 

Presentación de “La violencia es dorada

 

El texto que presentamos a continuación expone de una forma clara y breve por qué las ensoñaciones pacifistas y no-violentas dentro de la sociedad tecnoindustrial no son más que eso, una visión falsa y engañosa que no se corresponde con la realidad. Del mismo modo, es un gran acierto por parte del autor del texto mostrar que lo que en realidad ha sucedido no es una supresión total de la violencia en nuestras vidas, sino un cambio o desviación desde un uso de la violencia directamente por parte de los individuos y pequeños grupos (para garantizar su seguridad o por la razón que sea) hacia un uso y casi monopolio de la violencia por parte de grandes organizaciones como los Estados. Es importante remarcar, no obstante, que dicho cambio, además de suponer un ejercicio de pereza o dejadez peligrosa, como dice Donovan, supone también una pérdida de autonomía para los individuos y los pequeños grupos (como los grupos de allegados y las familias) y requiere una mayor sumisión por parte de estos para poder ser llevado a cabo de forma efectiva.

 

Dicho esto, se nos ocurren un par de objeciones o matices importantes sobre el tema de la violencia en la sociedad tecnoindustrial:

 

1.      A los defensores del progreso y la sociedad tecnoindustrial, les suele gustar mencionar como ejemplo de los “logros” del proceso de desarrollo el hecho de que los niveles de violencia hayan disminuido con respecto a épocas anteriores. Y puede que en esto no les falte razón, ya que, a juzgar por la información etnográfica e histórica disponible, es probable que ahora mismo estemos viviendo (al menos los habitantes de los países más desarrollados) en la sociedad humana menos violenta de la historia. Así que, aunque Donovan acierte al decir que la violencia no ha desaparecido de nuestras vidas por completo, sino que meramente ha sido apartada de nuestro día a día y monopolizada por las grandes organizaciones, puede que, en términos generales, sí que haya disminuido. Otra cosa es que esto sea siempre algo tan bueno como algunos creen o pretenden hacernos creer.[1]

 

Además, si la abundancia material en los países desarrollados continúa, el desarrollo de tecnologías enfocadas al control del comportamiento humano podría hacer que en un futuro el estado de sumisión y domesticación de los seres humanos sea tal que los medios coercitivos tradicionales para hacer cumplir la ley, como la policía o las cárceles, sean usados cada vez menos. Y es más, el hecho de que el uso de la violencia en la actualidad haya disminuido con respecto a otras épocas anteriores puede deberse precisamente a los avances en la creación de medios que tienen el efecto (hayan sido creados para ese fin o no) de controlar el comportamiento humano (o de contenerlo dentro de unos límites). Cosas como las drogas, la televisión, los espectáculos de masas, los videojuegos, Internet, etc. (por poner sólo algunos ejemplos de tecnologías y actividades cotidianas en las vidas de la mayoría de los habitantes de la actual sociedad tecnoindustrial) o incluso el llamado “Estado del bienestar” en los países de Europa occidental quizá tengan mucho que ver con que el uso de la violencia haya disminuido y con que el traspaso del uso de la violencia hacia las grandes organizaciones sea bien visto por la mayoría.[2]

 

2.      Aunque Donovan sugiere a lo largo del texto que la supresión de la violencia en nuestras vidas es un problema, no deja claro por qué lo ve así. La violencia es parte indispensable de la vida y de la Naturaleza. Es inevitable, necesaria e imprescindible, no sólo para mantenernos vivos, sino para vivir de forma autónoma. Y, precisamente por eso, ni la violencia es siempre tan mala, ni su ausencia es siempre tan buena como se tiende a creer. La violencia cumple una serie de funciones importantes (entre ellas sirve para controlar el tamaño de las poblaciones mediante su incidencia en la mortalidad y permite la subsistencia y la autonomía de los animales, incluidos los seres humanos, que la usan tanto para conseguir alimento, territorio, estatus o parejas como para defenderse de ataques). Un mundo completamente pacífico sería completamente antinatural y estaría completamente domesticado. En otras palabras, la violencia es parte inherente de la Naturaleza salvaje, nuestro valor fundamental.

[1] Véase, por ejemplo, Steven Pinker, The Better Angels of Our Nature: Why Violence Has Declined, Penguin Books, 2011 [Edición en castellano: Los ángeles que llevamos dentro, Paidós Ibérica, 2012]. Este libro ofrece numerosos datos sobre la disminución histórica de la violencia en general y es, además, un ejemplo de la interpretación progresista y humanista de dicha disminución como algo indiscutiblemente bueno.

[2] En realidad los medios de coacción y represión tradicionales se usan mucho aún (sobre todo en algunos países) y algunos de ellos mucho más que en cualquier otra época histórica anterior (cada vez hay más cárceles y presos en el mundo, por ejemplo). El hecho de que en ciertos países desarrollados la gente esté cada vez más “domesticada” (sobresocializada) de modo que incluso parece que, si nada lo remedia (como, por ejemplo, una crisis grave) podría llegar un momento en el futuro que el sistema necesitase usar muy poco la coerción y la represión (policía, cárceles, sanciones, etc.) por parte del Estado ya que la propia gente se autorreprimiría en gran medida (bien autocontrolando sus propios impulsos o bien ejerciendo presión social sobre sus conciudadanos) ayudada por el lavado de cerebro de una propaganda muy sofisticada y potente, no quiere decir que en la actualidad ya no sea necesaria la represión. Esta posibilidad es sólo la utopía humanista del desarrollo social y del Estado del bienestar (es decir que el Estado intervenga y sirva de colchón económico para amortiguar las desigualdades extremas y permitir un mínimo nivel de vida a todos los ciudadanos) de los países desarrollados al estilo de Europa occidental, en los que la riqueza material, unida a ideales humanistas y colectivistas generalizadamente asumidos, tales como la igualdad o la democracia, hacen que los Estados sean paternalistas y la gente esté muy amansada. Pero si la fuente de riqueza material falla, todo lo demás se desmorona. Y muy probablemente, es cuestión de tiempo que falle. Por otro lado, en algunos otros países desarrollados, como Estados Unidos por ejemplo, donde el Estado no es (¿aún?) tanto un Estado del bienestar como en Europa occidental, hay más violencia (y más defensa del uso individual de la misma por parte de la población), aunque a nivel tecnológico (y con ello del uso de todas las tecnologías del entretenimiento y la propaganda mencionadas) no haya grandes diferencias entre ambas partes del Atlántico.