Lo que nunca te digo

Lo que nunca te digo

Rodrigo González Martín - Segovia

Esther Cuesta. Sobre todo, ¿no te sientes bien estando libre? (fragmento), 2015. Papeles de seda y tinta. 150 x 150 cms.

Esther Cuesta recurre a los materiales más elementales, sencillos y sutiles, la tinta y los papeles de seda encolados, para crear paisajes imaginarios, mundos mágicos, de apariencia frágil, pero de gran atractivo, que le permiten crear composiciones a veces etéreas, otras acuosas, siempre delicadas e inquietantes para sugerirnos relatos cargados de poesía.

Una nueva exposición en el Espacio Cervantes XVII, bajo la responsabilidad de María Adela Martínez y con la coordianción del también galerista segoviano Carlos Horcajo, que confirma su incipiente andadura con la exposición de Esther Cuesta en sus salas centrales, rodeada de otros espacios diferentes llenos de pinturas y esculturas de los artistas venezolanos que se pretende introducir y promocionar en Segovia. Algunas de estas obras ya pudimos verlas en la exposición de la Galería de Carlos Horcajo en La Faisanera.

La artista Esther Cuesta expone por primera vez en Segovia pero su amplio currículo de exposiciones individuales y colectivas, especialmente realizadas en su tierra asturiana, la hacen acreedora de una amplia experiencia creativa, una persistente indagación formal recuperando recursos, materiales y lenguajes a veces olvidados cuando no infravalorados, y una preocupación constante por una formación que le permita ampliar sus entornos creativos a la cerámica, el grabado, la escultura con resultados ciertamente satisfactorios y prometedores.

En el arte contemporáneo, sobre todo desde la vanguardias centroeuropeas, la Bauhaus y el Neoplasticismo holandés especialmente, es frecuente que las obras de arte no lleven título alguno, generalizándose en las cartelas de las pinturas el título “Sin título”, a veces es pose y provocación, otras sugerencia e invitación, incluso al decir de Luis Gordillo, se quería respetar la libertad de cada persona para que al ver la obra pudiera poner ella misma el título que mejor le gustara y suscitara la obra vista. Llama la atención que todas y cada una de las pinturas de Esther Cuesta tengan no solo título, sino títulos muy bellos y poéticos, “Contra viento y marea”, “Ante todo no soy diferente a nadie”, “Por qué no me lo dices en lugar de darme la espalda”, “Hasta yo también he tenido esos mismos sueños”, “Vete tan rápido como quieras”, “Según se mire la noche se vuelve más oscura”, “Sobre todo, ¿no te sientes bien estando libre?”…Nos resultaría posible, reordenando los títulos, componer un poema lleno de matices y vivencias. El título amplía el significado de cada pintura, aunque también nos parece que las obras son ilustraciones del poema. Conviene recordar que Esther Cuesta estudió ilustración en la Escuela de Arte de Oviedo.

La poética de la obra de Esther Cuesta surge de una composición de papeles de seda recortados, a veces con tijera, dejando un corte frío y preciso, que realza los contrastes y agudiza la profundidad de las formas, y otras veces con las manos, creando superficies azarosas, rotas, deshilachadas, favoreciendo texturas, rugosidades, que provocan cierto desasosiego y nostalgia. De nuevo el collage representa no solo una técnica, sino una poética. La superposición de los papeles de seda, en su inmaterialidad, engendra transparencias y luminosidades imprevistas, aunque pacientemente buscadas, incluso anheladas. Como descubrió Matisse en los collages de sus últimos años, en el álbum “Jazz”, aquejado por la enfermedad que le impedía pintar, también se pinta con las tijeras, dibujando líneas con los cortes y manchas con las texturas, contrastes con los bordes y perspectivas interiores en las composiciones. Los papeles o son de colores o se colorean, logrando matices translúcidos y tonos emotivos, sutiles, que se expanden de forma aleatoria, creando ensoñaciones difíciles de describir pero muy eficaces visualmente.

Con la misma técnica y sensibilidad la artista crea paisajes imaginarios integrando veladuras y transparencias, recortes y líneas, manchas y burbujas, texturas y colores, que le permiten crear mundos fantasiosos, como paisajes geométricos y mágicos (2008), ciudades protectoras (2008 y 2012), casas por habitar (2010), nubes que se enredan (2012), mares ocupados por peces de tacto liviano (2014), temas desarrollados en exposiciones anteriores. En cada exposición las obras representan en serie una metáfora surgida de los sueños, de vivencias calladas o del vuelo capricho de una mariposa en el taller, como es el caso de esta exposición. Las pinturas de Esther Cuesta son ilustraciones de un relato extenso de sus silencios (“Todos mis silencios”, 2015) que se manifiestan en formas y colores, en papeles y veladuras.

En esta exposición serán las mariposas las que protagonicen ese viaje onírico y luminoso en torno a espacios cambiantes de luz. Mariposas azules, emociones volátiles, ideas libres, que nos visitan como una gran migración de abstracciones sedosas y transparentes. Eclosión súbita de palabras de papel de seda. Imaginario de mundos habitados por mariposas azules que nos revuelan en nuestra memoria.